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CONDADO PARADANTA

Pancho, el vecino más mimado en A Cañiza

Un perro vagabundo renuncia a un hogar y se alimenta de puerta en puerta

Pancho camina sobre tres patas. // Anxo Gutiérrez

Pancho se ha convertido en el perro de todos los cañicenses. Entre todos lo alimentan aunque él tenga su propio dueño que, por otra parte, ha decidido darlo por imposible y dejarle vivir a su manera: libre, caminando por las calles, tumbado en las aceras y sin horarios.

Es un perro sin pedigrí, feliz a pesar de lo duro que ha sido su vida. Ama por encima de todo la libertad, deambular, ajeno a los espacios cerrados, siguiendo únicamente las indicaciones de su estómago.

Para comer va de puerta en puerta por restaurantes, cafeterías, supermercados, carnicerías o casas particulares del centro de A Cañiza, donde todos lo quieren y le ofertan un variado menú. De la mañana a la noche, pica, por supuesto, el tradicional jamón de A Cañiza, curado o asado, aunque no le hace ascos a la mortadela con aceitunas, el jamón york, croquetas, salchichas o sobras de comida elaborada en las cocinas de la hostelería cañicense.

Sin embargo, detrás del cariño y la ternura de todo un pueblo existe una historia triste. Pancho era un can abandonado al que un día vino a buscar un furgón de la "perrera", según cuenta su dueño, Javier Estévez, propietario de la asesoría Atecon. "Se lo llevaron a él y a otro perro de muy mala manera, casi ahorcándolo, intentando meterlo en un saco. No pudimos evitar que se lo llevaran" relata.

Tras conseguir sacarlo de la perrera con microchip y sus pertinentes vacunas, Javier se lo llevó a su casa junto a sus otros dos perros, con terreno para correr en libertad. Pancho pasó un tiempo allí, probando por primera vez la experiencia de sentir el calor de una familia, de poder dormir en el sofá o en la alfombra... pero, a pesar de todos los mimos recibidos, Pancho se cansó de tener puertas y horarios y comenzó a escaparse. Cada vez que su dueño salía con el coche, él optaba por volver a las calles del centro de A Cañiza para caminar a sus anchas y tomar el sol en las aceras.

La fatalidad, otra vez, se cruzó en su camino. Un coche lo atropelló y el veterinario no pudo hacer nada por salvarle una de sus patas traseras. Ahora, con ella amputada, camina lento y ha ganado mucho peso. Además, Pancho (conocido por todos), fue acusado falsamente de haber atacado a otro perro y su dueño se vio obligado a castrarlo.

A pesar de todo, Pancho prefiere dormir bajo las estrellas, muchas veces en el felpudo de la oficina de su dueño (al que adora), pero... eso sí , prefiere no compartir techo.

Dueños y empleados de los negocios de alimentación nunca le niegan la comida. Los comerciantes están encantados. "Nunca molesta es muy respetuoso," dicen a pesar de reconocer que a veces ladra si ve a algún cliente cuyo aspecto no le agrada. "Se coloca en la calle de arriba o en la de abajo, según caliente el sol, o haga frío, pero siempre duerme en la calle", explica el propietario de Casa Eligio.

María, del Autoservicio del mismo nombre, le tiene mucho cariño. "Antes le daba salchichas pero empecé a notar que Pancho las había aburrido, porque no hay nada que no canse. Ahora cuando viene a mi puerta le doy mortadela con aceitunas, pero sin aceitunas también le gusta", comenta con dulzura.

Nieves García, trabajadora del restaurante Piri-Piri, también le da de comer y de beber. "Jamón asado o serrano, o algo de la cocina, aquí suele venir por las noches antes de cerrar. Nunca molesta. Es muy educado y si tiene hambre se pone en la puerta, a la espera, viendo si hay gente dentro", relata.

En la cafetería David le alimentan, de la misma manera, cuando se acerca. "Es muy cariñoso. A veces le damos croquetas que le gustan mucho",explica Elba Silva. "Pero, eso sí, tememos que un día vuelvan a atropellarlo porque como solo tiene tres patas y está muy gordito camina muy lento al cruzar la carretera" , dice.

El propio concejal de Innovación e Identidad de A Cañiza, José Antonio Estévez (Cs), es conocedor del cariño que los cañicenses le tienen a Pancho, al que define como "un alma libre" que se ha ganado el cariño de todos. Por este motivo, adelanta que desde el Concello cañicense incluso valoran la posibilidad de hacerle algún tipo de homenaje para convertir a Pancho en una especie de "símbolo de vecindad e identidad de A Cañiza que ya es", aunque tendrán que esperar a que la situación económica del Concello mejore, asegura. Quienes quieran conocer a Pancho solo tienen que pasarse por las calles más céntricas de A Cañiza, a cualquier hora, llueva o haga sol. Allí está tumbado en las aceras o a las puertas de los restaurantes. Eso sí, con sus tres patas. Solo se levanta para acercarse a quienes le son conocidos. Y es que Pancho es de todos, pero muy suyo.

ROBERTO VIDAL - PINCHO DA AVOA

"Viene antes de cerrar, a veces a comer y a veces a dar las buenas noches"

MANUEL SAMPAIO - PIRI-PIRI

"Si tiene hambre se pone en la puerta y le damos de comer y de beber"

ANTONIO MARTÍN - BAR PIRRI

"Si no hay gente entra, es muy educado y le encanta el jamón asado"

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