De la Escuela de Danza Paula Cobián de Tui a la Vaganova Ballet Academy de San Petersburgo. Así de grande ha sido el salto del bailarín tudense Ángel Giráldez Varela, de 18 años, que pronto tendrá que hacer las maletas para trasladarse a la segunda ciudad más poblada de Rusia donde cursará danza clásica en una de las escuelas más famosas e influyentes de ballet clásico del mundo. Fue hace tan solo una semana cuando, sin esperárselo, le confirmaron su admisión en esta prestigiosa escuela donde siempre ha sido su sueño rematar su formación profesional. Un sueño que se cumple gracias al esfuerzo de años de mucho trabajo, conciliando las clases de danza y los estudios.

Aunque comenzó a bailar con 7 años, no fue hasta los 12 cuando "empecé a tomármelo en serio". Así, su etapa en el IES Indalecio Pérez Tizón de Tui la compaginó con las clases de tres horas diarias en la Escuela de Danza Paula Cobián. Atribuye a esta escuela la "buena base" con la que llegó al Real Conservatorio Profesional de Danza Mariemma de Madrid, donde cursó Bachillerato los dos últimos años. Un logro que también quiere agradecer al instituto tudense, pues "en el último año me apoyaron mucho; me adelantaron algunos exámenes para poder ir a las pruebas de acceso", comenta Ángel.

Ya en Madrid, con solo 16 años, vivió en un piso compartido e hizo malabares para rendir al máximo por la mañana en las clases de danza y llevar al día las asignaturas de Bachillerato que cursaba por la tarde. Su familia todavía no se cree cómo pudo sobrevivir a las jornadas maratonianas en las que el despertador sonaba a las 7 horas y hasta las 21.30 horas no salía del instituto. Los días acababan para este Billy Elliot tudense pasadas las dos de la madrugada, pues una vez en casa debía hacer las tareas domésticas y estudiar.

En los planes de Ángel estaba ir a selectividad, pero un incendio en el edificio en el que vivía lo dejó con lo puesto el día antes de un examen importante. Se quedó sin apuntes, sin ropa y hasta sin cartera, por lo que tuvo que finalizar el curso en casa de la familia de una compañera de clase a las afueras de Madrid y renunciar a esta prueba de acceso a la universidad. Por suerte, la selectividad no es un problema para él, pues no le hará falta en la Vaganova Ballet Academy.

A esta célebre academia consiguió entrar después de haber participado los tres últimos veranos en el Russian Masters Ballet Camp, un campamento intensivo impartido en Alicante donde participan bailarines de treinta países del mundo. En cada edición, como cierre del curso, se celebra una gala en el Teatro Principal de Alicante en la que anuncian el nombre de los (pocos) alumnos admitidos en la academia de San Petersburgo. La directora del curso le había dicho previamente que no era uno de los candidatos a entrar, no obstante, con la ayuda de un profesor, preparó una coreografía para bailar en solitario el día de la gala. Su actuación gustó a los integrantes de la Vaganova Ballet Academy; gustó mucho.

Junto a sus padres y a su hermano gemelo, sentados en las butacas del Teatro Principal de Alicante, escuchó como su sueño se hacía realidad. "Mi nombre fue el último que dijeron, no me lo esperaba para nada, casi no podía respirar", recuerda Ángel, que también aconseja que "aunque te digan que no puedes, tienes que seguir adelante e intentarlo". Sus padres tendrán que hacer un gran esfuerzo económico para el cual están valorando diferentes vías de financiación, aun así, creen que "cuando ves que tu hijo tiene las cosas tan claras, nosotros solo podemos ayudar y echarlo mucho de menos".

Ángel, que, en mayo, junto a su compañera de baile Lucía, se hizo con el primer y el segundo premio en la categoría Lírica del Vigo Porté celebrado en el Auditorio Mar de Vigo, ya ha empezado a estudiar ruso para afrontar los próximos dos años en San Petersburgo. Además de seguir haciendo lo que le gusta, bailar, es momento de empezar a fantasear con su próximo reto: entrar en la Compañía Bolshói de Moscú. Al mismo tiempo, consciente de que la carrera de un bailarín dura poco, su sueño, a largo plazo, es volver a Tui y fundar una escuela o una compañía de baile con sede en el centenario Teatro Principal de Tui, el cual le gustaría ver rehabilitado.