El pasado viernes, operarios de Rentokil, entidad asentada en el polígono de A Granxa especializada en control de plagas, iniciaron el montaje de la primera de las jaulas ubicada en la azotea de uno de los edificios. Se trata del conocido como "Instalauto", una edificación abandonada en la Plaza Central, a pie de la parada de taxis. Precisamente, este grupo de profesionales, junto a los hosteleros y también las propias comunidades de vecinos de la zona, llevan tiempo quejándose de lo perjudicial que está siendo soportar la presencia masiva de estas aves. La otra jaula se instalará en los próximos días en el edificio consistorial. En ambos inmuebles se comprobó, según señalan fuentes municipales, que eran donde las palomas colocan sus nidos y, por lo tanto, donde mayormente se concentran estos ejemplares.

Los taxistas con parada en la calle Estación aseguran estar sufriendo a diario los excrementos de estas aves, que caen sobre la acera, sus vehículos e incluso sobre ellos mismos o sus clientes. Los propietarios de bares con terrazas también han protestado; las palomas se posan en mesas y sillas y son un incordio.En busca de una solución a la problemática, el Concello do Porriño anunciaba hace unas semanas la contratación de una empresa, por importe de 5.000 euros, para "controlar la población de palomas mediante métodos de lucha biológica".

Estas labores de trampeo se alargarán durante el período de un año, a través de acciones mensuales. Así, "operarios de Rentokil recogerán y retirarán periódicamente los ejemplares capturados en las jaulas de trampeo para, a continuación, trasladarlos fuera de Porriño. Una dinámica a seguir durante doce meses", explican.

Las estimaciones que han hecho los técnicos de dicha empresa cifran en unos 300 los ejemplares que componen la población de palomas que actualmente hay en esta zona del centro urbano de la villa.