Mientras el resto del planeta celebra hoy el "Black Friday", los vecinos y vecinas de Paramos se concentrarán a las 16.15 horas en la "zona cero" del barrio de A Torre. Lo harán para conmemorar su particular viernes negro y recordar que hace medio año una explosión de material pirotécnico cambió sus vidas por completo; a algunos los dejó sin casa, a otros les calcinó sus recuerdos y a los niños Bilal e Ilyasse les arrebató a sus padres, Abdlalk y Sora, las únicas víctimas mortales de la deflagración. "Han sido seis meses sin descanso", comenta Jaime Bugallo, uno de los vecinos que no olvidará nunca la tarde del pasado 23 de mayo, cuando la primavera se detuvo en el barrio de A Torre de Paramos.

Las quince familias afectadas cuyas viviendas estaban en plena "zona cero" quieren rehacer sus vidas, pero no pueden. Sin el desescombro es imposible reconstruir las casas y para este todavía no hay fecha de inicio. La incertidumbre y el temor a que "pasen cuatro o cinco años hasta que todo vuelva a la normalidad" es lo que ha llevado a Isidro González a utilizar el dinero de las ayudas de la Xunta para comprar un nuevo hogar. "Mi mujer al principio no estaba muy convencida, pero comprendió que esto iba para largo", cuenta Isidro, de 68 años, mientras visita lo que hace seis meses fue su casa. "Solo pude salvar algo de ropa y una nevera", lamenta.

En una situación diferente está Jaime Bugallo. Su vivienda no está localizada en el perímetro de la "zona cero", por lo que ya ha podido comenzar las obras. Mientras, se aloja en un piso de alquiler en Tui y hace cálculos para saber si las ayudas recibidas a raíz de la catástrofe van a cubrir la totalidad de los gastos de la reforma. "Hay que tirar para adelante, pero esto no lo vamos a olvidar nunca. Lo peor es estar siempre alerta, manifestaciones, citas con el arquitecto, una asamblea? Al final siempre falta un papel, por no hablar de las licencias, que es muy complicado conseguirlas", resume.

Quien no ha podido empezar las obras, pero lo está deseando, es Baltasar González, también con casa en la "zona cero" de Paramos. "Hay días que me entran ganas de sacar las piedras yo mismo. Si nos dejaran a nosotros desescombrar esto ya estaría limpio en un par de meses", cuenta con impotencia Baltasar. Aunque su casa, que quedó totalmente reducida a escombros, era una segunda vivienda, tiene claro que con el dinero de las ayudas la va a volver a levantar. "Es una herencia que recibió mi mujer y le tenía mucho cariño".

Tanto Baltasar como Isidro visitaron ayer el barrio de A Torre y lamentaron que, salvo el intenso olor a quemado, "todo sigue igual que el día de la explosión". Por el suelo todavía reposan los miles de cartuchos que saltaron por los aires tras el polvorín que, por causas que todavía se desconocen, se produjo en un almacén clandestino, propiedad del dueño de la pirotecnia de Baldráns, sobre la cual existía desde hace tres años una orden firme de demolición por cuestiones urbanísticas. "Aquí hay máis cartuchos que nunha foguetería normal", dice Isidro.

"Nosotros no tenemos nada que celebrar, solo que recordar: por un lado, a nuestros vecinos fallecidos y, por otro, refrescarle al Gobierno central que está en sus manos agilizar el desescombro", indican desde la Asociación Afectados Paramos-Guillarei. Para ello se concentrarán hoy en la "zona cero" a las 16.15 horas, la hora en la que hace medio año se pararon los relojes en el barrio de A Torre.