La localidad de Redondela inicia este sábado la programación en homenaje a Rita Otero Fernández (1902-1956), insigne redondelana que tiene el honor de ser la primera mujer a la que el Concello dedica un año a su memoria. El acto, que comienza las 20.00 horas, consistirá en el descubrimiento de una placa conmemorativa en la calle Pai Crespo, junto al pazo de Petán, y posteriormente en el interior del inmueble familiar, el alcalde, Javier Bas, y el edil de Cultura, Julio Alonso, dedicarán unas palabras para dar a conocer la trayectoria de esta ilustre vecina que fue esposa del industrial José Regojo. Uno de sus hijos, Pedro Regojo, realiza una semblanza de su madre, de la que destaca su generosidad, valentía y apoyo a los más necesitados.

-¿Qué supone para usted y su familia este reconocimiento a su madre en su pueblo natal?

-Es una gran satisfacción y orgullo tanto para mis hermanos como para mí, ya que todos nacimos en Redondela.

-Cuando falleció su madre usted era muy joven, tenía solo 16 años. ¿Cómo la recuerda?

-Por supuesto, para cualquier hijo su madre es una persona maravillosa e irrepetible, pero si tuviese que definir sus principales virtudes destacaría su inteligencia, su voluntad y, sobre todo, su generosidad. También tenía un fuerte sentido religioso transmitido por su madre, Rita Fernández Pereira, así como una gran valentía y audacia, heredadas de su padre, Juan Otero Milleiro, que fue médico forense y exalcalde redondelano a finales del siglo XIX.

-Entre los méritos para su nombramiento como personaje ilustre destaca su apoyo a los más necesitados.

-Era muy religiosa y vio en los necesitados el rostro de Dios. Amaba a todo el mundo porque Dios no hace distinciones de personas. Eran momentos difíciles, con mucha pobreza, y como anécdota recuerdo que los sábados recibía a infinidad de necesitados a los que daba limosna. Cuando faltaba alguno ella se interesaba por él, y si estaba enfermo, les visitaba en sus casas para llevarles comida y ropa, algunas situadas en aldeas a cuatro o cinco kilómetros de distancia que hacía a pie. Mi padre un día dijo que le iba a poner un coche y ella se negó porque decía que lo que tenía valor no eran los donativos, puesto que nosotros teníamos suficiente, sino el sacrificio de caminar esa distancia para llevar la comida a las personas.

-También ella fue la que animó a su padre a venir a Redondela y crear la fábrica textil que dio trabajo a cientos de personas en el municipio.

-Mi madre conoció a mi padre en Lisboa, donde vivió dos años tras casarse. Pero como buena gallega, la tierra tira mucho y lo convenció para venir a Redondela, donde poco después montaría en la calle Alfonso XII el primer taller de camisería, del que ahora se cumplen 85 años. De ahí nacería después la fábrica textil de Regojo.