La hermana Dolores Rodríguez se lleva la satisfacción de haber prestado un servicio educativo del que carecía Baiona en cada momento. Primero educando a los niños hasta su adolescencia y, posteriormente, a los más pequeños. "Hemos hecho cosas buenas, pero nunca las realizamos para que fuesen reconocidas por la gente", puntualiza. Aún así la gran mayoría de los vecinos le agradece su labor, pues muchos de ellos han pasado por sus clases.

Tantos años de trabajo en la guardería en la que hoy trabajan las hermanas Dolores, Rita y Cristal dan para muchas anécdotas simpáticas con los pequeños. "Había una niña que aún no sabía andar, pero que controlaba a todos los niños desde una esquina. Si alguien hacía algo malo me avisaba", recuerda la madre superiora. "Incluso cuando hubo un cambio de clase, acusó a la hermana Cristal de robarle sus cosas a la hermana Dolores", relata.

Las tres religiosas guardan en sus memorias el día que cumplieron 75 años desde la llegada de su congregación al municipio. "Fue un día muy emotivo con una misa solemne. La gente nos ofreció algunos detalles", confiesa Dolores Rodríguez.

Sin embargo, a las religiosas franciscanas de Baiona les queda una pena. Y es que, según cuenta con pena la madre superiora de la orden, los jóvenes baioneses, incluso los que han pasado por su centro educativo, han dejado de ir a misa.