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Celta de Vigo

Fricciones en el negocio de las canteras

El fútbol base sufre el exceso de mercantilización de jóvenes desde los 12 años, con polémica abierta en el Celta

Niños de la cantera del Celta atienden a las explicaciones de su entrenador. // EUGENIO ÁLVAREZ

El fútbol base vuelve a generar debate y polémica tras las acusaciones del presidente del Celta contra la empresa que representa a un importante número de canteros y a estrellas como Iago Aspas y Denis Suárez. Frases del presidente céltico como “los subastadores de niños no tienen cabida en este club” sonaron como disparos y han puesto el foco en el proceder de determinadas empresas cuya cartera de clientes se amplía con jóvenes de 10 y 12 años. La marcha de Bryan Bugarín, de 12 años, al Real Madrid, después de ser ofrecido a varios equipos, ha generado una tormenta que puede afectar incluso al primer equipo vigués después de que Aspas y Denis aplaudiesen el comunicado de Intermedia Sport Player en respuesta a las acusaciones de Mouriño. Ambos futbolistas son las referencias principales de una empresa de representación que surgió de la fusión de la que lideraba Félix Gende y en la que participaba Michel Salgado. A Gende se le había negado el acceso a A Madroa hace años pero las fricciones se limaron con el regreso a Vigo de un Denis Suárez que además de mantenerlo como agente ha conseguido que el Celta colabore con su escuela de fútbol en Salceda y contratase el servicio de la empresa de catering de la que es socio el futbolista. Aspas, por su parte, se ha llevado a trabajar a su hermano Jonathan a esta agencia de representación con oficinas próximas a la Sede céltica de Príncipe.

Bryan Bugarín, durante un torneo en Villarreal. LaLiga

Aunque la legislación prohíbe contratos profesionales con menores de 16 años, el fútbol base mueve muchos intereses en el mercado del deporte rey. En estos casos, las normas se saltan firmando contratos con los progenitores de los posibles talentos y en caso de cambiar de club el padre o la madre serán recompensados con un trabajo bien remunerado (50.000 euros anuales de sueldo, por ejemplo). Aunque solo una minoría alcanza la élite, el fútbol genera grandes intereses desde que los niños comienzan a despuntar.

“Ahora, todos los chavales tienen representante, es una barbaridad, aunque a esa edad no esté permitido legalmente y sean sus padres los que firmen los contratos”, señala Belarmino Alonso, Milucho, cazatalentos que trabaja para el Villarreal.”¿Qué pasa entonces?”, se pregunta Milucho antes de señalar que “las empresas de representación saben que cada año se buscan talentos más jóvenes y cada día hay más empresas de este tipo; y si son más se supone que es porque ven beneficios y rendimientos. Pero un niño de 12 años no debe tener una representación, salvo su familia”, sostiene el vigués, quien recuerda lo que pueden llegar a sufrir estos jóvenes fuera de su entorno familiar. Andrés Iniesta no olvida las noches en vela y entre lágrimas en La Masia, aunque ese sacrificio del manchego y su familia tuvo premio. Pero esa es la excepción. La mayoría se queda sin alcanzar siquiera el profesionalismo.

Desde Hungría, donde ejerce como director de metodología del Gyori ETO FC, un histórico del fútbol magiar, el redondelano Héctor Quijeiro reclama “ética profesional” en el mundo del fútbol base. “En España hay más representantes que jugadores. Esta empresa, por ética profesional, no debería representar a chicos tan pequeños. En el caso de Bugarín, sin embargo, quizás hubo más interés por parte de los padres del jugador que de la empresa, que podía decirles que le asesoraban pero sin asumir su representación. La agencia no se llevará mucha comisión intermedia por una operación en la que al padre igual le ofrecen mil o dos mil euros al mes. La empresa tendrá que esperar seis u ocho años para obtener beneficios. No tiene sentido que se meta en estos asuntos cuando no tiene necesidad”, subraya Quijeiro, que trabajó para el Celta en A Madroa, en México y en Rumanía.

Aunque el trasvase de jugadores a equipos de superior categoría es una constante desde la invención del fútbol, este técnico redondelano recuerda que ese proceso también se da entre las empresas de representación. “Cada vez hay más representantes y a estos les interesa tener chicos más jóvenes para que no se los lleve otro cuando cumplan 16 años”. Los contratos, sin embargo, han de renovarse cada dos años “y en ese momento los agentes más poderosos suelen llevarse a los jugadores. Fue el caso de Santi Mina, que vino Jorge Mendes y se lo llevó al Valencia”, apunta Quijeiro, para quien el Celta debería revisar su política de cantera “porque en los últimos años se le han marchado 16 jugadores, como recordaba el comunicado de la Intermedia Sport Player” que alimentó todavía más la polémica por el aumento del mercantilismo en el fútbol.

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