De Rubén Blanco se olvidan a veces los 24 años cumplidos en julio. Acumula a tan escasa edad los vaivenes de toda una vida. Ya ejerció de héroe de una permanencia con apenas 17. Ha sobrevivido a lesiones y dudas. Ha resistido los rumores, que hoy son aplausos. Se ha consolidado al fin, aunque todo se antoja frágil bajo una portería, al borde del acantilado. Él asimila las convulsiones con la voz serena y el gesto impertérrito, quizás una máscara necesaria. Existe otro Rubén, que ya se cuece: el empresario, el personaje público con conciencia social. También el hermano amoroso. Ese Rubén visita al Balonmano Porriño, a cuyo segundo equipo patrocina.
Sucedió a finales de la pasada temporada. La hermana pequeña de Rubén, Claudia, de 20 años, también tiene talento, aunque canalizado por otra vía. "Probó varios deportes y no le convenció ninguno hasta que descubrió el balonmano", relata el arquero céltico.
Mosenses de pro, el vecino Porriño, de prolífica cantera femenina, se ofreció a la pequeña del clan Blanco como acomodo natural. Claudia ha ido superando todos los filtros hasta llegar al filial, clasificado para la fase de ascenso a División de Honor Plata en la temporada 2018-2019. Una trayecto ya repetido, de amargo final: el equipo conquista la plaza pero renuncia a ella por falta de dinero, con la lógica frustración de las jugadoras.
"Hasta que mi hermana empezó a jugar al balonmano, yo solo veía a la selección española de vez en cuando, pero nunca me había llamado la atención", admite Rubén, convertido en devoto. "Voy a verla siempre que puedo, aunque me resulta complicado. Es una pena. Animaría a mucha gente a ver un partido de balonmano y además femenino. La primera vez que fui aluciné. Es un deporte de mucho contacto, se ven jugadas muy espectaculares".
Fue en casa, precisamente al día siguiente de presenciar un encuentro, con el ascenso a punto de caramelo, cuando su padre le comentó que el filial porriñés probablemente tendría que vender la plaza. "Mantener un equipo en la primera división y otro en segunda suponía mucho coste económico", comprendió Rubén. La posibilidad de evitar la renuncia mediante un patrocinio surgió de manera espontánea. Al presidente del club, Abel Estévez, se le abrieron los cielos después de que otras opciones ya hubiesen fracasado. "Estamos tremendamente agradecidos", ha comentado el dirigente.
Rubén argumenta: "Me apetecía ayudar obviamente porque está mi hermana, pero también porque gente como yo, que vivimos del deporte, podemos ayudar a otros que suelen tener más complicados estos temas. No un deber pero está bien que lo hagamos".
Para la entidad supone un alivio, con Conservas Orbe sosteniendo a las adultas en la Liga Guerreras Iberdrola y el céltico, a través de su firma Rubensa, a las jóvenes en Honor Plata. "Claro que me satisface cuando la gente reconoce estas cosas, para mí supone un orgullo", indica el portero sobre las reacciones que le han llegado tras conocerse la noticia. Insiste: "Pero lo importante es que ayudemos a otros a vivir de lo que les gusta y sobre todo en el deporte femenino. Ha crecido un montón en los últimos años y tenemos que ayudar a que siga creciendo".
Rubén descarta que Claudia pueda verse afectada en su relación interna con técnicos o compañeras. "No tiene que influir. Para nada mi intención es que haya un trato de favor hacia ella. Que mi hermana esté ahí facilitó que yo ayudase, pero la intención es fomentar el deporte femenino", insiste.
Rubensa es una sociedad dedicada a la compraventa y alquiler de bienes inmobiliarios. Rubén no es solo su propietario. Se implica en la actividad. "Cuando me preguntan si me veo el día de mañana relacionado con el deporte, siempre digo que el tema de las finanzas me llama la atención. Estudié un ciclo superior de este tema, Si no jugase al fútbol, probablemente me dedicaría a un trabajo relacionado con esto. Me gusta y tengo la suerte de que estoy bien asesorado. Es importante pensar en el futuro", concluye desde esos 24 años.
