Las personas que hoy pasamos de los 70 años de edad recordamos la dureza del sistema de enseñanza que tuvimos en nuestra juventud: un horario de colegio de sol a sol, de lunes a sábados (con un descanso de una tarde a la semana), con castigos físicos, reválidas, etc. Era un sistema de enseñanza realmente duro (que no añoro, por supuesto), pero les aseguro que nadie quedó bobo ni tonto. Hemos sobrevivido.

Los que elegimos ser profesores después, hemos visto cómo a lo largo de los años, el sistema de enseñanza ha ido transformándose (la EGB, el BUP, la ESO, la Logse,€) y con él la sobreprotección a los alumnos. El profesor ha ido perdiendo autoridad y el alumno ha ido ganando derechos y más derechos, hasta conseguir con ello que el profesor tenga que soportar hoy al alumno, a sus padres y a la propia Inspección de Enseñanza. En las aulas ha ido desapareciendo la Religión como asignatura, y no quiero hacer con esto propaganda de mi religión, por supuesto, pero sí advertir que en esta asignatura van implícitos lo que conocemos hoy como valores, y nadie me puede negar que hoy por hoy, los chavales, y no tan chavales ya, que han pasado por estos modernos sistemas de enseñanza, carecen de ellos: educación y respeto (a sus padres y, sobre todo, a sus mayores), responsabilidad, conocimiento y cumplimiento de las normas y leyes que la sociedad les impone, sensibilidad ante los problemas de los demás€

Al comienzo de curso en los institutos, los profesores tutores teníamos que ponerles en las corcheras, unos avisos escritos con sus obligaciones y sus derechos como alumnos. En esa hoja recuerdo que había 4 obligaciones y más de 30 derechos. ¡Algo increíble! Ellos podían incumplir cualquiera de sus obligaciones porque no les pasaba absolutamente nada. ¡Ah!, pero no le tocases ni uno solo de sus derechos, porque la reacción era inmediata: la denuncia estaba montada.

Consecuencia de todo esto, lo estamos viviendo hoy con la pandemia. Tenemos que oír cómo se han formado grupos de personas jóvenes, en una playa, para propagar el virus; cómo se detectan grupos de estos salvajes en fiestas y botellones sin mascarillas, a pesar de estar prohibido. Están atentando contra la salud pública e incluso contra la vida€, ¡y no les pasa nada!. Es gente que ha crecido sin valores. ¿Y qué hacen las autoridades ante estos hechos? Pues absolutamente nada, a pesar de estar actuando como terroristas, porque hoy siguen estando tan consentidos como antes, porque no le tienen miedo a nada ni a nadie. Son unos auténticos cabestros y las autoridades competentes unas muertas de miedo. ¡Un poco de sentido, por favor!