Hay gente que, en lugar de estar por ahí tomando una cerveza o descansando en zapatillas en su casa, se dedica sistemáticamente a incordiar, cuando no a hacer daño, a los que no pensamos como ellos. Estas personas, acomplejadas y sin ningún recurso intelectual, emplean la violencia como único argumento contra los que -según ellos- no merecemos ningún derecho. (Ya se sabe que la democracia solo es para la izquierda).

¿Qué pretenden? ¿Amedrentarnos? ¿Amenazarnos? ¿Qué desaparezcamos la mitad de los españoles?

Por una parte, si por ellos fuera, igual sí, pero, por otra, ¿qué iban a hacer sin nosotros? Su vida ya no tendría sentido si no pudieran ir a tirar piedras encapuchados, a quemar contenedores y a destrozar mobiliario urbano.

Si lo que pretenden es meter miedo o intimidarnos, lo llevan claro: no hay nada que tenga tanto atractivo para una persona segura de sus ideas, como que haya gente que le ataque violentamente, para convencerse aún más de que la razón está de su parte.

Porque es que viene el líder de Vox y ellos acuden en manada a tirar piedras a los asistentes (Abascal es la extrema derecha y ni él ni sus votantes merecen vivir); pero es que vienen Feijóo y Casado y ellos van a insultar, a amenazar y a decir que "fóra fascistas da nosa terra" (como si la propiedad de Galicia fuera solo de ellos). Hay un acto de Gloria Lago y vienen a insultar y a amenazar. Pones una mesa para pedir firmas y ahí están para increparte. Hay una concentración en contra del aborto y tampoco falta el grupito de feminazis enseñando las "domingas". No se pierden ni una.

No hay nada como ver a violentos atacando a personas que no les han hecho nada, para que la sociedad se ponga de parte de las víctimas. Nos hacen propaganda.