La justicia secuestrada por determinados grupos de poder no es un secreto y sus objetivos tampoco en este país.

La cooperación es mutua con los corruptos para ponerla a su servicio. Sea como fuere es una evidencia, con las penas a veces irrisorias en relación al delito.

Mientras algunos insinúan que esos aparentes dislates podrían ser debidos a que unos contratan los mejores letrados, otros dejarán entrever que algunos jueces o tribunales son proclives a determinadas sentencias según se trate; de un modo paralelo, desaparecen las pruebas, los procesos se aceleran o paralizan a conveniencia, etcétera...

El caso dado en la Audiencia de Vigo -FARO DE VIGO, 13-08-19, página 5- en que se absuelve a un empresario al concluir que hubo una prescripción del delito cometido es uno de tantos cuya parálisis deja impune en este caso un fraude de 300.000 euros ocurrido hace 16 años.

El resumen final es que el encausado está tranquilo en su casa con una condena mínima tras el juicio.

Es significativo también de la justicia que se imparte: la corrupción judicial conforma un triángulo invertido en cuyos vértices superiores se encuentran el Tribunal Supremo y el Constitucional, mientras que en el inferior estan los juzgados de paz. Esto crea un círculo cerrado que se autoalimenta dando lugar a milagros como el expuesto. De modo que cuando alguien se detiene a seguir un proceso en curso, comprueba algunas veces que el caso termina con una sentencia de mínimos o bien sobreseído.

Una cosa diferente resultaría del robo de unas gallinas en un corral, por poner un caso, cuyo autor terminaría pagando duramente su delito o falta.