Te fuiste, rebelde, buscando la libertad por ese mundo lejano,/ no me sentiste Padre, me viste amo,/ pensaste que volabas más te esclavizabas,/ elegiste los bienes mundanos ante la verdad.

Acércate, no tengas miedo, mi nombre es Amor,/ fundamos la nieve, desatemos los miedos,/ mis brazos maternales anhelan cubrir de misericordia tus hombros.

Cuando cae la tarde, miro al horizonte y sueño verte llegar,/ salir a tu encuentro, sin etiquetas, sin juicios,/ devolverte la dignidad de hijo,/ y que tu saludo, "Abba", conmueva mis entrañas.

Haré un banquete, porque tú que estabas perdido en el desierto,/ tuviste sed de perdón./

Tú que te sentiste humillado y que ahora te sientes amado,/ gozas de la humildad de los justos.