El discurso que el presidente de la República Francesa pronunció hace aproximadamente un mes en el Colegio de los Bernardinos de París, estuvo precedido por el del presidente de la Conferencia Episcopal y por los testimonios de seis ciudadanos franceses. El presidente Macron pudo escuchar la voz de un joven autista, de una mujer que había perdido su vivienda y de una tercera mujer víctima de la soledad, a quienes tres jóvenes católicos franceses habían tendido su mano. Cuando Monseñor Pointier intervino, la Iglesia ya había dado testimonio de lo que quería compartir con Macron: un compromiso firme en favor de la vida humana en torno a dos cuestiones clave: la bioética y las migraciones.