Quiero expresar mi más profundo rechazo a estas actuaciones que hacen en las calles en las que las estrechan y eliminan un montón de aparcamiento y que nuestros políticos en un intento de maquillarlos han dado en llamar “humanizaciones”.

Realmente es todo lo contrario. Eliminan plazas de aparcamiento necesarias para la actividad comercial, para el desplazamiento de las personas, para el conocimiento y disfrute de la ciudad. Hacen la ciudad más estresante al no tener donde dejar el coche, al no poder parar a dejar una persona o para descargar unas maletas. Donde un taxi no puede pararse mientras cobra y deja bajar a sus pasajeros. Las calles se convierten en desquiciantes correcalles.

Se diferenciaba el casco viejo de una población, además de por sus construcciones antiguas, por la estrechez de sus calles. Con el tiempo, cada nueva calle, cada nueva avenida se hacía más ancha para dotarla de mayor capacidad. Ahora nuestros políticos hacen lo contrario, es decir, calles tan estrechas como sus mentes.

Acabarán convirtiendo la ciudad en ghetos. La gente ya no saldrá de su barrio o zona porque sabe que si va otro no encontrará aparcamiento. Se terminó eso de decir: “Voy a tomar un café a tal zona y de paso la veo y la conozco”.

El centenar largo de coches que encontraban aparcamiento a ambos lados de las calles Barcelona, Zamora, Valencia, Sevilla, Baleares… en las que muchas casas no tienen garaje ¿Dónde aparcan ahora? Al Concello le ha faltado tiempo para poner unos paneles informativos sobre las (des-) humanizaciones para auto-bombo del propio Concello. ¿Por qué no han puesto unos paneles informando de donde se pueden aparcar todos esos coches provisionalmente?

A nuestros políticos les da igual. La gente que se busque la vida.

Con suerte, en algunas zonas dentro de unos años habrá un aparcamiento subterráneo. Lo que pasa es que, en un total desprecio por el ciudadano, en vez de hacer primero los aparcamientos y quitar plazas de aparcamiento después, hacen al revés. Así va la ciudad. Sólo se acuerdan de dorarnos la píldora cuando se acercan las elecciones. Una vez conseguida la poltrona se olvidan de todo lo prometido.

No quiero dejar de referirme a Samil, una magnífica playa en un entorno maravilloso pero cuya capacidad no está marcada por la capacidad del arenal, sino por la capacidad de sus aparcamientos. Así, es habitual ver los aparcamientos a rebosar y con gente que ante la imposibilidad de aparcar decide volverse, mientras que la playa está medio vacía. ¿Eso es abrir Vigo al mar? Y por favor, que no me hablen del autobús.