Soy una jubilada viguesa que ha visto crecer esta ciudad y transformarse a lo largo de más de siete décadas. Nunca he dejado de sentir como propios los méritos y el atractivo de sus calles pero también sus defectos. La suciedad y el deterioro de los bancos de la Gran Vía suponen una vergüenza para todos los vecinos porque, siendo un elemento de mobiliario urbano útil y necesario, se han convertido en nidos de mugre y símbolo del abandono al que los tiene sometidos el ayuntamiento. En mi adolescencia, cuando iba al colegio,siempre quedaba con mis amigas en los bancos de la Gran Vía. Por eso, los siento como propios, como si formaran pare del mobiliario de mi casa. A lo largo de los últimos cincuenta años -por lo menos- no los he perdido de vista jamás en mis idas y venidas. Y también he podido comprobar que jamás han sido adecentados, limpiados o pulida su piedra. Señor alcalde, señor Abel Caballero: ¡Limpie los bancos de la Gran Vía, por favor! Antes que a usted, se lo he pedido a todos sus antecesores, sin éxito. Si lo hace, usted habrá demostrado que es mucho más sensible que ellos a las demandas de sus convecinos y se habrá ganado el nombre de “el mejor alcalde”. Al menos, para mí y mi familia. Muchas gracias por adelantado.