La pesadilla del COVID, cuatro años del eterno confinamiento en O Salnés

Se cumplen cuatro años de las drásticas medidas de confinamiento por COVID

Dos soldados de la Brilat recorren la calle de Castelao, en Vilagarcía.

Dos soldados de la Brilat recorren la calle de Castelao, en Vilagarcía. / Iñaki Abella

Antonio Touriño

Antonio Touriño

El sepulcral silencio en las calles contrastaba con la forma de ser de los arousanos que el 15 de marzo de 2020 se confinaron en sus casas sin saber muy bien qué hacer ni a qué atenerse, ni que la medida se prolongaría hasta el 21 de junio siguiente. La COVID se convirtió de la noche a la mañana en el enemigo número uno y solo quedaba la opción de resguardarse; sin saberse muy bien cómo en aquellos primeros días.

Vecinos en los balcones
a las ocho de la
tarde.   |  //  IÑAKI ABELLA

Recta de Rubiáns, prácticamente vacía en aquellos días de 2020 / Iñaki Abella

Las primeras horas fueron de incertidumbre absoluta, pero las calles quedaron, de pronto, vacías. Como si una bomba biológica arrasara con todo. La orden era tajante.

Aún no se había declarado, oficialmente, ningún caso en la comarca pero el miedo al contagio del virus del pangolín que se propagó desde China llevó a someterse a las recomendaciones de refugio inmediato, cada uno en su casa, como máximo con salidas a la compra, pequeños paseos con el perro o visitar al médico. Poco más, pues muy pocas actividades se declararon esenciales.

Los primeros casos

Fue una primera semana tremenda, y ya durante ella comenzaron a aparecer los primeros casos de contagio de COVID, cuando todavía no estaba todo dispuesto para protegerse. Faltaban mascarillas quirúrgicas y FPP2, geles hidroalcohólicos, EPIs y respiradores. La cosa no pintaba bien y el miedo, como es libre, llevó a un confinamiento responsable, con mucho “sentidiño”, mientras en casa se atendía el parte diario de Fernando Simón en prensa, radio y televisiones.Y se empezaron a comprender las sosas gráficas, las curvas, los picos y valles.

Colas en una farmacia de Vilagarcía durante la primera semana del confinamiento.

Colas en una farmacia de Vilagarcía durante la primera semana del confinamiento. / Iñaki Abella

Ya el miércoles 17, en Vilagarcía se produjo la primera acción espectacular. Hasta el ambulatorio de San Roque acudió una compañía al completo de la Brilat, adevertida tras descubrirse que se habían acercado varios pacientes con síntomas de COVID. Vestidos los soldados con “escafandras”, cubiertos de pies a cabeza, cual astronautas, fumigaron todo el centro sanitario y pasaron paños por cada rincón, pasamanos, mesas y sillas. Nada podía quedar sin revisar pues el virus se consideraba altamente contagioso.

Medidas drásticas y toque de queda

Esa imagen y la presencia de patrullas y controles en los lugares más inverosímiles propiciaron un sentimiento de responsabilidad con colas en las farmacias, las panaderías, el supermercado. Filas muy largas, casi eternas, en las que se recomendaba guardar distancia de seguridad y quien más y quien menos calculaba el metro y medio de preventiva separación, y en el mercado de Vilagarcía solo se autorizaba el paso a “cuatro clientes” de cada vez.

Salir a la ventana o al balcón fue el alivio durante el encierro.

Salir a la ventana o al balcón fue el alivio durante el encierro. / Iñaki Abella

Caótico todo aún, pero con la esperanza puesta en que el confinamiento durase solo los primeros quince días que Pedro Sánchez había anunciado el domingo anterior por la noche. Que no hubiera prórroga y apareciese el antídoto.

En la distancia, todo cerrado salvo supermercados, farmacias, estancos, quioscos de prensa, taxis con mamparas artesanales y algún pequeño comercio de bricolaje. En suma, para lo básico y también esas pequeñas reparaciones pendientes en casa, donde cada cual buscaba la forma de pasar horas eternas que solo se aliviaban con una pequeña salida a la ventana, a la terraza o al jardín, los más privilegiados.

Por el centro de Vilagarcía, empezaron a verse patrullas policiales, también a miembros del Ejército que exigían explicaciones y salvoconductos a aquellos sospechosos de que estaban burlando el confinamiento, y arriesgasen a los demás; por mucho que llevasen al perro a pasear, lo que derivó en algunas multas que se llegaron a tramitar por la Ley de Seguridad Ciudadana.

Protección a los vulnerables

Fue también el momento de algunas decisiones de los Ayuntamientos. Vilagarcía llegó a habilitar el pabellón de Fexdega para recibir a todos los “sintecho” de la ciudad, incluso gestionó la casa de los padres claretianos para acoger a aquellas familias que lo necesitasen por las circunstancias.

Fexdega se habilitó para los "sintecho" de la localidad.

Fexdega se transformó en albergue y acogió PCR y vacunas / Iñaki Abella

Comenzaron también las patrullas de los servicios de Protección Civil a recorrer la ciudad, a avisar de que de diez de la noche a las seis de la mañana no podía haber ni un alma por la calle, aunque pronto se convirtieron en los confidentes de cada barrio a los que llamaban para celebrar cumpleaños, para felicitar a los mayores de cada casa; para recordar, en suma que la vida debe seguir.

Renuncias obligadas

Y entretanto, decisiones muy difíciles de tomar por ciudadanos que anularon todas las fiestas, todas las ceremonias, todas las reuniones sociales: ni bautizos, ni Primeras Comuniones, incluso se supendieron varias bodas calculadas durante meses al detalle.

De ahí que empezaran a formarse grupos vecinales auténticos, esos que poco a poco fueron uniéndose para organizar desde la Semana Santa a través de los balcones, elaborar los Mayos o celebrar las Letras Galegas.

Porque también habrá muchos que ya habrán olvidado que el confinamiento se prolongó hasta casi el verano, y que luego llegaron los cierres perimetrales, que empezaron a hacerse PCRs por doquier y que llegaron finalmente las vacunas.

Un año horribilis que no queda más remedio que recordar ahora que se cumplen cuatro años y que el virus sigue latente; eso sí bajo un control mucho má sencillo por el buen hacer de los equipos sanitarios que trabajaron siete días de cada siete y que se convirtieron en los héroes. de España.

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