Mirador de Lobeira

Una vivienda por habitante

Antonio Touriño

Antonio Touriño

Más de cien mil viviendas salpican toda la geografía de O Salnés, aproximadamente una por cada vecino censado. Unas 15.000 vacías, pero aún así hay personas que viven a la intemperie. La verdad es que es un escándalo de tomo y lomo, pero las estadísticas así lo certifican. Muchas están deshabitadas, otras son segundas o terceras residencias, las siguientes pertenecen a grandes propietarios que las rentan y las de más allá, absorbidas por el banco malo tras las crisis del ladrillo. Pero lo que sí demuestra es que lo de la carestía de la construcción es una falacia.

Se debe convenir que algunas son ruinas y que hay todavía en pie 7.200 casas construidas antes de 1950 pero cuando el bum inmobiliario se gastó cemento a discreción, con 30.000 pisos a la venta solo en la primera década del siglo XXI. Llegó la crisis del ladrillo y se desinfló ese brutal crecimiento, tanto que desde aquella solo se han inscrito otras 9.000 viviendas más, pero uno de los principales problemas de la sociedad sigue sin resolver: la falta de un techo para los más desfavorecidos, tanto que obliga a recurrir a soluciones provisionales como el escaso alquiler social y promociones de casas baratas para paliar esa carencia de muchas familias cuyos sueldos y subsidios no dan para pensar siquiera en la hipoteca.

Muy pocas veces, o ninguna, se quiere hablar de esta realidad pues evidentemente es una riqueza en manos de algunos, quizás de muchos, pero no de todos. Pero sobre todo, callan las administraciones que perciben impuestos por cada ladrillo, por cada piedra que un constructor ha levantado a lo largo y ancho del territorio comarcal en el transcurso de la historia.

Urge fijarse en todas estas contradicciones pues existen medios para ponderar la situación y corregirla cuando se puede.

Claro que no se trata de que las administraciones expropien los bienes de nadie, ni siquiera que obliguen a sus dueños a ponerlos en venta o alquiler si los tienen vacíos durante todo el año, como en tantos sitios ocurre.

Los Ayuntamientos, como administraciones más próximas al ciudadano, deberían hacer una gestión plausible para que el parque inmobiliario existente pueda cubrir esas necesidades de techo que garantiza la Constitución.

Y para ello solo es preciso un estudio sobre las construcciones existentes, valorar las que pueden ajustarse a las necesidades de cada término municipal y llegar a un acuerdo con ese/esos propietarios que a veces no sabe siquiera qué hacer con ella, pues ni se la alquilan, ni la vende y ni siquiera puede vivir en ella.

Así que se trata de ponerse manos a la obra y que todos los departamentos municipales busquen la mejor solución, en vez de ir todos por su lado, como es costumbre en este egocéntrico país.

Servicios Sociales, Urbanismo, Hacienda, Medio Rural, entre otros departamentos que figuran en todos los organigramas municipales, deben trabajar al unísono e invertir la inteligencia para encontrar la fórmula más adecuada en su localidad, porque seguro que existe y con todas las garantías para los ciudadanos que las cedan y para quienes tengan la oportunidad de disfrutar de una política social más justa.

Seguro que si algún día no resulta utópico el planteamiento, O Salnés tendrá oportunidad de resarcirse de esa lacra del goteo contínuo de población: aumentarán los nacimientos, se formarán familias jóvenes, habrá mano de obra suficiente y empresas que se asienten en la comarca.

Piénsenselo bien, en las 101.885 viviendas que existen en O Salnés hay muchas posibilidades. Solo queda hacer el trabajo de encontrar el procedimiento más adecuado. Seguro que existe.

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