Un debut en la dorna muy especial

Lorenzo, hijo del antropólogo Staffan Mörling, competirá por primera vez junto a un amigo en la Copa que lleva el nombre de su padre

Lorenzo Mörling (der.), junto a un compañero durante un entrenamiento.

Lorenzo Mörling (der.), junto a un compañero durante un entrenamiento. / FdV

A.G.C.

Lorenzo Mörling, hijo del antropólogo sueco y afincado en Beluso, Staffan Mörling, ha viajado desde Estocolmo para participar, este fin de semana y el siguiente, en la Copa de dornas que lleva el nombre de su padre, fallecido el pasado 14 de mayo de 2020.

Hay impulsos difíciles de controlar y decisiones que requieren de poca meditación, o eso ha pensado Lorenzo Mörling Otero (Pontevedra, 1973), que, junto a su amigo Thomas Bjur, recorrieron más de 3.500 kilómetros para rendir un merecido homenaje a su padre. “Vivo en Estocolmo y vengo, normalmente a visitar Galicia durante las vacaciones. El año pasado estaba viendo la copa y me gustó mucho”, relata Mörling a pocas horas de competir con su dorna por los mares de A Illa de Arousa.

Más allá de la propia travesía en la que los participantes querrán ganar por ese gen competitivo, para Lorenzo tiene un valor sumamente especial y que lejos de buscar la victoria, el objetivo es bien distinto. “Mi padre realizó un trabajo grande en este sentido. Es muy importante que los jóvenes enseñemos por el mundo que con la madera se pueden hacer embarcaciones. Me encanta esta idea”, sostiene.

A escasos momentos de embarcarse en la dorna y mostrar su talento, los nervios y los recuerdos de su vida anterior en la comarca añaden al apartado emocional una dosis de motivación. “Estoy muy orgulloso de que la copa lleve el nombre de mi padre. Cuando me dijeron que se iba a llevar a cabo me tocó mucho el corazón. Mi amigo me animó para realizar la travesía este año y aquí estamos”, destaca Mörling feliz de poder representar en O Salnés el legado de su progenitor.

Staffan Mörling, y su mujer, Josefa Otero, hace unos años.   | // G. NÚÑEZ

Staffan Mörling, y su mujer, Josefa Otero, hace unos años. / Gonzalo Núñez

A pesar de las dificultades que entraña la dorna, para Mörling no es una experiencia nueva, puesto que en Suecia compite. Sin embargo, estas embarcaciones, por sus peculiaridades, entrañan unas dificultades que demandan ciertos entrenamientos. “Llegamos el domingo pasado y el lunes estuvimos en A Illa de Arousa para aprender los trucos para manejar la dorna. En un día vimos cómo hacer las maniobras y el martes ya estábamos navegando. Hemos dedicado toda esta semana para estar a punto en la competición. La dorna me encanta, me siento muy cómodo sobre el mar”, señala.

A pesar de esa comodidad, la adaptación es harto complicada. “Soy más de velero moderno y la dorna es distinta. Estamos centrando los entrenamientos en las maniobras para perder la mínima velocidad posible en el cambio de vela”, avanza.

Lejos de vaticinar un pronóstico en las regatas de O Grove y A Illa, Lorenzo Mörling prefiere ser cauto y disfrutar de la experiencia. “Todo el mundo quiere ganar la regata. Es muy complicado lograr la victoria. Competimos con gente que entrena cada día sobre la dorna y tienen un nivel muy alto. Lo más importante para mí es compartir y pasarlo bien. El objetivo, realmente, es enseñarle al mundo lo que estamos haciendo en Galicia”, sentencia con un sonrisa.

Una huella imborrable en la comarca

A pesar de su nacimiento en Suecia, Staffan Mörling vivió la mayoría de su vida en Beluso, donde desarrolló su trayectoria profesional como profesor de Inglés en la Escuela Naval de Marín. Durante su estancia en Galicia conoció a su mujer, Josefa Otero. “Era un gran apasionado de la isla de Ons y de leer libros, especialmente de Historia y de excavaciones romanas”, destaca su hijo.

Aunque falleció en mayo de 2020, su legado ha sido imborrable, siendo una persona muy querida en la zona y que se ganó a los vecinos con su simpatía. “Era una persona muy correcta que le encantaba analizar a la gente y compartir momentos con los vecinos. Si por algo destacaba era por su paciencia a la hora de abordar temas, siempre estaba dispuesto a aportar sus conocimientos a la gente que así lo requería”, señala Mörling.

Además de ello, según cuenta, era una persona muy familiar. “En las comidas siempre nos reuníamos y a él le encantaba hablar, estar todos juntos y compartir momentos”, indica. Si por algo destacó el antropólogo fue por el estudio de todas las tipologías de las embarcaciones gallegas, lo cual le permitió integrarse en la cultura marítima desde que apenas aterrizó en la Comunidad. “Fue un gran apasionado de las embarcaciones y del mar. Dedicó muchas horas al estudio de ello”, rememora su descendiente.

Su vínculo fue tal con Pontevedra que, una vez jubilado regresó a sus orígenes residiendo en Suecia. Sin embargo, esta circunstancia no fue impedimento para Staffan Mörling en regresar a Galicia y disfrutar de los encantos de la zona donde vivió la mayor parte de su vida. “Antes de fallecer, cada agosto y septiembre no dudaba en volver a su casa de Bueu y acudir a los rincones que más le gustaban como la isla de Ons”, remarca. Todo ello ha cristalizado en una Copa que pretende extender su legado al mayor número de personas posible. “Tenemos que conseguir que su legado traspase generaciones y perdure en el tiempo a través de esta competición. No hay mejor homenaje para él que esta prueba”, sentencia responsabilizado Lorenzo.

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