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Mirador de Lobeira

La propuesta con clase de Jorreto

La Estación Marítima de O Ramal diseñada por el prestigioso arquitecto Manuel Gallego Jorreto es una obra de arte que perduraría en el tiempo, pero que sobre todo ponía en valor un espigón que lleva el camino de convertirse en un aburrido apéndice de la ciudad porque las autoridades competentes prefieren dejar todo como está.

Ceder las dos naves del extremo a los parquistas de Carril por 27.000 euros al año hasta 2052 solo implica que se hipoteque de por vida la pretensión de que Vilagarcía vuelva a abrazar el mar y recupere los orígenes que la hicieron merecedora del lírico título de Perla de Arousa.

Ahora ese sueño se desvanece para siempre porque Ayuntamiento y Puerto han emprendido un camino de colaboración en el que cada institución obtiene réditos políticos y económicos, frente a los beneficios de la ciudadanía y de la ciudad con un muelle que solo eliminará verjas pero que va a quedar como hasta ahora: una simple explanada hormigonada para dar servicio a los camiones de clasificación del marisco. Dicen que también puede acoger una piscina de agua salada, comprometida hace ya más de un par de años, pero que sigue durmiendo el sueño de los justos.

Se pierde, por tanto, aquella visión de armonía que durante algunos años querían imprimir los gobernantes locales a los espacios más emblemáticos ¿Y qué lugar más significativo en Vilagarcía que su espectacular ría y su corazón en Cortegada?

A algunos quizás les dé igual que en la punta de O Ramal sigan las dos viejas naves de Carrasco y Prego -porque las van a reformar- pero a los ciudadanos les apetece también disfrutar ahora de las vistas que tapó la anárquica industrialización de los años sesenta y setenta en el litoral, sin que ello sea óbice para que el puerto siga creciendo.

Pero lo que ya parece cuento de otro costal es que se renuncie prácticamente a la idea de que Vilagarcía siga alejada de su esencia como pueblo litoral, cuando tenía la mejor oportunidad de poner en valor un privilegiado entorno pegado a la playa de A Concha-Compostela.

Promover O Ramal debería ser una prioridad. Pero para que realmente integre la ciudad hay que apostar por el buen gusto, por ofrecer a los ciudadanos un lugar de primera clase, integrado en el paisaje.

De ahí que no basten unas simples farolas, unos banquitos de hormigón y acero cortén o unas papeleras para dar vida a este privilegiado rincón de Vilagarcía.

El proyecto de Gallego Jorreto lo tenía todo; con un diseño moderno, funcional y sobre todo de enorme belleza, convirtiendo este espacio en un indudable reclamo para vecinos y turistas que pudieran llegar por tierra o en espectaculares cruceros. Lo que imprimía sobre todo la idea de Jorreto es vida para una zona que ha devaluado el trasiego de mercancías, el derrame de cereales y la otrora invasión de gaviotas.

Que ahora se apueste por un simple almacén no parece la mejor solución para que el lugar se identifique con Vilagarcía, básicamente porque no se trata de actuar sobre una simple colada como las que dejó el volcán de La Palma.

Descartar porque sí el proyecto de Gallego Jorreto es también una burla y desprecio al autor, una ofensa que al menos se merecería una explicación pública. Sobre todo porque los ciudadanos han tenido que pagar su brillante idea.

No siempre los intereses políticos deben priorizarse frente a los sueños de una ciudad condenada desde hace años por un urbanismo caótico, incluso a veces deprimente.

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