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Toda una vida ligada al deporte contada a través de veinte mil pines

José Reboredo ha recopilado una ingente cantidad de insignias de clubes en los últimos 40 años

José Reboredo mostrando solo una pequeña parte de la vasta coleccion de insignias deportivas que posee en su casa de Monteporreiro. | // RAFA VÁZQUEZ

A sus 74, José Reboredo Rodríguez es poseedor de una inmensa colección de escudos de clubes de fútbol. Hasta ahí podría ser un caso más de los muchos que se pueden encontrar dentro de una afición tan extendida como es el coleccionismo. Sin embargo, la excepcionalidad en el patrimonio de este cambadés residente en Monte Porreiro (Pontevedra) radica en los cerca de 21.000 pines, debidamente ordenados y clasificados que ha ido acumulando a lo largo de las últimas cuatro décadas con una pasión digna de todo elogio.

La historia de José Reboredo Rodríguez empezó en su Cambados natal. Paradójicamente, su imposibilidad para practicar deporte debido a los efectos de una enfermedad que limitó su movilidad no fue óbice para que encontrase en el fútbol un lugar para su recreo.

La cercanía a los clubes y su afán por ayudar y ser útil en beneficio de los demás enseguida le convirtieron en una pieza codiciada para cualquier entidad. De ello se dieron cuenta en uno de esos clubes que siempre tuvo en el talento su seña de identidad, el extinto Tótem de Vilagarcía, ciudad a la que José Reboredo llegó cuando Cupido llamó a su puerta.

José Reboredo con parte de su patrimonio de insignias en su casa de Monteporreiro. RAFA VAZQUEZ

Toda la familiaridad y cercanía que se encontró en aquel club fue toda una vitamina de vida para él. Ramón Cochón, alma máter de un proyecto que forma parte de la historia del deporte en Vilagarcía, captó para la causa a su amigo José. Como él mismo reconoce, “el Tótem es el club de mi vida. Llegué a ser seis años presidente ya en la última etapa. Fueron años increíbles, con muchísimos jugadores que pasaron por allí y muchos muy buenos”.

Escudos de oro del Tótem

En aquel club que solo trabajaba con categorías inferiores y vestía de verde y blanco surgió también el flechazo con los pines deportivos a raíz precisamente de una anécdota que todavía recuerda con nitidez pese a que ya sucedió hace cerca de 50 años. “La joyería Jiménez de Vilagarcía nos hizo unos escudos de oro del Tótem y ese fue el primer pin que tuve y el que se convirtió en el principio de todo esto”, apunta.

Los años fueron pasando y los tiempos de esplendor de la entidad que llevaba el nombre de una famosa discoteca vilagarciana también. Muchos de sus jugadores recalaron en el Arosa y con ellos también José Reboredo Rodríguez. “Teníamos muchos chavales de gran calidad. El equipo juvenil del Arosa tuvo aquel año una base toda del Tótem con jugadores que luego legaron al primer equipo como Manolo Bugallo, Moncho Díaz, Casal o Maikel”, recuerda José.

La función de delegado fue la que ocupó el cambadés en su periplo por A Lomba. Precisamente en uno de los viajes con el club arlequinado lo que solo era un pin, empezó a convertirse en una sucesión irrefrenable. “Fue en un desplazamiento a Avilés. Me regalaron una insignia del club y ahí empezó todo. Fui conociendo a mucha gente del fútbol y las insignias eran un gesto de cortesía muy habitual. Pronto empecé a tener más y más que iba ordenando y clasificando”, apunta el cambadés.

Su don de gentes, en tiempos en los que no existían las redes sociales, se convirtió en su llave maestra para llegar a muchísimas personas que le fueron proporcionando contactos sobre los que multiplicar poco a poco su colección. Una enorme colección de insignias que ya no puede hacer crecer con tanta voracidad, básicamente, por problemas de espacio en su actual casa de Monte Porreiro.

Sin espacio material para seguir coleccionando

Dentro de la extensísima colección de pines de José Reboredo hay uno del que se enorgullece especialmente. “Soy la única persona que tiene un pin del Tótem de plata, hasta tengo yo el molde”, recuerda con orgullo. Carpetas, marcos, clasificadores... Todo tipo de material es válido para tener ordenada tan increíble recopilación entre la que se encuentran también cerca de 3.000 pertenecientes a clubes y federaciones extranjeras. Nombre del club, año de fundación y campo en el que disputan sus encuentros. Esos son los tres vectores innegociables en la documentación de cada uno de los pines. “Hasta Tercera División creo que tengo de todos los equipos de España, pero también tengo muchos de regional e incluso alguno de algún equipo infantil”, sostiene el cambadés. Los avatares de la vida han llevado a José Reboredo a vivir desde hace algunos años en Pontevedra, concretamente en Monte Porreiro. Allí, junto a su pareja Elsa Solano, pasa sus días rodeados de cada una de las historias que se esconden detrás de cada pin, pero obligado a olvidarse de seguir ampliando su patrimonio deportivo dado que los metros cuadrados de su vivienda ya le han dicho basta más de una vez. Una auténtica demostración de empeño y dedicación por un arte, el del coleccionismo, que requiere de una implicación tan admirable como la de José Reboredo.

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