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Demasiados restos franquistas en la comarca

Cruz y placas en homenaje a los falangistas de Cambados en Santa Mariña.

A pesar de los esfuerzos que ha realizado en los últimos años la mayoría de los concellos de la comarca, todavía son muchos los resquicios franquistas que siguen oprimiendo cada día a los arousanos. Bustos, placas conmemorativas, nombres de calles y hasta yugos y flechas están todavía presentes para sonrojo de las diversas corporaciones municipales que han encontrado ya el visto bueno para retirar los homenajes. Gobiernos socialistas, y también populares, han sido adelantados en materia progresista por colectivos sociales tan tradicionalmente conservadores como la Iglesia.

Los avances en materia de reparación histórica que ha hecho O Salnés a lo largo de sus años democráticos no son pocos.

La comarca está sobrada de ejemplos, como el de Vilanova, que en 2006 retiró de su callejero las calles dedicadas a franquistas, O Grove, que hizo lo propio incluso antes y también retiró intentando darle la mínima importancia un monolito franquista, como si nunca hubiera existido.

Los procesos de reparación ya son otra cosa, pero lo cierto es que las actuaciones de este calado, cuanto más rápidas y eficaces en su sencillez, mucho mejor para la sociedad.

La placa de la Rúa Rey Daviña, en pleno centro de Vilagarcía.

Tras las fronteras de esas dos villas, aunque también existen trabajos de reparación, se esconden numerosos tributos dedicados a un abanico de franquistas muy variopinto, unido por los valores antidemocráticos.

Desde “caídos” locales, cuyos nombres figuran en placas, hasta políticos y militares, pasando por el propio Franco, al que todos admiraban.

El vergonzoso recorrido que se puede realizar por las tierras de O Salnés para ser testigo de los vestigios de la dictadura se detiene sobre todo en Vilagarcía (que en aquellos años era un nido de franquistas) y en Meaño, sin olvidar otros municipios, como Cambados y su iglesia de Santa Mariña.

Iglesia de Dena, en Meaño, donde hay placas franquistas. A.V.

Por dejar zanjado este caso, puede comenzarse por él. Cambados tiene colgada de la fachada de su iglesia parroquial una cruz acompañada de dos placas que recuerdan a los franquistas que murieron durante el periodo de la Guerra Civil y, pese a que ha obtenido el permiso de la Iglesia para su retirada, con la pandemia se diluyó el proyecto hasta, por lo que parece, ser guardado en un cajón.

Una procesión pasa ante la cruz falangista de Santa Eulalia. A.V.

El caso de Vilagarcía tiene también una cruz y una iglesia como protagonistas. Nada menos que el líder falangista José Antonio Primo de Rivera es quien encabeza este “monumento”, colgado de la iglesia de Santa Eulalia, en pleno centro.

Las intentonas por sacarla han sido varias, tanto a la cruz como al par de placas repletas de nombres de falangistas que la flanquean, pero hoy todavía sigue ensuciando la fachada de la iglesia vilagarciana.

El busto de Calvo Sotelo, frente al colegio Anexo de Vilagarcía. A.V.

En estos momentos, desde hace unos meses, Ravella se encuentra “buscando fondos” para retirarla, luego de haber conseguido el permiso de Patrimonio y del Arzobispado hace unos 15 años.

Los pidió de nuevo hace unos meses, “por si hubiesen preescrito”, pero la Xunta y la Iglesia coincidieron en que el Concello ya tenía todo en orden desde hace años.

Placa de la iglesia de Simes. A.V.

Para seguir con las iglesias, este via crucis franquista obliga a pasarse por Meaño, donde tres de sus templos portan insignias franquistas de recuerdo a sus falangistas.

Son las de Dena, Simes y Padrenda, cuyos sacerdotes pasan palabra ante la polémica y el Concello no tiene la menor intención de actuar, pese a que incumple la Ley de Memoria Histórica.

La placa de la Rúa Conde Vallellano, Vilagarcía.

Calles y obras públicas

Meaño alberga también en sus lavaderos y fuentes símbolos franquistas. El de Cobas agradece su agua a Franco, directamente, mientras que en el de Dena son visibles al acceder el yugo y las flechas falangistas sobre una placa.

Lavadero de Dena, Meaño.

Una de las partes de cualquier ciudad más afectadas por la lacra franquista son las calles. Vilagarcía alberga a personajes tan oscuros como el General Yagüe, asesino de guerra; el alcalde franquista Rey Daviña, el Conde Vallellano o Rivero de Aguilar.

Están sobre la mesa los cambios de nombre desde hace años, pero Ravella no mueve ficha, como tampoco lo hace con el busto del falangista Calvo Sotelo, que se encuentra frente a nada menos que un colegio, el Anexo de A Lomba.

Lavadero en Cobas, Meaño, donde se lee: “Bajo la égida [protección] del caudillo Francisco Franco”.

Tiene miga este busto, pues su autor es Asorey, y la obra está protegida. Aún así, no hay duda de que supone la exaltación de un líder falangista, por lo que la Ley de Memoria Histórica no debería permitirle seguir en la calle.

Hay espacio para la reparación democrática

Ayuntamientos como el de Vilagarcía, y no solo su Concello sino también sus vecinos, han desarrollado en los últimos años infinidad de iniciativas y proyectos para honrar la memoria democrática de la II República y en favor de la justicia a través de la reparación, pero no parece que acaben de dar el paso para retirar las ofrendas públicas a la dictadura, al menos en el caso vilagarciano.

Por parte del Ayuntamiento, la última de ellas es la que llevó a cabo colaborando con investigadores de la Universidade de Santiago para abrir una fosa común y devolver los restos de quienes allí fueron enterrados a sus seres queridos.

Pero no solo eso, anteriormente dedicó una calle a Elpidio Villaverde, alcalde republicano o erigió monumentos para honrar a los represaliados durante la guerra y la dictadura, desde los propios de la ciudad hasta aquellos ilustres, como puede ser el caso de Miguel Hernández.

Son ejemplos de estas iniciativas populares las que han llevado a cabo en O Faiado da Memoria, dignificando a los represaliados del franquismo, al organizar rutas que dan a conocer la memoria histórica de su ciudad o atesorando y compartiendo documentos e imágenes históricos.

Los vecinos de Vilagarcía, representándola, también se han movido, pues son conscientes de la lacra fascista. Sea por la vía del apoyo pasivo, participando en las rutas de la memoria de O Faiado da Memoria, o por la del activo, publicando hasta documentales, como el “Dores” de las hermanas Laura y Coral Piñeiro.

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