Solo entre Vilagarcía y O Grove suman más de un centenar de casos activos de COVID. La capital arousana ha duplicado los positivos en cuestión de cuatro días, pasando de 29 el pasado miércoles a 61 el domingo, con un incremento superior a los diez contagios diarios. No obstante la incidencia no es tan preocupante como la del municipio meco, con más de 250 casos por 100.000 habitantes tanto a catorce días como a siete. En Vilagarcía la incidencia se sitúa por debajo de 250. En cifras absolutas O Grove ha alcanzado las 42 personas infectadas.
En el resto de la comarca la sexta ola también se está dejando notar, si bien en menor medida. Vilanova computa 18 casos activos, Cambados 13 y Meaño 2. Ayer por la tarde los últimos datos publicados de Ribadumia y de Sanxenxo eran del sábado, con 16 positivos en cada concello. Catoira es la única localidad de la zona con el contador a cero.
Quince enfermos hospitalizados
Con respecto a los ingresos, ascienden a quince en el área sanitaria. En 24 horas Montecelo ha pasado de 9 a 11 enfermos en planta y el Hospital do Salnés de 1 a 2. También ha incrementado la ocupación en la UCI, de 1 a 2 pacientes COVID.
La cifra de fallecidos por coronavirus entre los distritos sanitarios de Pontevedra y de O Salnés asciende a 206 desde el inicio de la pandemia. El último, un hombre de 92 años con patologías previas que murió en Montecelo. El área sanitaria contabiliza 456 casos activos de COVID, 48 más que el día anterior.
Con respecto a la administración de las terceras dosis de la vacuna, esta semana habrá novedades. Los enfermeros que trabajan en el edificio de la antigua Comandancia de Marina de Vilagarcía terminaron ayer de inocular el refuerzo de Pfizer a los arousanos de 70 a 79 años y hoy continuarán exclusivamente con personas que en su día recibieron Janssen. Están convocados 1.300 entre la mañana y la tarde.
Gran afluencia todo el fin de semana
Ayer la citación bajó considerablemente (270 de 70 a 79 años y 500 de Janssen) con respecto al fin de semana, cuando se vacunaron en la avenida de A Mariña del orden de 1.500 personas diarias (entre viernes y domingo), entre las que tenían cita y las que no. Y es que está siendo frecuente que ciudadanos que estaban sin inmunizar se animen ahora a inocularse la primera dosis de Pfizer. Suman entre 20 y 30 personas diarias en la Comandancia. “Lo hago porque me obligan” es una de las frases más repetidas entre los nuevos vacunados.
Cada día acuden una media de entre 20 y 30 personas a la Comandancia para administrarse la primera dosis
Pasaporte COVID
Cabe recordar que desde el sábado para poder comer en un restaurante es necesario presentar el pasaporte COVID. Es decir, que se exige la vacunación o bien una prueba negativa de menos de 72 horas certificada por una farmacia o un médico. Para acceder a los bares también se requiere desde las 21.00 horas. “La sensación es la de siempre. Normas arbitrarias que no forman parte de ninguna solución. Pero la gente está cumpliendo, aún teniendo claro que no vale para nada”, comenta un hostelero de Vilagarcía.
Primero AstraZéneca y ahora Pfizer
Mañana habrá cambios destacados en esta nueva fase de vacunación: empieza a recibir la tercera dosis la población de 60 a 69 años. A todas estas personas se les administrará refuerzo de Pfizer independientemente del suero que se hayan inoculado anteriormente. Una buena parte de ellos se pusieron AstraZéneca (menores de 65).
Es necesario que hayan pasado tres meses desde la última dosis en el caso de AstraZéneca y Janssen, mientras que para los que se pincharon Moderna y Pfizer el periodo es más largo: seis meses.
Las personas que padecieron el COVID pueden vacunarse independientemente del tiempo que haya transcurrido desde el contagio.
Precariedad en el servicio de cocina del Hospital do Salnés
El sindicato CIG convocó ayer por la mañana una concentración frente a las puertas del Hospital do Salnés para solicitar la readmisión de una trabajadora despedida de la cocina del Hospital do Salnés, un servicio que el Sergas tiene externalizado en la empresa Catering Arcasa.
El sindicato considera que la extinción unilateral del contrato de María Teresa López responde a “represalias” por defender sus derechos laborales, puesto que la carga de trabajo se ha disparado en los últimos meses en el servicio al no sustituir la empresa las bajas y reducciones de jornada, según la versión aportada por CIG. Así, en la cocina están trabajando un cocinero y un auxiliar, cuando la dotación de personal debería ser el doble.
Según el testimonio de María Teresa López, estuvo ocho meses de baja a consecuencia de un cáncer y a los cinco de reincorporarse le dieron la carta de despido alegando bajo rendimiento.
