El Domingo de Ramos quedó circunscrito a los actos litúrgicos en los templos y se echó en falta la alegría en las calles cuando las familias iban de estreno para ver el recorrido de la Borriquita.
Los fieles abarrotaron las iglesias, los sacerdotes bendijeron los ramos desde el altar y algunos niños pudieron agitar al viento sus elaboradas palmas compradas en unos grandes almacenes porque hasta los artísticos mercadillos se suspendieron este año en Vilagarcía o Cambados.
Los fieles agradecen que “por lo menos hayamos podido asistir a la misa pues el año pasado la vimos por televisión”.
El Domingo de Ramos es uno de los días más esperados por las familias católicas que acostumbraban a llenar las calles de O Salnés para asistir a las multitudinarias bendiciones de palmas antes de ver desfilar a La Borriquilla en su imaginario camino hacia Jerusalén y que ayer permaneció confinada en los templos.
Tradición y devoción al unísono
Una tradición que por segundo año consecutivo ha sido suspendida, pero quedó la ilusión de muchos creyentes que han llenado el aforo de las iglesias de Vilagarcía, Cambados, O Grove y otras localidades de la comarca en las que se impartió la bendición durante la misa central del día.
En la parroquia de Santa Eulalia de Arealonga, la ceremonia se celebró a las once de la mañana y los fieles llenaron todos los asientos reservados y hasta hubo fieles que tuvieron que oir la misa fuera, desde el atrio, a su pesar.
En Cambados, la celebración se desarrolló en Santa Mariña Dozo, también con las mismas restricciones por la precaria situación sanitaria actual.
Fiesta de Interés Turístico
Ejemplo igual de claro el que se observó en Santa María de Paradela (Meis), que ayer tenía que comenzar su Semana Santa viviente, declarada de Interés Turístico de Galicia.
La pequeña iglesia románica se quedó pequeña y muchos fieles oyeron misa desde el exterior donde esperaron también la bendición de sus ramos pues el sacerdote salió con su hisopo para complacencia de todos los fieles.
Sin Semana Santa viviente en Paradela
Dolores y Esther Mondragón, Dolores Valiño y Celia Moraña, vecinas de la localidad, aceptaban con resignación las limitaciones impuestas pero no olvidan la espectacularidad de otros años.
“Por lo menos, en esta ocasión hemos podido venir a misa y el sacerdote bendijo los ramos pues hace un año no hubo”, recuerdan a la vez que expresaban sus deseos de que pronto haya remedio contra la pandemia.
Otra vecina, al término de la misa, se quejaba por la terquedad del virus: “A ver si desaparece pronto y podemos volver a hacer vida normal”, insistía.
En esta ocasión hemos podido venir a misa y el sacerdote bendijo los ramos pues hace un año no hubo: estábamos confinados
Y es que la Semana Santa Viviente también ha sido suspendida este año. “No habrá nada, salvo el video que grabó el Ayuntamiento como promoción de la fiesta”, asegura Enrique Barros, el actor que más veces representó en los últimos años a Jesús en la Última Cena y en los que fue fustigado a latigazos en su traslado al Monte da Croa para sufrir finalmente la crucifixión.
La comunidad peruana echa en falta el ambiente
“Nos da mucha pena que no se haya podido celebrar la bendición de Ramos porque es una fiesta muy bonita para nosotros y para los niños”. Así se expresaban ayer a mediodía los miembros de las familias Zambrano y Sánchez, de camino hacia la plaza de Fefiñáns donde cada año se celebra una espectacular ceremonia en la que se representa la llegada de Jesús a Jerusalén. “Somos peruanos y llevamos 16 años en Cambados donde se celebra una Semana Santa preciosa y de mucha devoción”, admiten al unísono. Acompañadas por dos niños portaban ramos de olivo que acaba de bendecir el arcipreste arousano y párroco de Santa Mariña Dozo, José Aldao. Y es que este año, la celebración litúrgica se desarrolló en la parroquial mientras que el templo de San Benito que preside la histórica plaza de Fefiñáns permanecía cerrado a cal y canto. Siempre fue el epicentro de esta celebración con la que empiezan los actos de la Pascua.