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El colegio que aprende ayudando a crear vida

El nacimiento de los polluelos fue celebrado por toda la comunidad escolar. | // IÑAKI ABELLA

El gallo Felipe celebró un día del padre muy especial. | // I. ABELLA

La gallina Pepa recibió todo el cariño de los alumnos. | // I. ABELLA

Aquello que empezó casi sin querer después de la pasada Navidad, se ha convertido en un motivo ejemplarizante para la implicación, la formación y la identidad de una comunidad escolar. El Centro de Educación Especial ha celebrado en las últimas horas un nacimiento muy especial después de unos meses de cuidados de un gallinero del que todos se sienten orgullosos.

El Día del Padre tuvo al gallo Felipe como protagonista en las últimas horas. Todo tras el alumbramiento de Pepa, la mamá gallina de tres pequeños “pitiños” que se convirtieron en todo un acontecimiento después de que el cuidar el gallinero se convirtiese la actividad más demandada por la gran mayoría de los 43 alumnos del centro vilagarciano.

“Empezamos con unas gallinas pequeñas. Poco a poco fueron entrando en las tareas semanales y todos los grupos se responsabilizan de su cuidado. Les dan de comer, cuidan el gallinero y cuando ponen huevos los llevan a las hueveras que tiene cada clase. Así ven el resultado de su trabajo todos los días. Luego se llevan los huevos a casa y se hacen bizcochos y postres que traen a degustar al colegio”, apunta Paula Couto, jefa de estudios.

Aquel regalo de una de las madres del centro, en forma de un gallo y dos gallinas, pronto derivó en una identificación tal que fueron bautizados como Felipe, Pepa y Josefina, sumándose luego también Estrella. “Nos ayuda en el propósito de la formación integral del alumnado. Además es una actividad en contacto con la naturaleza que es algo que también potenciamos. Cada clase tiene su unidad didáctica adaptada y todo lo relacionado con el gallinero es algo que les encanta”, añade la profesora.

Incluso uno de los alumnos, que tiene gallinero en su casa, se ha convertido en el experto del centro en la materia en cuestión. “Los profesores somos nuevos en estos cuidados y es él el que nos va guiando en muchas cosas. Incluso fue él que el que nos advirtió que Pepa iba a ‘chocar’ y así fue 21 días después”.

Recuerda Paula Couto como los días previos al nacimiento “todos estaban pendientes del gallinero y preguntando cuando iban a nacer los pitiños. Incluso durante las clases se pasaban tiempo mirando para el gallinero que además es súper moderno y están encantados de pasar tiempo allí cuidando de todo”.

Darle de comer las berzas que le regalan algunos padres cultivadas en sus propias casas o incluso productos que salen de la propia huerta del colegio, es algo que entretenía y enriquecía la formación de los alumnos como suma empírica a todos los aprendizajes teóricos a desarrollar en las aulas.

Algunos de los alumnos pertenecientes al espectro autista, que son reacios al contacto con otro ser vivo, han ido mostrando interés por la evolución de los “pitiños” con los cuales interactuaban la gran mayoría de grupos del centro

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Incluso la cercanía generada con los Felipe, Pepa, Josefina y Estrella suscitó situaciones de un alto contenido integrador. Algunos de los alumnos pertenecientes al espectro autista, que son reacios al contacto con otro ser vivo, han ido mostrando interés por la evolución de los “pitiños” con los cuales interactuaban la gran mayoría de grupos del centro. Un hecho que descubre el alto valor de las actividades y sus fines.

Un colegio que, por otra parte, ya cuenta además de con la huerta y el gallinero, otro espacio para el cultivo de especies como el tulipán o el perejil. Una “sementeira”, como ellos la conocen, y que también refuerza la inyección de conocimiento que se pretende, además de ejercer de abastecimiento para el propio comedor escolar. De chapeau.

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