Los confinamientos perimetrales y la limitación de la movilidad parecen estar detrás de dos aspectos que empieza a preocupar, y mucho, en la comarca, como son el aumento de los vertidos incontrolados en los montes y una mayor cantidad de atropellos de animales.
Empezando por esto último, se han registrado importantes accidentes tanto en O Salnés y el Ullán como en Arousa Norte (Barbanza). Y tanto en carreteras secundarias como comarcales, nacionales y de alta capacidad.
En las autovías
Las autovías de O Salnés y Barbanza, al igual que la vía rápida de Sanxenxo, son buen ejemplo de ello, como los son la carretera que une Pontecesures con Vilagarcía y la que avanza desde Catoira hacia Caldas, donde al atropello de jabalíes y zorros se sumó incluso el de un caballo, hace unos años.
Los jabalíes siguen provocando el mayor número de accidente cuando se cruzan en la calzada, a veces de forma individual y otras, en manada.
Hace unos días, sin ir más lejos, una familia de estos animales provocó un aparatoso suceso en la Autovía de Barbanza, en el tramo comprendido entre el nudo de enlace de Catoira y Rianxo.
Un Porsche
En este caso fue un turismo de la marca Porsche el que, en la madrugada del sábado, impactó brutalmente contra tres ejemplares, acabando con su vida y sufriendo importantes daños materiales.
“Pero no fue, ni mucho menos, el único accidente protagonizado por jabalíes en las últimas semanas”, explican en la agrupación de voluntarios de Protección Civil de Rianxo.
Tanto en esta entidad como en otras similares de O Salnés y Barbanza coinciden con cazadores y conductores implicados al decir que este tipo de sucesos pueden deberse a una “relajación” o “exceso de confianza” de los propios animales.
Menos tráfico
La explicación es que desde que comenzó la pandemia, se decretaron confinamientos y se introdujeron medidas que limitan o condicionan la movilidad por carretera. Se ha reducido de forma notable la presencia de vehículos, y esto hace que los jabalíes, zorros y otros animales se confíen y bajen la guardia cuando tratan de cruzar.
Esas mismas limitaciones de movilidad podrían estar detrás del aumento de vertidos en los montes arousanos.
Ya sea por comodidad, o porque se confían al ver disminuye la presencia de otras personas en los montes, los desaprensivos que cometen este tipo de atentados ecológicos actuaron recientemente en localidades como Meaño y O Grove, tal y como se informó en los últimos días.
El caso de Pontecesures
Pero estos focos contaminantes se localizan también en San Miguel de Deiro (Vilanova), Catoira, Vilagarcía y en prácticamente todas las localidades de O Salnés y Ullán, sin excepción.
Los últimos en denunciarlo han sido los vecinos de Pontecesures, tras detectar la acumulación de neumáticos y cristales en el Monte Galiñeiro.
Condena unánime
La condena de los ciudadanos tras detectarse el vertedero de Pontecesures ha sido unánime a través de las redes sociales, como sucedía unos días antes en la localidad meca.
Los pontecesureños piden a los responsables que cesen de una vez por todas esta práctica y les recuerdan que hay contenedores, gestores autorizados, puntos limpios y otros lugares y servicios en los que deshacerse de este tipo de restos, en lugar de tirarlos en espacios naturales.
Como sucedió en O Grove, en Pontecesures fueron muchos los que defendieron la colaboración ciudadana como fórmula para dar con los autores de estos atentados ecológicos, a quienes califican de “guarros”.
Los comuneros detectan múltiples focos de contaminación
Las comunidades de montes de la comarca confirman la existencia de múltiples focos de contaminación, tanto en sus terrenos como en el espacio público o privado.
No hace mucho se hacía eco de ello la de San Miguel de Deiro (Vilanova), donde denunciaban la existencia de un vertedero incontrolado en la zona de O Castelete.
En este caso se detectan multitud de objetos plásticos, cristales y un largo etcétera de residuos.
Algunos vertederos resisten durante meses tras ser denunciados
La amenaza que pesa sobre los montes arousanos no solo se debe a la existencia de vertederos incontrolados, sino también a la tardanza en eliminarlos.
Baste como ejemplo lo sucedido en Meaño, pues como se denunciaba hace días, el vertedero detectado en el monte Penaguda seguía en el mismo lugar dos meses después de haber sido detectado y denunciado por los vecinos de Dena.