Pontecesures, con una población de 3.092 habitantes y 47 casos diagnosticados como positivos, se ha convertido en uno de los municipios más castigados por el coronavirus, al menos proporcionalmente. “Pensábamos que no íbamos a llegar a esto, pero en menos de diez días cambiaron los indicadores para situarnos como uno de los concellos con mayor incidencia de la provincia”, manifiesta Juan Manuel Vidal Seage, el alcalde conservador de la villa ribereña.
Para tratar de explicar lo sucedido cree que “hay que preguntarse qué se pudo haber hecho mal, y todas las respuestas apuntan a que las fiestas navideñas están pasando factura”.
Es por ello que dice tener una sensación agridulce, convencido de que, en cierto modo, “se registra una especie de anomalía estadística”. Lo que quiere decir es “que si bien estadísticamente se trata de muchos casos, no cabe duda de que están muy focalizados”.
Esto lo lleva a manifestar que “situaciones extraordinarias como la que estamos padeciendo requieren de medidas extraordinarias, de ahí que nos situemos en el máximo nivel de restricciones frente a la pandemia, porque a veces es mejor pecar de conservadores que de insensatos”.
Esas limitaciones a la movilidad van a causar importantes trastornos, “especialmente para la hostelería y los negocios locales, cuyos propietarios ya me trasladaron su preocupación por poder disponer solo de sus terrazas y ya buscan alternativas”, relata el primer edil.
Pero la situación no solo afecta a los hosteleros, sino “también a nuestros vecinos, familiares y amigos de Valga, ya que somos dos municipios que coexistimos y cohabitamos en el día a día, lo cual tampoco va a poder ser a partir de ahora, por lo que se trastocan por completo los planes de todos los ciudadanos”.
Ni que decir tiene que todo esto “va a suponer un cambio trascendental en el modo de vida de todos nosotros; un trastorno que quizás tardemos en asumir pero al que debemos adaptarnos”, espeta Seage.
