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Las obras en los edificios se demoran hasta medio año al verse desbordadas las empresas

Jacinto Vidal: “Tenemos mucho trabajo porque arrastramos todo el que no hicimos entre marzo y junio” | En verano se dispararon los encargos de las comunidades de vecinos

Obras en la fachada de un edificio de Vilagarcía. | // NOÉ PARGA

A las comunidades de vecinos que están esperando por obras de mantenimiento en sus edificios les toca armarse de paciencia. Las empresas de construcción no dan abasto, y ya hay casos de trabajos que se demoran medio año. Así lo atestiguan administraciones de fincas de Vilagarcía y las propias firmas del sector. “Las empresas tenemos mucho trabajo porque estamos arrastrando todo el que no pudimos hacer entre marzo y junio”, manifiesta el constructor Jacinto Vidal. “Al empezar la desescalada nos pusimos a hacer lo que teníamos de antes, pero coincidió con el principio del verano, que es cuando todas las comunidades de vecinos quieren obrar en sus edificios”, añade el empresario.

La pandemia de coronavirus también afecta de un modo u otro a las comunidades de vecinos. Han crecido los impagos de cuotas; en algunos inmuebles se han disparado los gastos comunes, derivados de las desinfecciones especializadas o la instalación de dispensadores de hidrogel o alfombras desinfectantes; y solo se celebran juntas de vecinos en ocasiones excepcionales, lo que obliga a prorrogar los presupuestos y los a menudo incómodos cargos de presidente.

Pero una de las consecuencias indirectas más preocupantes que el coronavirus ha tenido para los residentes en edificios comunitarios es que hay lista de espera para las obras de mantenimiento o reparación convencionales. Carlos Díaz, de la administración CD Fincas, explica que al inicio de la pandemia se creyó que las empresas de la construcción lo iban a pasar muy mal debido a la inminente crisis económica, “y sin embargo, está sucediendo todo lo contrario”.

“Las empresas están juntando la obra nueva con la que no pudieron hacer durante el confinamiento de primavera. Esa situación provoca que las obras se retrasen”, añade Carlos Díaz. “Nosotros tenemos obras pendientes desde hace dos, tres y hasta cuatro meses”, prosigue.

Otra administración de fincas de Vilagarcía, Marfer, confirma este diagnóstico. “Las obras de mantenimiento van con mucho retraso”, manifiesta un portavoz de la asesoría. Estas demoras suelen molestar mucho a quien lleva meses esperando por el aislamiento de una fachada, la reparación de un tejado o la eliminación de unas humedades en la vivienda, pero Marfer explica que la situación es generalizada en todas las empresas. Lo que sí creen en esta administración es que algunas firmas deberían ser más respetuosas con los compromisos ya adquiridos, pues perciben que algunos empresarios anteponen los presupuestos de más dinero a los aceptados con más antigüedad.

Hasta ocho meses

Jacinto Vidal afirma que hay casos en que las esperas pueden llegar a ser de hasta ocho meses, pues hay que contar con la disponibilidad de los andamios. Aunque sostiene que son casos raros, y que por norma general la espera no debería exceder los dos o tres meses.

El empresario señala que durante el confinamiento de primavera las constructoras trabajaron muy poco en los edificios colectivos, pese a que la ley sí se lo permitía con la condición de que los operarios no accediesen al interior de los inmuebles. Pero Vidal afirma que en ese momento los recelos de los vecinos eran de tal calado que incluso ponían impedimentos a tener gente trabajando en las fachadas o los tejados. “Toda esa obra quedó sin hacer, y el resultado es que ahora estamos terminando los trabajos de aquella época mientras cogemos los que van entrando”.

Las administraciones de fincas se quejan también de que resulta muy complicado encontrar a determinados trabajadores, especialmente a fontaneros o carpinteros. Jacinto Vidal, sin embargo, afirma que, “ahora mismo se echan en falta oficiales en cualquier ramo”. De hecho, alerta sobre la falta de mano cualificada que sufrirá Galicia dentro de una década, “cuando empiecen a jubilarse los albañiles que ahora rondan los cincuenta años”.

Presidentes cansados tras dos años en el cargo

“Tenemos comunidades con presidentes que ya llevan casi dos años en el cargo. Están cansados, pero ahora mismo es muy difícil convocar juntas de vecinos”, sostiene Carlos Díaz. La pandemia también ha trastocado por completo la forma de la relacionarse que tenían las administraciones de fincas con los vecinos. Salvo en situaciones excepcionales, han dejado de celebrarse las clásicas reuniones en el portal, en las que se renovaba el cargo de presidente, se aprobaban los presupuestos anuales y los vecinos hablaban sobre las necesidades de los inmuebles. En Marfer indican que solo se convocan las juntas para abordar la realización de obras urgentes, como las necesarias para resolver desprendimientos de fachadas o filtraciones graves. Y cuando se convocan, “las celebramos en la calle o en un garaje”, explican en la empresa. Sobre el papel, las reuniones de vecinos están autorizadas, incluso en los municipios sujetos a restricciones, como el de Vilagarcía. Pero no es fácil cumplir los requisitos que pide la Xunta. Así, no pueden congregarse más de 30 personas, aunque el local de celebración ha de ser lo suficientemente amplio para que cupiesen en su interior al menos 60; y entre los asistentes tiene que haber más de metro y medio de distancia. Sin embargo, las administraciones de fincas, y la mayoría de las comunidades de vecinos opinan que no es el momento de asumir riesgos, de ahí que se estén aplazando prácticamente todas las juntas. El Colegio de Administradores de Fincas ha recomendado que, en este escenario, se prorrogue el mandato de los presidentes y el importe de las cuotas mensuales. Además, las administraciones remiten a los vecinos por correo o internet la información contable del inmueble. En Marfer señalan que, “si debido a un imprevisto nos vemos obligados a solicitar a los vecinos una derrama por falta de liquidez en la comunidad, lo que hacemos es remitir una carta a los vecinos indicándoles que se procederá al cobro de una cuota de urgencia”. En su día se planteó la posibilidad de celebrar las juntas por vía telemática. Sin embargo, esta es una opción que la Ley de Propiedad Horizontal no contempla. Actualmente, solo pueden celebrarse encuentros presenciales –o en los que el propietario delega en un representante–, de ahí que fuese necesario legislar para abrir la puerta a las reuniones de vecinos a distancia.

“Es previsible que, a medida que pasen los meses, aumente el porcentaje de devolución de recibos”

Los expedientes de regulación de empleo, los cierres intermitentes a los que están expuestos numerosos negocios, el túnel en el que están sumidos sectores como los del ocio nocturno o las ferias... Ingredientes diversos para un cóctel que está provocando que miles de familias estén pasando apuros económicos a raíz de la pandemia de COVID. Y una de las consecuencias de esta crisis es que aumentan los impagos de cuotas en las comunidades de vecinos. En un informe reciente, el Consejo General de Colegios de Administraciones de Fincas de España estimaba que el porcentaje medio de morosidad en los edificios podía situarse ahora entre el 40 y el 45 por ciento de los propietarios o inquilinos, entre cinco y diez puntos porcentuales por encima de antes de la crisis. No obstante, esta situación todavía no se está produciendo en gran medida en Vilagarcía. En Marfer sostienen al respecto que, “empezamos a notar un pequeño porcentaje de devolución de recibos. Por ahora no es muy significativo, pero es previsible que a medida que pasen los meses ese porcentaje se incremente”. Carlos Díaz, de CD Fincas, manifestó a su vez que tampoco se está notando un repunte considerable de morosidad, aunque sin descartar que esta pueda salir a la superficie si la economía no remonta en 2021.

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