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El picudo desaparece de Rodrigo de Mendoza

La última gran palmera de la céntrica calle vilagarciana fue talada esta pasada madrugada

Momento en el que se procedió a talar la palmera que quedaba en el bulevar de Rodrigo de Mendoza. | // N.PARGA

El picudo desaparece de Rodrigo de Mendoza

El picudo rojo, ese insecto que colonizó las ornamentales y monumentales palmeras de las principales villas de Galicia, ha desaparecido –o casi, porque queda una en un jardín privado– del jardín central de la avenida de Rodrigo de Mendoza. Quedaba en la calle solo un ejemplar, testimonio de lo que en su día se construyó como un importante bulevar. Y en este tipo de avenidas nunca podía faltar una colosal palmera para dar majestuosidad a ese espacio de especial tránsito urbano.

Se plantaban en los lugares más emblemáticos: grandes calles, edificios notables o paseos concurridos. Era un símbolo de prosperidad, como así se llama aún el barrio que une Vilagarcía con Carril y que también fue víctima de la voracidad de ese insecto rojizo que entró por algún puerto y se extendió como una plaga por todo el litoral. Vilanova, Cambados, O Grove también han visto sus consecuencias en los palmerales de más prestigio.

Y a Vilagarcía llegó con igual saña. Primero a zonas de paseo y luego, incluso, a las puertas del propio Consistorio a la vez que a Rodrigo de Mendoza, donde parecía que se podría salvar un ejemplar, aunque finalmente fue un espejismo.

Hace un par de años que se observaron los primeros síntomas del picudo en Vilagarcía, especialmente preocupantes cuando se apreciaron en los centenarios árboles que guardaban y daban empaque a la fachada del edificio municipal de Ravella.

A pasos agigantados comenzó a verse la irremisible agonía pues las verdes y frondosas hojas de palma se veían amarillear y luego secar por completo, a pesar de que los expertos trataron de actuar con todos los medios para salvarlas.

Finalmente se pudo comprobar la ineficacia del tratamiento: algunas hojas empezaban a desprenderse de la corona y el riesgo de que el árbol pudiera desplomarse subía enteros en invierno. Así, casi de un día para otro, se decidió cortar por lo sano y todavía hoy se está a la espera de la plantación de algún ejemplar que tape el hueco.

Días después se actuó en las de Rodrigo de Mendoza, en las que también se aplicaron remedios para tratar de salvarlas, en vano.

Solo se consiguió que uno de los ejemplares continuase en pie, como testimonio de aquella grandeza que imprimen esos árboles en las ciudades.

La planta aguantó un año más. Esta semana ya se podía comprobar que todo aquel esfuerzo había sido en balde. El tallo de la enorme palmera era ya lo único que se conservaba, pues el diagrama del árbol se dibujaba totalmente plano.

Este jueves, a última hora, con el auxilio de la grúa de Protección Civil se puso fin a la última palmera frente a Fexdega. Muchos vecinos salieron a sus ventanas para darle el último adiós. En O Con, la luna reflejaba sus caras de pena.

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