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El tifus exantemático que acabó en gripe en Vilagarcía

A principios del siglo pasado existía una Junta de Sanidad Municipal que alertaba de las posibles epidemias en la zona

Una imagen del barrio de O Castro en el centro de Vilagarcía. // Noé Parga

El tifus exantemático, - que nada tiene que ver con la fiebre tifoidea-, tuvo una historia de extraordinaria alarma debido a su transmisión por piojos, y por ello, ligada a la pobreza, las guerras, las prisiones, los campos de concentración, el hacinamiento, los trapos viejos, las postguerras, desastres naturales, etcétera. La alarma estuvo siempre justificada, y como ejemplo, el hecho de que en la Primera Guerra Mundial, la mortandad fue entre el 10 y el 40 por ciento de los soldados infectados.

La alarma surge en Vilagarcía cuando se reúne la Junta de Sanidad Municipal, el 29 de julio de 1914, formada entonces, por el comandante de Marina; el Inspector municipal, el inspector veterinario; Eduardo Viqueira Cores; Joaquín Silva y Celso García Aboal, exponiéndose, que se han detectado algunos casos de la enfermedad en el puerto de Vigo, y para atajar el mal antes de que llegue a Vilagarcía, acuerdan lo siguiente: "aplicar las medidas de higiene municipales; impedir que se lave ropa en los arroyuelos que atraviesan la población, muy especialmente en el de la calle del Duque de Rivas; análisis de las aguas y hervido de la misma en las casas; prohibir coger aguas en la fuente de Vista Alegre y recordar a los médicos la obligación de notificar cualquier caso de la enfermedad".

La epidemia debió atajarse, ya que no hay comunicación alguna del tifus exantemático en los años siguientes, pero a principios de abril de 1918, se reúne de nuevo la Junta Local de Sanidad, para comunicar que se han detectado algunos casos en Oporto, "de la vecina República portuguesa, por el peligro que representan las frecuentes comunicaciones que existen con ese país".

Lo cierto es que la epidemia estaba más cerca de lo que creían, ya que el gobernador les comunica que también hay casos en los muelles de Carnota y Lira.

Se ordenan las medidas anteriores, pero añadiendo, "que se tenga dispuesta una casa aislada de esta población y en condiciones para incomunicar los primeros casos que se presenten; blanqueo de las casas; la prohibición de la entrada a la población de trapos o ropas de vestir o de cualquiera otra clase; en las ropas que estén de transito deberán ir envueltas en lonas embreadas y los trapos en fardos comprimidos y cinchados con flejes de hierro; prohibición por parte de la alcaldía de la venta de ropas, muebles, alfombras cortinajes y objetos análogos sin que proceda su desinfección completa; obligación de las fondas y casas de huéspedes de comunicar diariamente los viajeros que llegan y por último de la limpieza de escuelas o los locales públicos donde haya aglomeración de gentes".

En esta ocasión, los casos de tifus exantemático debieron estar más cerca de Vilagarcía, ya que de nuevo se reúne dicha Junta de Sanidad el 15 de mayo de 1918, comunicando el inspector provincial de sanidad que "el peligro que representa la posibilidad de una invasión de tifus exantemático, fijándose sobre todo en el vehículo de transmisión de esa enfermedad, o sea el piojo", y preparar una casa para los enfermos futuros, dotada con muebles y camas, fregarla y blanquearla, con un cuarto de la casa destinada a despiojamiento, una bañera, una cámara de gases y lejiadora, tijeras y maquinillas para cortar el pelo y una apersona para hacer el despiojamiento.

El problema vino después, cuando el inspector provincial preguntó por el laboratorio municipal, y tuvieron que decirle que "el laboratorio no tenía local propio ni instrumentos propios, pues los que se utilizaban pertenecían al médico don José Viqueira Barrio, que los había puesto a disposición del laboratorio, que tampoco existía".

Por si fuera poco el problema del tifus exantemático, se comunica que ha aparecido un caso de viruela en Vilaxoán.

Cuando estaban todos temblando ante la llegada de la epidemia de tifus exantemático, resulta que el 21 de septiembre, el alcalde, Valentín Viqueira Torrente, comunica a la Junta de Sanidad, que lo que se han presentado no son casos de tifus, sino de gripe, "con carácter epidémico en Villajuán y algunos en Villagarcía".

Pocos podían imaginar los de la Junta de Sanidad, que se trataba en realidad del comienzo de la famosa pandemia de gripe de 1918, que mataría entre 50 y 100 millones de personas en todo el mundo y que sería considerada la pandemia mas devastadora de la historia humana. Pero además, si en otras ocasiones se llevaba a la tumba sobre todo a los ancianos (tal como ahora), también enfermaban y morían, jóvenes y niños en cantidad, y muy especialmente, entre las tropas que luchaban en la Primera Guerra Mundial.

Todo el mundo conoció a la epidemia como "la gripe española", debido a que fue en España donde más se habló de la epidemia, a diferencia de las naciones en lucha en las que sus gobiernos prohibieron hablar del tema, ya que bastante tenían con los cañones y con los gases.

Ante el problema que ya tenían en casa, el inspector habló de los aparatos de desinfección y de la adquisición de material sanitario, a lo que contestó el alcalde diciendo que el tesoro municipal estaba "en situación angustiosa", por lo que deciden pedir ayuda al Ministro de la Gobernación y a la Diputación Provincial, "aunque descalificaba del éxito, como en ocasiones de esta índole tiene sucedido".

Total, que tras ver que los organismos superiores no enviaban dinero, proceden a recomendar las medidas generales de desinfección de los lugares públicos tal como escuelas, salones de espectáculo e iglesias, determinando que se "adquieran dos sulfatadoras para determinadas desinfecciones".

La cosa esta vez iba en serio, y en la nueva reunión de la Junta de Sanidad el 27 de septiembre de 1918, se comunica que el numero de atacados es de 400 en Vilaxoán, con la muerte de cinco enfermos, "por lo que tenemos un promedio del 1%, proporción que por ahora no es alarmante afortunadamente".

Lo curioso es que solo de hablaba de los casos aparecidos en Vilaxoán, pero nada de los de Vilagarcía ni Carril, ni otras parroquias, que con seguridad también existían.

Dado que la ola siguió hasta noviembre, resulta extraño que la Junta de Sanidad no siguiera dando cuenta de los nuevos casos y su mortalidad, pero lo cierto es que fue así, por lo que no podemos saber como terminó la epidemia. Era la vieja táctica política de disminuir la epidemia no hablando de la misma, y así las 300.000 muertes en España se transformaron en solo 147.000.

Lo que si es cierto es que tras conocerse los casos de Vilaxoán, la Junta adoptó las siguientes medidas:

Prohibición absoluta del comercio de trapos y toda clase de objetos que hubiesen sido de uso personal.

Prohibición de la tenencia y crianza de cerdos en el casco de la población.

Cierre inmediato de toda clase de salones de espectáculos, como teatros, cines, bailes, etc.

Prohibición de despioje de la paja de los jergones al aire libre.

Desinfección de retretes con cloruro de cal.

El vallado de todos los solares que existan dentro del casco de la población, que son depósito de toda clase de materias contaminantes.

Una limpieza extraordinaria de las calles de Vilagarcia con desinfección de casas, y si fuese necesario, proceder a la habilitación de un hospitalillo provisional.

Además de publicar estas normas, se aprobó, "Declarar el estado epidémico en todo el término municipal".

Visto desde la óptica actual, parece que los médicos andaban algo despistados con sus medidas, con la excepción del cierre de las aglomeraciones como teatros y escuelas, pero lo cierto es que los investigadores de la epidemia tras el estudio de la misma en aquellos años, habían acordado al principio que eran los cerdos los que transmitían la enfermedad, para después decidir que no eran los cerdos, sino las aves, y claro, con estas conclusiones de los expertos, los médicos, José Viqueira Barrio, Castor Sánchez, José Moreira y Manuel Sánchez hicieron lo que pudieron.

Además, tanto el Inspector Provincial como el resto de la Junta Sanitaria estaban convencidos que el tifus exantemático seguiría extendiéndose y tenían verdadero pánico al mismo, por lo que el Inspector les dijo "la necesidad absoluta de que se complete lo ordenado, estableciendo un local absoluto para el despiojamiento, único medio, también demostrado de evitar la propagación del tifus exantemático, de cuya invasión estamos muy amenazados".

Pero es que la cosa no terminaba ahí, ya que el 19 de octubre de 1918, el doctor Manuel Sánchez comunica a la Junta de Sanidad que ha detectado casos de viruela en el barrio del Castro, con lo cual el Inspector Provincial les dio una buena bronca a los miembros de la Junta, ya que hacía algún tiempo que en Ribeira, Palmeira, Boiro y Rianxo había muchos casos de viruela, y dado el trasiego de personas entre las dos márgenes de la ría, era evidente el contagio, y les dijo deberían de haber vacunado a la población con anterioridad.

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