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Rafael Otero, en el monte de Meaño. // Iñaki Abella

¿Está el conejo al borde de la extinción?

Directivos cinegéticos reclaman permisos para hacer quemas vigiladas y planes oficiales de control de los depredadores para evitar la desaparición del mamífero

El conejo de monte tiene los días contados en Galicia. Así de contundente se muestra Manuel Martínez Casás, presidente de la Mesa Galega pola Caza y de la sociedad de caza de Portas, donde organizan unas jornadas técnicas cinegéticas desde hace 16 años. "La situación es cada vez peor porque el conejo lo tiene todo en contra, y cuando digo todo, es todo".

La temporada de caza menor empezó el domingo pasado, y el balance de la primera jornada fue en general negativo. A finales de verano, un brote de enfermedad vírica diezmó las poblaciones de este animal en buen parte de Galicia, y los aficionados alertan de que no se trata de una situación puntual, sino de un episodio más de la progresiva desaparición de esta especie de toda la mitad norte de España.

Aunque hay cazadores que plantean que también hay "Tecores" (territorios cinegéticos ordenados) donde la caza sigue abundando, como los de la sierra de O Suído, que comprende municipios como los de A Lama y Fornelos de Montes. Así lo afirma el presidente de la Federación de Pontevedra, Francisco Couselo. Sin salir de O Salnés, sostiene que también se cobraron bastantes piezas en San Martiño de O Grove. "La densidad del conejo va por parroquias", argumenta.

Los enemigos del conejo

Manuel Martínez Casás afirma que el conejo de monte tiene múltiples enemigos. Uno de ellos es la despoblación del rural y el abandono de las actividades económicas del campo, que propician el crecimiento descontrolado de la vegetación y la maleza. "El conejo es un animal que necesita hábitats abiertos". Pero tampoco sirven los desbroces, por lo que Martínez aboga por la autorización de "quemas controladas". Eso permitiría que brotase hierba nueva.

En segundo lugar, el presidente de Portas y de la Mesa Galega solicita programas de control de depredadores, como los que ya existen en Castilla y León, donde están regulados por ley. "Hoy en día el ecosistema está completamente desequilibrado", afirma Martínez, debido a la proliferación en los montes de zorros, y de gatos y perros asilvestrados.

Según Manuel Martínez, el tercer factor que explicaría el imparable declive de esta especie son las "repoblaciones a la desesperada", que propician que se disparen los brotes de enfermedades víricas. "Estamos trayendo conejos de otros puntos de España, y con ellos vienen nuevas cepas víricas, porque los virus de Albacete y Ciudad Real no tienen nada que ver con los de aquí. Epidemiológicamente hablando, cada vez que soltamos un conejo de fuera en el monte estamos soltando una bomba de relojería".

También advierte de que los animales criados en granjas gallegas a menudo mueren, "porque son criados del mismo modo que los que se destinan a la industria cárnica. Son animales que pasaron toda su vida en jaulas, de modo que cuando los sueltan se encuentran en un medio hostil que no conocen y no tienen ninguna posibilidad de sobrevivir".

Para Martínez, a las administraciones, la caza solo les interesa para atajar los daños de los jabalíes, y ni siquiera ofrecen asesoramiento técnico a las sociedades de caza. No obstante, también entona el mea culpa, y afirma que los propios cazadores tienen también parte de responsabiliad en la situación. "Si sueltas los conejos entre marzo y abril, y en octubre ya los estás matando, en cuatro meses vuelves a quedar a cero".

Manuel Martínez no se considera pesimista, sino "realista". "Las repoblaciones no funcionan, como tampoco están funcionando las vedas. Con todo esto sobre la mesa, no queda más remedio que resignarse a la idea de que el conejo acabará desapareciendo".

Los visones

Francisco Couselo, por su parte, sostiene que las sociedades de caza tienen mucho que decir. "Hoy en día, en la caza menor tiene que haber mucha gestión, y eso ya empieza por la preparación del hábitat". En segundo lugar, el presidente de los cazadores de Pontevedra alerta de que las repoblaciones masivas pueden hacer más mal que bien. "Hay que primar la calidad de los animales que soltamos sobre la cantidad, para no perjudicar a los autóctonos que hayan podido quedar".

Couselo, además, entiende que la administración tendría que echarles una mano autorizando los controles de los depredadores. "El que lleva la culpa es el zorro, pero ya estamos teniendo muchos problemas con los visones. Las sueltas que han hecho algunos mal llamados animalistas han causado un gran problema medioambiental".

Las enfermedades que afectan al conejo se transmiten sobre todo por las picaduras de los parásitos, como las pulgas o los mosquitos. Su expansión es muy veloz, y, hoy en día, prácticamente imparable, sobre todo en veranos muy secos y cálidos, como el pasado. En Valga y Catoira, este año, ya ni siquiera subirán al monte con escopeta. Para ellos, la temporada acabó antes de empezar.

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