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La misa fue cantada por el coro parroquial de Caleiro. // Iñaki Abella

Una de las iglesias más antiguas de O Salnés reabre al culto tras once años cerrada

Más de medio millar de vecinos de Caleiro asisten a la misa de consagración, presidida por el arzobispo -Los feligreses se proponen ahora arreglar la tribuna y dos retablos

Poco antes de terminar la misa en la que se consagró y reabrió al culto la iglesia de Santa María de Caleiro, una de las responsables de la comisión que gestionó la restauración del templo, Ana Isabel Padín, se dirigió a los más de medio millar de feligreses apretujados en el interior de la iglesia. Les dijo que hacía dos años, cuando la comisión echó a andar, muchos vecinos le dijeron que ellos "non acordarían" el día de ver la iglesia abierta de nuevo. Y es que en aquel momento el templo se encontraba en un estado tan deteriorado que el sentimiento casi generalizado en la parroquia era que la restauración costaría tanto dinero que se eternizaría en el tiempo.

No obstante, ese fatalismo no se cumplió, y apenas dos años después de la creación de la comisión, los vecinos de Caleiro han podido volver a escuchar una misa en el interior de su iglesia, una de las principales joyas del arte románico de O Salnés, y que data de mediados del siglo XII. El discurso de Ana Isabel Padín, visiblemente emocionada, fue el broche para una celebración eucarística que estuvo presidida por el arzobispo de Santiago, Julián Barrio, y por el cura Manuel Castroagudín.

El de ayer fue un día muy especial para la parroquia de Caleiro, la principal de Vilanova en cuanto a número de habitantes -supera los 3.000-, pues tenía su iglesia parroquial cerrada desde hacía 11 años. Para poder abrirla de nuevo fue necesario someterla a una profunda restauración, que no estuvo exenta de momentos difíciles, como cuando se comprobó que el primer tejado que se le puso nuevo seguía metiendo agua y hubo que tirarlo y dar por perdido el dinero.

El grueso de los trabajos se acometieron desde hace un par de años, y la mayor parte del dinero con el que se costearon las obras lo aportaron mediante donaciones los propios vecinos de Caleiro. La comisión calcula que se han gastado en la iglesia en torno a 150.000 euros, pero Ana Isabel Padín recuerda que ese dinero no hubiese llegado a nada de no ser por el altruismo de quienes hicieron donaciones a mayores, como fue el caso de la lámpara principal o el reloj, por citar solo dos ejemplos. "O las muchas horas extra que hizo sin cobrar el constructor ". "El trabajo ha valido la pena. Esto es un orgullo para toda la parroquia", prosigue la representante de la comisión, que dio las gracias a todos los vecinos, quienes realizaron la mayor parte de sus aportaciones a través de los petitorios que se organizan en las misas de todos los segundos domingos de cada mes. También felicitó a los feligreses Julián Barrio, quien recordó que por fin había llegado "su día soñado".

De todos modos, el camino todavía no ha llegado a su final. "Lo primero que tenemos que hacer ahora es pagar lo que aún debemos y que ya está hecho", afirma Padín. De hecho, seguirán haciendo petitorios, y ayer sin ir más lejos se reunieron unos 2.000 euros, si bien se trataba de una jornada especial, con el templo abarrotado. Y es que aún quedan algunas cosas por hacer, como reconstruir la tribuna (ahora mismo solo quedan las vigas) y los retablos del altar, en el cual se encuentra la imagen de la Virgen, patrona de Caleiro, y el del Sagrado Corazón, cuyas maderas están podridas.

La comisión regaló a los feligreses una estampa y un librito de recuerdo en el que se resumía la Eucaristía, y pondrá a la venta un vídeo con imágenes de la celebración de ayer -incluida la comida-baile que siguió a la misa, servida por la pulpería Luis Guerra, de A Estrada, y a la que acudieron 300 personas- y de como un templo en ruinas hace unos años ha vuelto a ser una joya.

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