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Los manantiales del Imperio

Del poder de sus aguas salutíderas ya sabían los romanos. Enclavada en un hermoso paraje junto al río Ave, la villa de Caldas das Taipas, en Guimarães, conserva su esplendor termal

Banhos Velhos (foto:taipastermal)

A poco más de siete kilómetros del centro de Guimarães, la villa de Caldas das Taipas -también conocida como Caldelas en otro tiempo- fue desde siempre un concurrido y dinámico lugar de paso. Una visita obligada en cualquier viaje a la cuna de Portugal, ya que a sus diversos atractivos suma su largo pasado termal, pues la utilización terapéutica de sus aguas se remonta al Imperio Romano.

El testimonio más evidente es el que se encuentra junto a la iglesia matriz, un enorme bloque de granito -llamada piedra o ara de Trajano, declarado Monumento Nacional- con una extensa inscripción en latín dedicada al emperador que habla del uso de estas aguas medicinales en la época de Trajano Augusto. Durante siglos los bañistas las han procurado en busca de remedio para sus dolencias de piel, de huesos y muchos otros males. Caldelas fue refugio e inspiración de ilustres de la literatura. Camilo Castelo Branco, Ramalho Ortigão y Ferreira de Castro eran visitas frecuentes, y sus paseos junto al río Ave, los "serões" en el Gran Hotel das Termas y la hospitalidad de los taipenses son aspectos citados en sus obras.

Además del ara de Trajano, se hallaron vestigios de la época romana en el lugar donde se instaló el primer balneario, conocido como Banhos Velhos, en 1875, hoy dedicados a actos culturales. El descubrimiento de nuevos nacientes y la necesidad de construcción de nuevas instalaciones determinaron el surgimiento de los Banhos Novos, inaugurados en 1908. Tras un período de inactividad, las termas retomaron el funcionamiento en los años ochenta, con sucesivas mejoras para los tratamientos de descanso y rehabilitación.

Frente al balneario se encuentra un espacio en explanada con jardín, un hermoso parque termal de agradable paseo y esparcimiento. El antiguo hotel, una construcción de principios del siglo XX, al gusto del art nouveau, ha sido recuperado y aumentada su capacidad con modernos equipamientos. Además de sus manantiales y oferta balnearia, en la localidad existe un camping, un complejo de piscinas y un paraje verde que rodea el río Ave, cuya belleza natural eternizaron, entre otros, Ferreira de Castro y Ramalho Ortigão.

Muy cerca, Guimarães muestra todo su esplendor de ciudad Patrimonio de la Humanidad. Una urbe con 800 años de historia y que según reza la tradición es la cuna de la nacionalidad, tiene sobrados puntos de interés. Uno de ellos empieza en el castillo, situado en la Colina Sagrada, desde donde se contempla una vertiginosa panorámica.

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