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"Banda deseñada" gallega de ayer y hoy (y de mañana)

En la comunidad hay un antes y un después con la aparición de "Golfiño"

Portada de "Uno, dos; uno, dos", de Óscar Raña.

En el cómic gallego hay un antes y un después de la aparición de la revista "Golfiño" o el colectivo Polaqia. Antes, tentativas más o menos valiosas, más o menos amateurs. Con "Golfiño" se produjo un big band de autores talentosos, una mezcla generacional cobijada bajo una cabecera de historieta infantil como suplemente do un diario regional. Y "Barsowia" fue en fanzine del colectivo Polaqia (sic.), en el que se materializó una generación de novísimos autores de la que saldrían nombres como Emma Ríos o David Rubín entre muchos otros.

La importancia de Polaqia fue su capacidad para incrustar el "sí se puede" en nuevos autores. Hoy Galicia es rica en proyectos de autoedición, a menudo urdidos bajo el paraguas de lo colectivo. Tenemos así una generación muy prometedora que, gracias al ojo de Manel Cráneo (autor superviviente de los noventa, editor en los dosmiles), tiene ahora un punto de fuga en "Licor café" (Demo editorial). Este libro supone una recopilación de relatos breves con el espirituoso como leitmotiv. Más de cien páginas para ilustrar el presente con nombres a retener, si bien, y quizá como un solo sorbo de licor café, en ocasiones sabe a poco. Son trece autores y autoras definiendo su propio estilo, lo cual da un libro irregular y muy diverso. Hay cosas aún amateur al lado de firmas con una personalidad aplastante. Hay quien intenta construir una historia que impacte en seis páginas, lo cual es francamente difícil, y quien busca supurar personalidad en ese breve espacio. Hay autoras que empiezan a despuntar como Xulia Vicente y Xulia Pisón y firmas recién salidas del fanzinismo. Y puestos a destacar nombres, destacamos a Santiago Paredes (que acaba de publicar una delirante pesadilla underground también con Demo: "Tattoo"), la mirada detallista de Luis Yang y sobre todo el universo apocalíptico de Alejandro Gaudino, cruce imposible entre los delirios space de "Metal Hurlant" y nuevos francotiradores como Irkus M. Zeberio o Gabriel Corbera.

Gaudino se aproxima más que al cómic ortodoxo a los riesgos narrativos de Óscar Raña. Músico (el Dois actualmente, grupo a reivindicar mucho) y activo ilustrador de marcada personalidad, la editorial viguesa Fosfatina acaba de publicar "Uno, dos; uno, dos", abrumador ejercicio de narrativa indefinible. Fosfatina es un editor adicto al riesgo y la obra más experimental, que ha publicado a autores gallegos que están, ya, dando el salto al reconocimiento a nivel nacional: Los Bravú, Andrés Magán, Begoña García-Alén...

Esta última tanda de creadores atlánticos apuesta por un modo de entender el medio añejado de la ortodoxia. Es vital que esta vía, de riesgo y búsqueda, exista. Y es bueno que exista con nombres del talento de los mencionados. En el fondo la historia nos demuestra que es algo necesario, y que siempre ha habido "francotiradores". También en Galicia.

Revolución de la "Bd"

  • Como reza el título de este texto, "ayer" también hubo banda deseñada galega. Los años setenta suponen los de un primer gran florecimiento en este sentido: un grupo de pioneros tentaron el noveno arte. Lo curioso es que lo hicieron desde el arrebato vanguardista, la osadía underground y el contenido adulto. Una anomalía, o casi. Pero ahora tenemos testimonio de todo ello, y documento recién publicado. "Bd70, a revolta do cómic galego" es el título de una exposición que se dio entre octubre de 2016 y enero de 2017. Ubicada en A Coruña, comisariada por Xulio Carballo y dirigida por Manel Cráneo, fue una revisión del cómic gallego de los años setenta de la que afortunadamente hay disponible un catálogo. Un lujoso y excepcional catálogo, añadamos, que nos permite conocer y leer las obras y autores expuestos. En os años setenta aparecen Xaquín Marín y las serigrafías (con intención de ser cómic algún día) englobadas bajo el título "O home que falaba vegliota". Su autor era el artista Reimundo Patiño, y la obra se trata de un experimento entre arte gráfico contemporáneo y narrativa de imágenes secuenciales que, junto a los primeros trabajos de Marín (algunos recopilados en este catálogo) constituyen un inicio para el cómic gallego contemporáneo. Si Patiño crea un experimento hermético, las páginas de Marín resultan conmovedoramente contemporáneas, y un punto de arranque para una historia del cómic gallego que es recorrida por el catálogo con todo lujo de detalles: desde el fanzine undeground "A cova das choias" a las revistas que podrán sonarnos a todos los que tengamos una edad ( "Vagalume"), hasta llegar a los inicios del mismísimo Miguelanxo Prado en los últimos años setenta. Un viaje que queda exquisitamente documentado en este catálogo necesario, alumbrado además con varios textos breves de Carballo, Torreiro y en un apartado de "Voces", algunos de los autores expuestos. El libro documenta fotográficamente el montaje e instalación final de la exposición y nos entrega con todo ello un importantísimo documento de un cómic gallego que tentó una vía generacional, pero que no consiguió salir de lo contracultural. Semillas para un presente/futuro.

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