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SABORES

El país de las empanadas

Emblema de fiestas y de cualquier reunión, es plato imprescindible que la gastronomía gallega ha exportado al mundo. Los peregrinos medievales a Compostela ya comían empanada, representada en el Pórtico de la Gloria

El país de las empanadas

Si se le preguntase a cualquier gallego por tres o cuatro platos emblemáticos de la tierra, es casi seguro que entre ellos estaría la empanada, elaboración ancestral en la que cabe prácticamente cualquier vianda y auténtico patrimonio relacionado con el Camino jacobeo. Uno de los grandes embajadores de la gastronomía gallega, Álvaro Cunqueiro, definió a Galicia como "el país de las empanadas", enseña de las fiestas populares y de cualquier reunión familiar que desde hace siglos ocupa generosamente el lugar que le corresponde en la mesa.

Se cuenta -es una de las teorías- que por el siglo XII los peregrinos que llegaban a Santiago sabían de la cercanía de la ciudad del Apóstol por el inconfundible aroma a empanada. Así, esta preparación era una nueva -y sabrosa- guía de la ruta cuya fama se extendió a todo el mundo a través de los caminantes a Compostela. Probablemente muchos ignoren, cuando alzan la cabeza para admirar el Pórtico de la Gloria, que están contemplando las empanadas más antiguas del planeta, pues el maestro Mateo y sus discípulos decidieron plasmar en la piedra tan suculento manjar, apreciado entonces y ahora. En el Pazo de Xelmírez también es posible encontrarla en alguno de los capiteles.

Además de verlas en Santiago, dicen que viajeros y peregrinos las llevaban por los caminos porque era un alimento ideal para el diario transitar. Al tener tapa se podían colmar con cualquier cosa y, en caso de que tan genial invención fuese en la época solo un trozo de pan duro, relleno de variados ingredientes se empapaba de su jugo.

Fue una forma útil y ocurrente de aprovisionarse de comida para los largos viajes que, con el tiempo, ha ido evolucionando, especialmente la masa, más fina y elaborada. Como dejó escrito el insigne Cunqueiro, "entre nosotros hemos ensayado empanadas con casi todo", así que las hay para cualquier paladar. La harina puede ser de trigo o de maíz y, el relleno, de toda materia prima que sea comestible. De pulpo, de bonito, de bacalao con pasas, de xoubas, de zamburiñas, de vieiras, de berberechos, de mejillones, de chocos, de anguilas, de lamprea, de congrio, de zorza, de raxo... y tantos otros productos del mar y de la tierra.

Muchos son los establecimientos que cuentan en sus cartas con célebres elaboraciones de este producto tan autóctono. El Couto, en Ourense, es uno de ellos, mientras que en Sarria hay que pararse en la centenaria panadería Pallares para degustar sus suculentas empanadas. En Cambados está el emblemático Posta do Sol con Marisú Piñeiro al frente, que hace posible que sus afamadas empanadas de vieiras viajen a todos los confines, tanto dentro como fuera de España. Numerosas localidades tienen fiesta alrededor del producto, como Carral (A Coruña) o Bandeira (Pontevedra), entre otras conocidas.

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