Poco tiene que ver el "Maravilloso Boccaccio" de los Taviani con el "Decamerón" que filmaba Pasolini en los 70. Si el segundo escogía los cuentos que más entonaban con su estilo provocador, erótico y escabroso, por así decirlo, los dos provectos hermanos apuestan más por la estética, la magia y, en general, salvo alguna excepción, por las historias más poéticas y sentimentales de una obra de la que se dice que inauguró la literatura renacentista. Como renacentista es también el acabado preciosista de la película, maravilloso y deslumbrante en sus atavíos, como una sinfonía coral de color, y dulce y apacible en su contenido, como un río de paz que discurre rodeado de muerte.
