| Hacía dos años que María Jiménez (Sevilla, 1950) no se dejaba ver por un programa de televisión y, sinceramente, lo que menos importa es que se haya puesto treinta kilos encima. Porque aunque la andaluza le haya respondido a Toñi Moreno en su programa "Viva la vida" a la pregunta de cómo estás con un "gorda, muy gorda", lo que sigue teniendo la Jiménez es un poderío, un arranque, una verborrea, un descaro y una frescura que no se merma ni con los kilos ni con los años. La Jiménez ha pasado cuatro años muy duros, un cáncer de mama, que le diagnosticaron en 2013, y dos operaciones, de garganta y de peroné.

Además en este tiempo también se murió el padre de su hijo y hombre con el que compartió la mayor parte de su vida, Pepe Sancho. "¿Has perdonado a Pepe Sancho?", preguntó Toñi Moreno con una sonrisa cándida. "Muerto el perro, se acabó la rabia", espetó la Jiménez. Toma. "Eso está muy feo"? alegó Toñi.

Pero a la Jiménez no le gusta que nadie le diga lo que tiene que decir, "qué muy feo ni que nada", replicó. Y luego se emocionó, porque ella es de esas mujeres que lo sienten todo a tope y buscó su cámara para decirle a su hijo Alejandro que su padre había sido un hombre maravilloso por haberle dado a su hijo.

Se prepara todos los días por la mañana su zumo de papaya, y hace tiempo que ya no se lo prepara un colombiano que ya no vive con ella. No quiso dar más datos. Y sí, está abierta al amor, y cerrada al tabaco, que le costó dejarlo. "Desde que no fumo, tengo un hambre que no veas", dijo.