Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El vestidor

Ay, Carlos Marco Antonio (nombre para preservar la verdadera identidad del protagonista), mi amor, te amo demasiado. (El galán maduro anda picoteando de hora en hora). Ay, mi amor, te arrastro, mira que te arrastro (¿o ésa era Rosa Benito dirigiéndose a Amador Mohedano?). La parejita dispareja (¿es pecado enamorarse?, dice ella mirando a cámara, los ojos muy maquillados intentando arrancarse en lágrimas) Hemos roto, le cuenta él a un avezado cazador de bombas informativas. No hemos roto, cuenta después. Hemos roto, no hemos roto. Hemos discutido, nos hemos reconciliado. Hemos roto, no hemos roto. (Entra en escena Ella, la tercera en discordia, melena al viento, mohín de fastidio): límpiate la boca cuando hables de nosotros. Yo, por mi hija, ma-to (uy, no, otra vez, esa frase es de otra y está patentada ¿verdad?). Y, en décimas de segundo, se desdobla la doña, pasa de leona a cachorra acorralada, desconsolada. (El macho alfa sigue a lo suyo). La grada pide carnaza: un cara a cara y que se tiren de los pelos. O, mejor, que aparezca él y se acabe el mundo como en la televisión peruana de Laura Bozzo. Fin del capítulo. Continuará...

Compartir el artículo

stats