La considerada como boda del año en Íllora, el municipio de Granada que ha enmarcado el enlace entre el magnate colombiano Alejandro Santo Domingo y Charlotte Wellesley, hija del duque de Wellington, llegó con tormenta de aplausos y de agua, que no ha frenado las ganas de jarana de los vecinos congregados.

La Cuesta Hospital, el incómodo caminito que conduce a la iglesia de la Encarnación que ha acogido la ceremonia, fue literalmente tomada por vecinos de la comarca que, algunos desde primera hora de la mañana, se acomodaron en las aceras para sentirse como unos invitados más al jolgorio.

Con tiempo londinense y moda española, el enlace entre el magnate colombiano afincado en Nueva York y lady Charlotte, que ya se dejó ver por el municipio el viernes, convocó a curiosos empeñados en ponerle arte al peculiar paseo por la 'alfombra roja' de un pueblo engalanado con banderas españolas, colombianas e inglesas.

Tras las vallas, los vecinos esperaron con paciencia el desfile de 'celebritis' vestidos con chándal o con camisetas del Real Madrid y el Atlético, con las perlas al cuello o el tocado, o sentada como una tarde más en casa y presumiendo de balcón con vistas.

Desde las cuatro de la tarde, y a pesar de un tiempo poco primaveral, los vecinos vitorearon a cada miembro del operativo de seguridad especial de un centenar de personas dispuesto para la boda, tocaron las palmas por bulerías y promocionaron a grito pelado su pueblo cada vez que una cámara de televisión se movía.

El peregrinar de invitados, alrededor de 300, lo inició el obispo anglicano de Londres Richard Chartres, encargado de oficiar la ceremonia junto al arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, en un enlace en inglés y castellano. En cerca de una decena de minibuses, coches oficiales de alta gama y taxis con conductores pertrechados con corbata, los invitados desfilaron con más o menos atención al expectante público en función del número de paraguas abiertos y el viento del momento.