"Calle Cloverfield 10" está de miedo. Y no solo en el sentido de que hasta cierto punto asuste, al incorporar las dosis de angustia y tensión adecuadas para conseguir que un metraje que se desarrolla durante 100 minutos en poco más que un zulo resulte entretenido e incluso fascinante, sino porque es una película bien hilvanada, de principio a fin, a pesar de que su director sea primerizo en esto de los largos. Trachtenberg apunta maneras y J. J. Abrams, que demuestra buen olfato para eso de lo comercial, lo ha sabido ver.
Claro que todo resulta más sencillo si uno dispone de actores de la talla de John Goodman y compañía y de un guion que, pese a lidiar en un escenario y un contexto propio del teatro, aprovecha al máximo la incertidumbre entre lo que podría ser y lo que es.