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A toro pasado

No olvidamos fácilmente

En Ponteareas se vivió el pasado sábado un doble ejercicio de nostalgia

Reza un verso de "Immaculate fools", himno y manifiesto del grupo británico, que "olvidamos tan fácilmente el amor que llevamos dentro" (we forget so easily the love inside). No le ocurre, desde luego, al público gallego con la banda de Kevin Raymond Weatherill, por mucho que sea el menudo y casi ronco cantante inglés el único que permanezca de la formación original. El público de Ponteareas se rindió a los Immaculate Fools, perdonando un retraso debido a problemas técnicos y un sonido que distó de ser perfecto.

Tras las actuaciones de Mínima Son y de Gonzalo Arca, el público del Parque da Feira Vella -alrededor de un millar de personas, casi todas mayores de 35 años- tuvo que esperar cerca de una hora para que saltasen al escenario los Immaculate Fools, los protagonistas de la noche. Mientras comenzaban a oírse algunos pitidos, detrás del escenario, los seis miembros esperaban a que se superasen algunas dificultades técnicas para salir a tocar. Finalmente, les dieron el O.K. y el respetable acogió con una cálida ovación a los nuevos "tontos inmaculados".

Keavin Weatherill, alias Dirty Ray, no reservó las joyas de su repertorio para el final. De uno en uno fueron cayendo los éxitos de Immaculate: "Wish you were here", "Come on Jayne", "So sad" y, cómo no, "Immaculate Fools", con esos aires algo folk que le da el violín de Helena Watt. El público llevaba ya tiempo en el bolsillo del simpático Weatherill, que con un español tan macarrónico que resultaba cómico -sus años de estancia en España apenas se notan en su castellano- mostraba su amor por las mujeres, la tierra y la gastronomía gallega. "Me gustaría morir aquí", acertó a decir.

Interpretó en solitario, con su guitarra, "Standing on the edge of the world", y hacia el final cantó el tema que da título al último álbum de Immaculate Fools: "Turning the whole world down". La excesiva saturación de la guitarra eléctrica de Adam Fuest lastró en ocasiones el sonido.

En los bises repitieron "Immaculate Fools" y Weatherill dedicó "Dumb poet" a su admirado Federico García Lorca.

Fue un concierto sin alardes, correcto; de emociones contenidas y recuerdos, como el de los Immaculate tocando en la sala Vanitas de Nigrán en los años ochenta.

En el Parque da Feria de Ponteareas -buen recinto para conciertos, por cierto- se demostró que no olvidamos tan fácilmente. Mañana, en A Pobra do Caramiñal, habrá una nueva ocasión para verles.

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