Julio Llamazares, curioso pertinente, pintor de paisajes geopoéticos, viaja en persona desde unos tópicos lingüísticos hasta sus orígenes. Atraviesa lugares tan fantásticos como Babia, Jauja o la Ínsula Barataria, todos reales y, al mismo tiempo, míticos. Contrasta la lírica de la fantasía con la realidad prosaica. Desmitifica la toponimia mágica poniéndoles rostro a los vecinos de carne y hueso que habitan esos lugares. El resultado es un cuaderno de viaje que atrapa a cualquer lector.