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Amor entre el horror

Amor entre el horror

Helena Citrónová era una de las dos mil mujeres solteras que, procedentes de Eslovaquia, fueron deportadas en dos trenes hacia el campo de concentración de Auschwitz en la primavera de 1942. El día de su llegada, coincidiendo con el cumpleaños de un joven militar austriaco, Franz Wunsch, cabo primero de las SS, una de las kapos encargadas de las reclusas eslovacas preguntó si entre ellas había alguna que supiese cantar "algo bueno y bonito". Helena resultó una de las elegidas y, durante los fastos, llamó de tal manera la atención del homenajeado, que éste ordenó que se paralizase su previsto traslado a los barracones más duros y se le diese una ocupación en el "Canadá", un espacio acotado de Auschwitz donde sobrevivir al menos no resultaba tan complicado, entre otras razones porque excluía temporalmente a las allí acogidas de ser destinadas al temible Comando Penal, paso previo a su ejecución en las cámaras de gas.

Los días transcurrían entre penalidades, pero Wunsch se iba cada vez encaprichando más de Helena.La miraba con amabilidad, cariño, sin un ápice del sórdido deseo sexual que mostraban otros camaradas, que no se contenían a la hora de abusar de determinadas reclusas. Con el tiempo, la cercanía entre Franz y Helena fue en aumento. Los constantes detalles que el oficial tenía con la prisionera fueron conquistando y ablandando aquel corazón que se había curtido con la barbarie y la miseria. Helena comenzó a corresponder los sentimientos de Franz a sabiendas ambos de que mantenían no solo una relación prohibida, sino también peligrosa, puesto que ya era percibida entre los superiores del cabo, lo cual les hizo tomar todo tipo de precauciones, pasando por temporadas en las que únicamente podían permitirse el lujo de intercambiar fugazmente sus miradas o pequeñas notas cuando se cruzaban en el barracón.

Pero las circuntancias de la guerra cambibiaron y, tras la estrepitosa derrota de Alemania, Wunsch, que había logrado salvarse de ser hecho prisionero por los rusos, emprendió una búsqueda desesperada de Helena, a la que finalmente logró encontrar, pagando eso sí el precio de su anonimato, por lo que, en 1972, fue detenido y juzgado en un proceso del que salió absuelto gracias al testimonio de su antigua amada. Aún así, ambos jamás se volvieron a ver después de aquel día.

Este es uno de los relatos incluidos en el libro "Amor y horror nazi. Historias reales en los campos de concentración" (Ediciones Luciérnaga) de la periodista Mónica González Álvarez, en el que podemos leer otras seis historias más, cada cual más impactante. Porque estamos,sin duda, ante uno de los libros más originales que se han escrito sobre la Segunda Guerra Mundial. Se me ha ocurido contarla porque ayer se celebraba precisamente el Día del Homenaje a las Víctimas de Holocausto, y por dejar constancia de que hasta en los terrenos más agrestes, puede florecer una impensable historia de amor.

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