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MEMORIAS

José Bailón: "Conmigo se cumplió la máxima de ser cocinero antes que fraile"

"No soy licenciado ni me he dedicado a la enseñanza pero, como dijo San Ignacio, algunos podíamos ser admitidos a la compañía para ejercer oficios humildes"

El colegio, mucho antes de llegar el hermano Bailón. // FdV

>> Un zamorano en Vigo. De los 100 años que lleva el colegio de los jesuitas en Vigo, con el paréntesis en que la República disolvió la Orden y echó a sus religiosos hasta que Franco los reintegró, son ya cincuenta y dos los que lleva trabajando en el colegio el hermano José Bailón, desde varios frentes imprescindibles para el buen funcionamiento escolar: el de jefe de Personal, de Mantenimiento, Administración, encargado del transporte escolar... Es el centenario del mismo lo que nos lleva a este decano del «Apóstol Santiago», que llegó a Vigo en 1964. Desde 1964, este jesuita nacido de labradores en Peleas de Arriba (Zamora), que supo lo que era trabajar los campos, conoce día a día toda la evolución del colegio hasta hoy. Para algo es el más antiguo de sus moradores y el que se responsabilizó primero de la cocina y las compras, luego como Jefe de Personal, del mantenimiento, la administración y el transporte escolar con 12 autobuses que se redujeron a 4 en 2013, la casa de A Guarda, el edificio de Velázquez Moreno, con 74 oficinas de alquiler. Como él dice, "no soy licenciado, ni me he dedicado a la enseñanza, pero, como dijo San Ignacio, algunos podíamos ser admitidos a la Compañía para ejercer oficios humildes y, en particular, para servir al prójimo".

>> Los orígenes. "Nací en un pueblecito zamorano según se va para Salamanca (Peleas de Arriba). Dijo de mí el Padre Ribera que soy una planta de secano que vino a desarrollarse y dar frutos en el noroeste, junto al mar. Y es que tras mis primeros votos en la Salamanca de 1955 y pasar allí unos 10 años, en 1964 me destinaron a Vigo. Llevo medio siglo en Galicia, pero ¿soy gallego de verdad? Yo diría que Galicia no es mi tierra, pero es tierra mía. La llevo dentro. Aceptar el nuevo destino me resultó muy duro, pues habían sido más de doce años trabajando en Salamanca. No obstante, sabía con certeza que ofrecería este sacrificio. Por algo había hecho voto de obediencia. Pese a todo, sentí cierta satisfacción al saber que iba a ser muy bien recibido por el Rector, P. José Mª Díaz de Rábago, al que ya conocía, por haber ejercido este mismo cargo en mi noviciado en Salamanca durante tres años y porque había influido en el P. Provincial para traerme con él al colegio. Conocía también la tarea que me encomendarían: cocinero y comprador de alimentos para los comedores del colegio. Mi función en el centro, además de la cocina, incluía también realizar las compras para el Colegio... "

>> La llegada a Vigo. "Era el primero de noviembre, festividad de Todos los Santos, de 1964. A las 8:30 el tren Expreso procedente de Madrid, llegaba puntualmente a la estación de Vigo, donde me apeé, para dirigirme a mi nuevo destino y dar comienzo a una nueva etapa de mi vida en la Compañía. En el Colegio mi trabajo comienza a las ocho de la mañana cuando me dicen que el chófer me está esperando. Así conocí a Adolfo, que ya había trabajado en el colegio antes de la expulsión de los jesuitas de España, y que fue mi brazo derecho hasta el momento de su jubilación. El vehículo que teníamos era una camioneta italiana de la que nunca supe su origen. En ella íbamos a realizar las compras diarias para unos 300 alumnos internos o mediopensionistas y para la comunidad de jesuitas. Así da comienzo la nueva etapa de mi vida como responsable de la cocina y su personal (cinco cocineros, despensero y pinche), y de las compras y suministros para todo lo concerniente al Colegio,con la cual no di cumplimiento a un dicho, ser cocinero antes que fraile, pero sí a una obra de misericordia, dar de comer al hambriento. Debido a mi labor, recorría varios establecimientos a diario, y, como no me daba a conocer porque pagaba al contado, en alguno de ellos me conocían como "el chico de los jesuitas". Esto a mí me llenaba de orgullo: que a mis 29 años me consideraran como un chico joven. En 1965, según las normas de la Compañía de Jesús, tengo que trasladarme cuatro meses para completar mi formación, antes de hacer mis últimos votos y ser incorporado definitivamente a la Compañía, lo que ocurriría el 2 de Febrero de 1966, en la iglesia del Milagro de San José, de Salamanca.

>> El colegio crece. En el Colegio también hubo importantes cambios. Se hicieron obras que todavía continúan cumpliendo la función para la que fueron diseñadas. Se construye un nuevo edificio para la Comunidad y servicios, en el lugar del antiguo chalé, donde se impartían las clases de Ínfima y Media. En 1968 se acaba el período de mandato del P. Rábago y toma el relevo el P. Enrique Jaureguizar, que sólo estuvo como rector hasta 1969, como año de transición.La década comienza con la venta de parte de la finca, aproximadamente una fracción de unos 25 m de ancho, paralelos a la calle Sanjurjo Badía, partiendo de la calle Foxos e incluyendo los terrenos donde se encontraban las escuelas del P. Encinas. Dicha venta se lleva a cabo para pagar las obras que se habían hecho y amortizar la hipoteca que habíamos contraído. Por aquel entonces, el administrador se veía obligado a recurrir a préstamos bancarios para abonar las nóminas del personal seglar que, dada la falta de jesuitas con títulos civiles, comenzaban a incorporarse al colegio, tanto para impartir clases como para irse haciendo con cargos de responsabilidad: coordinadores, tutores, etc. Siendo Rector el P. Tejerina, recuerdo que, al final de su mandato, me dijo: "Hermano Bailón, la economía está subsanada. No será necesario vender más parcelas". Sin embargo, esta profecía no se hizo realidad, pues con el siguiente Rector, se reanudan las obras y los correspondientes gastos, y hubo que vender otra nueva parcela.El P. Tejerina fue en el Colegio una persona muy afable y espontánea.Recuerdo un día que, estando yo en la cocina y comedor atendiendo a los alumnos, se me acercó y me dijo: "Bailón, me están pidiendo que te envíe a Roma como cocinero para la Curia General". Yo, con la serenidad que me caracteriza, no respondí una sola palabra, pero sí con una sonrisa

>> El internado Entre los años 1972 y 1973 -en que me nombraron Ministro en el colegio, cargo que tuve hasta 1993 y que equivale a ama de casa para la comundad- el centro se plantea el cierre del internado, por no haber jesuitas suficientes para atenderlo. Además, el número de internos había descendido notablemente. Si mal no recuerdo, en 1974 ya no quedaban alumnos en régimen de internado. En 1972, durante el rectorado del P. Verástegui se decidió también cerrar las Escuelas del Padre Encinas, con gran dolor de su corazón, pero los tiempos que se avecinaban no eran propicios. No era muy coherente tener tan próximos un colegio de élite y otro llamado ´de pobres´, cuando ambos estaban regentados por jesuitas. Se ofreció que todos los alumnos de las Escuelas del P. Encinas que lo desearan, podían continuar, hasta finalizar sus estudios de forma gratuita, en el Colegio. Al mismo tiempo desaparece definitivamente el internado que poco a poco se había ido reduciendo".

>> Colegio concertado. "Mucho tenemos que agradecerle al P. Evaristo Rivera los que trabajamos en el Colegio, pues entregó su vida durante su rectorado (1974-81) para conseguir, junto al presidente del APA, D. Antonio Belloso, y sus colaboradores, lo que entonces se llamaba concierto singular. Significaba que la Xunta pagaba al colegio cierta cantidad y que los padres podían reducir su cuota, pagando una cantidad inferior a lo que se consideraba necesaria, para que, el Colegio pudiese pagar a su personal y que, posteriormente, pasasen a incluirnos como Colegio Concertado. Además de sus muchas virtudes, si por algo se caracterizó el rectorado del P. Rivera fue por el gran impulso académico, laboral y social que experimentó el Colegio durante los 7 años en los que estuvo como rector. Un buen día, allá por 1979, un año después de que ingresaran las primeras alumnas, escuetamente me dijo: "Bailón, desde mañana mismo serás el nuevo administrador". Fue un golpe inesperado, teniendo en cuenta que no tenía ni el más mínimo conocimiento de lo que suponía estar al frente de una administración. Me costó mucho familiarizarme con los aspectos financieros, que logré ayudado por Hermida y luego María Oliva y Juan Antonio. Además había que darle un vuelco a la contabilidad, que que había que adecuar a la de la Provincia Jesuítica que llevaban desde Santander."

>> El Grupo Apóstol. "El año 1973, a los 9 de ser encargado del personal no docente, tuve la idea de organizar el llamado «Grupo Apóstol»: una auténtica familia que se reúne para celebrar una eucaristía, comer o merendar en días señalados, que celebra el «magosto», la Navidad, la venida generosa de Los Reyes Magos; en Semana Santa para ver las procesiones de Zamora o Valladolid; quince días de verano, para descansar, alternando playa y turismo, en Mallorca, la Costa Blanca, Costa Brava, Mar Menor, Gandía, El Algarve, peregrinaciones... En los últimos años, los viajes sólo son ya de un día, y a lugares no muy lejanos -Celanova, Ribeira Sacra, o este último domingo, 22 de octubre, a Braga y Guimaraes-, pues van aumentando los años, disminuyendo mis fuerzas, y echándose más de menos a los, cada vez más, ausentes".

>> Años difíciles. "Entre 1981 y el 87, con el Padre Jauregízar como Superior y Romero Valencia como Rector, fueron años harto complicados, en los que, con mucha mano izquierda, tuvimos que solventar algún que otro conflicto con algunos vecinos del barrio, en los que tuve que actuar como negociador por referirse a cuestiones relacionadas conmigo como responsable del mantenimiento, obras y administracióndel colegio. El levantamiento de un pabellón para que los alumnos pudieran resguardarse bajo la lluvia, filtración de aguas, subterráneas, aparcamiento de coches y entrada para autobuses... A ello se suman desgracias para la comunidad como la muerte del Rector Jaureguízar, la del Padre Encinas-, con una tremenda manifestación popular ... Entró de Rector en 1987 y estaría hasta 1993, el Padre Manuel de Soto, durante cuya etapa se inauguraría el Centro Loyola, dirigido por el P. Robla, en el edificio de Velázquez Moreno. A él acudían muchos jóvenes, que ya habían terminado sus estudios en el Colegio y continuaban su formación humano-espiritual, y realizaban obras de carácter social. En 1993 entraria como Director, y estaría hasta 1999, Fernando López Paz, en cuyo período se celebrará el 125 aniversario el colegio. Con tal motivo, se fueron realizando, a lo largo de los años, una serie de actos que culminarán en 1998 en que el colegio recibió la Medalla de Oro de Vigo. Entre otras muchas cosas se reactivó la asociación de antiguos alumnos, nombrando como Presidente a Francisco Estévez y como Secretario técnico a José Carlos Espinosa, ambos antiguos alumnos. Luego vendría de EE.UU. el Padre Ramón Colunga como director(2000-2009), periíodo en que se conseguiría el titulo de la "Excelencia Europea 400+", otorgado por la "European Foundation Quality Management", como reconocimiento a la mejora educativa de los últimos años".

>> Directores seglares Tras los 9 años de dirección del P. Ramón Colunga, y con no pocas conversaciones de discernimiento, se nombró Directora a María Alonso Pérez, profesora y antigua alumna del Colegio, ex-presidenta del Centro Loyola, primera mujer que ocupaba este puesto. Cumplidos los 6 años de rigor, la substituyó Iván Mirón Cabaleiro, igualmente profesor, alumno y ex-presidente del Centro Loyola. Durante esta etapa, el Hermano Bailón fue dejando paulatinamente sus múltiples tareas en el Colegio, por la atenta solicitud del Superior de la Comunidad, P. Pedro Armada, que no quería que la trabajadísima máquina del buen Hermano, pudiera romperse. También lo relevó de la carga de ser Ministro de la Comunidad. Sin embargo, aun hoy, ante cualquier problema, material o humano, que surge en el centro, alumnos, profesores y jesuitas acuden al imperecedero Bailón".

La vaquería

  • Criábamos en el Colegio animales de todo tipo: cerdos, vacas, gallinas, gallos, caballos, conejos etc., hasta que cerró el internado; y después se siguió teniendo y criando gansos, patos, pavos, palomas, ardillas, canarios, perros...¡Vamos, como si fuese el arca de Noé! Dicho sea de paso, me tocó también cuidar de algunos de estos animales y de manera especial la cría de cerdos. No recuerdo cómo entré en contacto con el dueño del restaurante "El Canario", Manolo, y después con todos sus hijos, que alguno también estudió aquí, y que tenía unas cerdas (con perdón) que dedicaba a la cría; a los pocos meses, ya negociaba con él la compra para terminar de cebarlos,, y en un año prepararlos para llevarlos al matadero de Porriño, en una camioneta que nos prestaban".

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