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Nazis en Vigo: la conexión gallega de Clarita Stauffer

La espía rescatada por Almudena Grandes para su novela "Los pacientes del doctor García", ayudó a alemanes que, tras la II Guerra Mundial, cambiaron de identidad o se fugaron a Argentina desde el puerto vigués

Enfermeras voluntarias del Auxilio Social de Falange Española en Vigo (1938). En la mesa, una bandera de la Alemania nazi. // Archivo Pacheco

"Falangista y nazi, española y alemana, hasta el día de su muerte". Así describe Almudena Grandes a Clara Stauffer, el personaje histórico sobre el que gira su última novela, "Los pacientes del doctor García". Su nombre era el único femenino que figuraba en la lista de los 104 nazis reclamados en 1947 por los aliados a Franco para que fuesen extraditados a Alemania, donde serían juzgados por crímenes de guerra. Ninguno de ellos lo fue, tampoco "Clarita", como se le conocía en sus círculos más cercanos, cuya familia, de origen alemán, se había instalado en España por negocios. Su padre, Konrad Stauffer, químico y cervecero, fue director de la empresa Mahou. Clara Stauffer era una gran amante del deporte, toda una pionera del deporte femenino en España. En natación conseguiría el primer puesto de la competición femenina del cruce a nado de la laguna de Peñalara en 1931, además de participar en torneos de ajedrez y practicar el esquí. Amiga de Pilar Primo de Rivera, fue miembro de la Sección Femenina de Falange y, durante la Guerra Civil, Jefa de Prensa y Propaganda de esta organización de mujeres falangistas.

La inocencia e ingenuidad que mostraba en su juventud en las crónicias de sociedad ocultaba, sin embargo, sus simpatías por Hitler y el nacionalsocialismo, al punto de que durante y tras la Segunda Guerra Mundial, participó en las redes de ocultación y refugio de perseguidos nazis. Se calcula que, desde su casa de Madrid, Clara Stauffer facilitó la huida a Argentina, o el cambio de identidad, a más de 800 nazis. Algunos llegaban a nuestro país tras cruzar la frontera de Francia pero, otros, ya residían aquí, algunos de ellos en Vigo u otras localidades como Vilagarcía y Nigrán, así como de la provincia de A Coruña.

De Vigo se fugó Walter Kutschmann (bajo la identidad de un sacerdote ya fallecido llamado Pedro Ricardo Olmo Andrés). Kutschsman era un destacado jefe de la Gestapo en Polonia que, en 1947, embarcó en la motonave "Monte Amboto" desde el puerto vigués con destino a Argentina, a donde arribó el 16 de enero de 1948. En el país sudamericano, mimetizado con el paisaje anónimo de Buenos Aires, vivió y trabajó con nombre falso durante casi 30 años.

Afiliado a las Juventudes hitlerianas en 1932 , Kustchmann formó parte del contigente de la Legión Cóndor desplazada a España que desfiló por Vigo e, iniciada la Segunda Guerra Mundial, se trasladó a Leipzig donde fue enrolado en las fuerzas de seguridad. Bajo su mando, Kutschmann ordenó el fusilamiento de 36 profesores en Lwów y luego de 1.500 intelectuales polacos en la región de Lviv, en Brzeziny y Podhajce entre 1941 y 1942.

La fuga de Kutschmann tiene todas las características que la relacionan con la manera en que actuataba la Red Odessa, aquí también conocida como La Araña, cuya insospechadamente agente principal en España era precisamente Clara Stauffer Loewe.

Walter Kutschmann también figuraba en la antes citada "lista de los 104", que incluía a otra persona relacionada con Galicia, Robert (o Roberto) Baalk, de quien incluso se apuntaba su residencia: una casa en A Ramallosa (Nigrán). Baalk era un elemento clave de la red gallega de La Araña: se le atribuye ser el administrador del oro con que se cubrían los gastos de las fugas. Tras que se reclamase su extradición, "desapareció del mapa".

En realidad, Baalk era un alto cargo de Sofindus, un emporio empresarial cuya cabeza visible era Johannes Bernhardt quien, según relata Almudena Grandes, era uno de visitantes más asiduos de la casa de Clara Stauffer en la madrileña calle de Galileo. A través de Sofindus Hitler cobraba la ayuda prestada a Franco durante la Guerra Civil. Y Sofindus incluía, cómo no, todo lo que estaba relaciondo con la explotación de las minas de volframio en Galicia.

La Araña en Galicia

En las operaciones clandestinas de Clara Stauffer, Vigo, y también A Coruña, jugaban un papel fundamental, pues eran los puertos peninsulares de los que zarpaban la mayor parte de los buques con destino a América. A eso hay que añadir que, en Galicia,ya había empezado a gestarse una red de agentes alemanes montada por Conrad Meyer, espía de Canaris en los años 20. En 1942, a Galicia sería enviado Walther Giese para ponerse al frente de esa red. "La Araña, la red alemana filonazi en Galicia -refiere el historiador Rafael Lema- tenía muchas arterias. Vigo jugaba un papel fundamental en ella, como puerto de embarque de mineral, de llegada y salida de cargos nazis, base de suministro de submarinos y, posteriormente, como embarque para el exilio argentino. En esta red eran base fundamental Eugen Erhard, asentado en Bilbao, apodado el rey del volframio, y Johannes Bernhardt, presidente de Sofindus. En Vigo vivía Karl Arnold, responsable de la red de mensajería secreta con Sudamérica, y que sigue en la ciudad en 1947 (...) Giese tenía a su lado a oficiales como (el mencionado) Karl Arnold, Alfred Shulz y la secretaria Ehlers, trabajando para la Compañía General de Lanas, del grupo Sofindus. Eran responsables de velar por el correo entre Berlín y Sudamérica, a través de Johann Siegfried, apoyado por falangistas locales o miembros de la División Azul. Activos colaboradores locales eran José Vallés, en la embajada, o José Mella Alfageme. Con esta red trabajaba Meino von Eitzen Braun, que vivía en Vigo desde 1924, en la calle Compostela, 12, instalado en un alto nivel de vida, socio del club náutico, poseedor de un pazo y de 17 fincas en la zona."

Walther Giese fue detenido e interrogado por los aliados al final de la guerra. Sin embargo, ese interrogatorio fue lo último que se supo de él. Cabe la posibilidad de que, a cambio de su detallada confesión, elogiada por su propio interrogador, lo habrían "dejado escapar" . Pudo incluso llegar a América, y también es posible que, a pesar de su confesión, hubiese sido ejecutado. Del resto de las personas citadas por Rafael Lema no se supo, o no se quiso saber, absolutamente nada a partir de 1947, el año de la "lista de los 104". Todas "desaparecieron".Clara Stauffer Loewe falleció, soltera y libre, en 1984 en Madrid, llevándose muchos secretos a la tumba.

Localización, fuga y captura final de Walter Kutschmann

  • Hasta el año 1974, la nueva vida de Walter Kutschmann, el "carnicero de Riga", transcurría plácidamente en Argentina, donde con la identidad de Peter R. Olmo formaba parte del personal directivo de la compañía eléctrica Osram sirviendo como Encargado de Compras. En el país sudamericano se había casado en agosto de 1973 con una ciudadana de origen alemán llamada Geralda Baeumler, empresaria del rubro veterinario, estableciéndose ambos en la ciudad balnearia de Miramar.La localización de Kutschmann en Argentina se atribuye al célebre cazador de nazis Simon Wiesenthal, quien tras descubrirlo gestionó desde Viena su extradición. La Interpol, previa comprobación de las partidas de ciudadanía y matrimonio (que resultaron falsas), solicitó su busca y captura ante el gobierno argentino, siendo detenido en 1975 (ese mismo año se le canceló su ciudadanía argentina)...pero escapó perdiéndose su rastro. Conocidas las revelaciones de Simon Wiesenthal, un periodista argentino, Alfredo Serra, quiso escribir la noticia de su vida y se puso también a seguir el rastro del nazi. Serra cuenta una curiosa anécdota al respecto de su búsqueda y "presume" de haber conseguido contribuir a la localización de Kutschmann a cambio de tres caramelos, que eran los que se podían comprar con un peso en la Argentina de la época. Una moneda de un peso, sí, fue lo único que le pidió a Alfredo Serra un anónimo informante, al que describe como "un hombre de unos 35 años y bien vestido, con un impecable trage beige y corbata" . Y efectivamente, se confirma que vivía en Miramar. A partir de aquí, seguimos el relato de Alfredo Serra: "Me embarco, con el fotógrafo Ricardo Alfieri, en un ómnibus. Destino: Miramar. Nos alojamos en un hotelucho como simples turistas. Al alba del otro día, desde un taxi, montamos guardia esperando al auto y al hombre. Algo después de las once de la mañana vemos el auto. A lo lejos, pero inconfundible. Con su teleobjetivo, Alfieri lee la chapa: C465177. Avanza a baja velocidad. Frena a veinte metros de nuestro mangrullo. Baja. Pantalón gris, camisa leñadora a cuadros marrones y amarillos, canoso, gruesos lentes, zapatillas deportivas, una bolsa de feria en la mano derecha. Camina hasta un sencillo edificio de tres pisos, con la llave en la otra mano. Antes de que la haga girar, salgo del auto, corro a zancadas, y le grito a sus espaldas: "¡Kutschmann!".Salta como si hubiera pisado una serpiente..."Alfredo Serra consiguió mantener un breve diálogo con su perseguido, quien en primera instancia negó llamarse Kutschmann ("Yo me llamo Pedro Ricardo Olmo") para después alegar que "No puedo hablar. No quiero publicidad. Vuelva en marzo, cuando mis abogados ya hayan completado el alegato de mi defensa, y le recibiré". Una señal inequívoca de que su proceso de extradición a Alemania ya estaba en marcha, complementada con otra declaración que desvelaba por dónde iban a ir los tiros de su defensa: "Aquello era una guerra. Cumplí órdenes. Pero no tuve nada que ver con las cámaras de gas".La entrevista, con fotos de Ricardo Alfieri, fue publicada en la revista "Gente" en enero de 1975, y también figura en su libro "Nazis en las sombras: siete historias secretas" editado en 2008. Pero a las pocas semanas de la publicación, Kustchmann volvió al limbo del anonimato, en el que vivió otra etapa más de su fuga hasta que, en 1985, fue nuevamente arrestado por funcionarios de la Interpol en la localidad de Vicente López. Dado su precario estado de salud, fue mantenido en un hospital prisión en Buenos Aires, donde falleció de un ataque cardíaco el 30 de agosto de 1986. Su supuesta esposa fue denunciada a las autoridades por maltrato animal al aplicar eutanasia, por gaseamiento en cámaras, a perros desamparados de la capital bonaerense. Con todo, nada comparable a lo de su marido, acusado, entre otros crímenes, de ser el responsable de la masacre de 2.000 judíos en Polonia.

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