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La crisis cumple 10 años

Nueve gallegos cuentan qué ganaron y qué perdieron durante la "década perdida"

Diez años después de la quiebra en 2007 de dos fondos gestionados por el banco de inversión estadounidense Bear Stearns, que sirvió de detonante y primer aviso de lo que en 2008 se transformó en la mayor crisis financiera internacional desde los años treinta, la economía ha recobrado el crecimiento (aunque sigue siendo moderado), se crea empleo y el comercio internacional parece recuperar poco a poco el pulso perdido.

Pero los efectos destructivos y devastadores de la Gran Recesión y las secuelas del sufrimiento y la penuria persisten. Y no sólo en la economía. Las ondas expansivas del desplome que empezó a manifestarse en junio de 2007 y que colapsó en septiembre de 2008 prolongan su efecto con cambios sociales y políticos, el ascenso de los extremismos y los populismos, la polarización ideológica a resultas de la gran erosión sufrida por las clases medias y la desigualdad creciente, y los sentimientos de desafección. Estas disidencias emanan de la quiebra de la promesa implícita de prosperidad para todos que inspiró la larga etapa de auge que desembocó en el estallido de la burbuja y nacen también de la merma de la percepción de seguridad, dañada por la crisis y por las políticas de austeridad aplicadas, aunque el Estado de bienestar siguió actuando, lo que determinó, junto con los estabilizadores automáticos de la economía, el ascenso de los déficits públicos.

Un decenio después de que se disipara el sueño de la bonanza, los indicadores económicos reflejan una tendencia generalizada a la recuperación gradual, aunque persisten incógnitas y riesgos, y existen muchas incertidumbres sobre la robustez del proceso de salida de la crisis, que, en todo caso, aún tardará mucho tiempo en reparar los daños psicólogos en el colectivo social y el impacto severo causado en los damnificados del desastre por la fortísima depauperación infligida.

El tono de los informes de los organismos internacionales ha virado en los últimos meses desde la cautela extrema, que aún persistía el año pasado, a la confianza prudente, aunque se orilla que el dinamismo -que por vez primera es simultáneo en países avanzados y emergentes- está apuntalado por las inauditas condiciones monetarias, con la mayor operación jamás realizada -y que aún persiste- de estímulo masivo e intervención de la economía por los mayores bancos centrales del planeta. Aun con esa apoyatura excepcional, se atisba, al fin, que este año el crecimiento mundial podría cumplir las expectativas tras varios ejercicios en los que el PIB global, aunque en la senda positiva, no alcanzó las tasas esperadas.

Cumpliendo el aserto de que las crisis financieras precisan diez años para ser enjugadas (se confirma la temida "década perdida"), la economía, aún vacilante y convaleciente, tantea ahora los derroteros por los que transitará en el próximo ciclo.

Muchos de los desajustes, excesos y riesgos cuya acumulación causó el desmoronamiento persisten sin haber sido corregidos y esto entraña graves desafíos en la búsqueda de una pauta de crecimiento y un patrón de conducta que restañen las heridas, asienten unas bases más sólidas y justas para la prosperidad y aseguren un proceso de avance más solvente que el modelo que periclitó hace un decenio y cuyo resquebrajamiento en 2007 y "crac" en 2008 demostraron errado.

Es en este sentido en el que puede decirse -salvadas las diferencias de contexto respecto al desconcierto y las funestas horas de diez años atrás- que la crisis acaba casi como empezó: con la persistencia de fallas, fracturas, anomalías y lastres similares, cuando no mayores, y con los mismos o parecidos fundamentos. Ni tan siquiera ha cambiado el relato que da soporte doctrinal al orden económico establecido.

Los grandes desequilibrios internacionales entre países con enormes déficits externos y economías con gran capacidad de ahorro y magnos superávits, que están en el origen profundo del desastre, no se han atenuado. Y los pocos intentos que se han verbalizado para atajarlos se plantean en los rudos términos de un proteccionismo que, como demostró la Gran Depresión en los años treinta, puede ser más letal que el mal que trata de extirpar.

Los bajos tipos de interés que se prolongaron durante demasiado tiempo y que incendiaron la pradera con el dinero fácil y el crédito barato en la época del optimismo rutilante, hasta abocar al mundo avanzado a una espiral de deuda, persisten hoy como una gigantesca oleada de liquidez masiva e ínfimas tasas de interés aún más anómalas y sin precedentes que entonces.

La inflación (incluida la subyacente, no afectada por los vaivenes del petróleo) sigue oculta y ausente, y no responde -salvo de forma muy amortiguada- a los estímulos gigantescos de las autoridades monetarias. La curva de Phillips, que liga el empleo y la inflación, está desactivada, como lo estuvo en el largo periodo de crecimiento, cuando altas tasas de dinamismo no se acompañaron de índices elevados en los precios. Fue lo que dio en llamarse la Gran Moderación.

Ahora esta aparente anomalía se atribuye a la pervivencia de una holgura productiva que no acaba de restañarse, a disfunciones entre los crecimientos real y potencial, al dislate de tipos de interés de equilibrio sólo alcanzables si las tasas reales fuesen negativas, a la infrautilización del factor trabajo pese al descenso del paro y a otras hipótesis.

La combinación de crecimiento y creación de empleo sin tensiones inflacionarias y con tipos de interés muy bajos emite señales equívocas e información errónea: incentiva la asunción de riesgo por los inversores y despista a los reguladores y banqueros centrales con una ausencia de recalentamiento mientras, al amparo de esa aparente estabilidad, se forjan burbujas explosivas.

Así ocurrió hasta 2007-2008 y así podría estar produciéndose ahora de manera al menos tentativa. Hay una discusión abierta sobre si estamos o no en presencia de burbujas nacientes. Parece que aún no ocurre en el mercado inmobiliario, pese al repunte de sus precios; hay una gran controversia e indicadores discrepantes sobre si ya existe en las bolsas de algunos países y apenas hay dudas sobre su materialización en la renta fija, en la que los grandes compradores (los bancos emisores) están convirtiendo los activos de renta fija (percibidos como seguros y conservadores) en el mayor foco de riesgo por su sobrevaloración fantástica a resultas de su acaparamiento por estos compradores gigantescos (de ahí que la expansión monetaria deba ser desmantelada de forma muy gradual y lenta para evitar el derrumbe del mercado) al tiempo que las instituciones monetarias atesoran en sus balances concentraciones descomunales de débitos públicos y privados con los que han practicado la alquimia: convertir riesgos en dinero.

La colosal deuda mundial que arruinó a la economía no decreció, sino que ha aumentado desde 2007 porque a la brutal deuda privada de entonces (que sigue siendo elevadísima, aunque se haya atenuado) se ha sumado el desbocado ascenso de la soberana por los efectos de la crisis, que dispararon el gasto público y hundieron los ingresos tributarios. La expansión monetaria no ha neutralizado la bomba de relojería de una deuda mundial (pública y privada) que asciende a 199 billones de dólares (286% del PIB global). Simplemente la ha aparcado. Esos enormes compromisos de pago, agrandados desde 2007, aguardan impertérritos a que se afronten. Muchos creen que sólo se podrán digerir con quitas y condonaciones.

La competitividad basada en bajos salarios ("mileurismo") comenzó en el periodo de la euforia y esto se agudizó durante la crisis con la instauración de modelos de relaciones laborales basados en la contratación precaria, temporal, a tiempo parcial y con salarios aún más nimios, lo que ha agrandado la brecha de riqueza (con el consiguiente arraigo del descontento y la desafección), fomenta la búsqueda de nuevas opciones políticas, dificulta las mejoras de la productividad, daña las expectativas de inflación y acrecienta el peso de las deudas.

La sobredimensión y excesos bancarios, que estuvieron en el origen de la crisis, han sido encauzados, pero sólo de modo parcial. Europa aún vivió esta primavera cuatro crisis de bancos (Popular, Monte dei Paschi, Veneto Banca y Banca Popolare di Vicenza) y el conjunto del sector acumula en la eurozona un volumen de 921.000 millones en préstamos problemáticos. China, la segunda potencia mundial, abriga graves incógnitas y una de ellas es el elevadísimo riesgo asumido tanto por su sistema bancario formal como por su banca en la sombra.

Muchas áreas económicas y el Banco Internacional de Pagos de Basilea han avanzado en la regulación del sistema financiero y han endurecido las condiciones de su operatoria, pero todo ello está de nuevo en riesgo con el retorno por la Administración Trump en EE UU a la lógica de la desregulación, una doctrina que se impuso a partir de 1980 y que, tras la supresión de las últimas restricciones en 1999, creó las condiciones que dieron origen al caos de 2007-2008. La alerta del FMI en abril por la que el fin de la regulación (con la supresión de normas como la ley Dodd Frank, que data de 2008) "puede poner en peligro la estabilidad financiera mundial y suscitar el riesgo de costosas crisis financieras en el futuro" no ha detenido por ahora las intenciones del presidente de EE UU. Una liberalización plena de la banca estadounidense crearía asimetrías y desventajas competitivas respecto al sector financiero de otros países, por lo que ejercería una presión sobre el resto de reguladores, y en todo caso la interconexión planetaria desarmaría probablemente cualquier intento de cortafuego en caso de una inestabilidad bancaria futura en la primera economía del mundo.

La eurozona, que fue el escenario de la crisis soberana, ha suturado algunos desajustes y ha hecho progresos en la mejora de su arquitectura institucional, pero está muy lejos de haber superado todas sus vulnerabilidades mientras la UE vive nuevas fracturas que hace una década no se intuían. El euro aún no está plenamente asegurado y el proyecto europeo tiene desafíos abiertos.

La crisis de 1929 y la doble de 1973 y 1979 cambiaron la visión del mundo y las doctrinas económicas imperantes. Esto no ha ocurrido en 2007-2017. No se han revisado los fundamentos teóricos ni se atisban nuevos modelos interpretativos. También en este sentido la crisis acaba como empezó.

Vanesa Álvarez - Diseñadora gráfica y muralista

"Fui muy cabezota hasta que conseguí reubicarme"

Vanesa Álvarez es diseñadora gráfica y pinta murales. La crisis estalló precisamente cuando empezaba a trabajar en un estudio que había fundado junto a varios socios. "No aguantó y me hice freelance, pero el bajón de trabajo al principio se notó mucho. Tenía claro a lo que quería dedicarme y por eso opté por diversificarme", asegura. De este empuje salió el festival internacional de poesía Kerouac que organiza en Vigo junto a Marcos de la Fuente y el local de ocio nocturno La Fiesta de los Maniquíes que regenta en la zona de Churruca en Vigo.

"La verdad es que hace unos años no habría pensado que lo de los murales pudiera ser un trabajo; este año ya llevo cuatro y he descubierto algo que es una pasión para mí y que me ha permitido hacer proyectos emocionantes", cuenta. Ella es la artífice del mural que decora el exterior del pabellón de O Berbés, "Expostas", que pretende sensibilizar a la población sobre la violencia de género. En él aparecen tres "heroínas", tres víctimas con las que Álvarez contactó para conocer sus historias y poder contarlas. Aparte de murales, también ha pintado ropa y expuesto sus obras fuera de nuestras fronteras... cosas que no se planteaba al principio de su carrera como diseñadora gráfica.

Reconoce que la actitud es clave: "Yo fui muy cabezota hasta que conseguí reubicarme pero es cierto que ahora se cobra mucho menos por el trabajo y como saben que estamos un poco desesperados hay gente que abusa un poco", dice. "Me da mucha pena que compañeros con mucho talento se tengan que poner a trabajar de otra cosa precisamente por lo inestable que es esto. Yo puedo decir con orgullo que he puesto copas de noche, he ido con coctelería a festivales... porque al final tienes que pagar el alquiler y una cosa no se sostiene sin la otra", añade.

Esta viguesa pasó de la facultad a trabajar directamente y ha sabido ir reinventándose sin dejar de lado sus intereses artísticos. "Al final todos tenemos que buscarnos otros trabajos para salir adelante por nuestra cuenta y la hostelería está llena de artistas que buscan sacar un dinero", explica.

Lo que no se cuenta del emprendimiento es que el trabajo y la vida personal pasan a ocupar un mismo espacio. Sin línea divisoria. Están entrelazadas. "Soy la gran ausente de las comidas familiares", bromea Álvarez. "La verdad es que a mi familia ya la tengo acostumbrada y vienen a verme a los murales o me acompañan a medir o comprar pinturas para que después podamos tomar un café. Saben que hago lo que me gusta", apunta.

Tampoco hay horarios ni vacaciones: "Excepto alguna escapada al año no podemos pensar en vacaciones. Al final creo que estamos trabajando todos los días salvo los domingos y cuando toca preparar el Kerouac podemos estar un mes seguido sin descansar".

Ramón Viéitez - Fundador de un local de ´coworking´ en el Casco Vello de Vigo

"Estes espazos son necesarios para unha nova clase traballadora"

Ramón Viéitez salió de la facultad de arquitectura cuando la burbuja inmobiliaria estaba a punto de estallar. Empezó trabajando desde su casa y juntándose con compañeros para los proyectos más grandes. Pasó de trabajar solo a tener tres socios estables y ya no era compatible con tener la oficina en casa. Cuando el salón se les quedaba pequeño pensó en alquilar un estudio entre varios y de esta idea salió finalmente Espacio Nido, un local de coworking que ahora tiene su sede en la calle Ferrería del Casco Vello Alto vigués.

"Vimos que en Inglaterra e Estados Unidos, tamén en Madrid ou Barcelona, apareceran o que se chama espazos de coworking que nos permitían a nos ter un estudio para traballar e que alugando o outro espazo reducíamos os gastos e podíamos saír da casa; e ademais nos dimos de conta de que estes espazos eran necesarios para unha nova clase traballadora que son os freelance ou autónomos de agora", cuenta.

Esta nueva clase trabajadora de la que habla Viéitez nació con la crisis y aumenta cada año por las circunstancias del mercado laboral actualmente. Se trata de población joven, universitaria, preparada y con estudios, que en muchos casos trabaja a través de internet. Son empresas de una o dos personas que no se pueden costear alquilar una oficina.

"Comezamos no momento idóneo porque non había espazos así en Galicia", apunta, pues ahora tienen veintidós plazas para trabajadores y planean aumentarlas de cara al próximo año. En Santiago también han abierto un local pero todavía no tiene tanto movimiento como el vigués. "Damos un servizo a autónomos, universitarios, xente nova que ten clientes que moitas veces non coñece porque traballa a través da rede e que non pode costearse unha oficina propia, entón nos somos os únicos espazos que lles prestamos un servizo a un prezo que eles poden costear", añade Viéitez.

Viéitez fundó Espacio Nido con sus colegas arquitectos, Alberto Cebral, Iria Rivas y Jacobo Formoso, con quienes colabora en el estudio de arquitectura Arquétipos!;_y junto al estudio de diseño gráfico Itrynottothink de Noemí Díaz. "Sigo traballando como arquitecto, en realidade os espazos de coworking non son un negocio en si mesmos, non podes vivir deles. Son un pequeno complemento económico pero sobre todo o é un xeito excelente de coñecer xente e de ampliar a rede profesional de todos nos, que como pequenos autónomos normalmente non temos a oportunidade de relacionarnos", argumenta.

"Cada vez as empresas gastan más en servizo profesionales externos e isto fai que aumente tamén os autónomos como os entendemos agora", explica el arquitecto vigués, quien también colabora con los vecinos del barrio, pues es el presidente de la Asociación Cultural Casco Vello Alto.

Carlos Fernández - Dueño de un restaurante temático en Vigo

"Non hai oportunidades laborais para a xente entre 40 e 50 anos"

Carlos Fernández llevaba veinte años trabajando en la antigua caja de ahorros Caixanova cuando llegó la fusión con CaixaGalicia y resultó finalmente Abanca. "As cousas cambiaron moito para os traballadores e penso que tamén para os clientes. Creo que foi un erro esa fusión porque ao final borraron do mapa as caixas de aforros que invertían na sociedade galega", lamenta.

"Os dous últimos anos que estiven alí era moi duro ir a traballar, tamén estaba de fondo o tema das preferentes... Dúas mil persoas marcharon á rúa e eu fun unha delas, acollínme a un dos ERE. Foi unha decisión difícil, pensei que se non estaba a gusto podería atopar outra cousa pero non había nada. Non hai oportunidades laborais para a xente que está entre os corenta e os cincuenta anos", explica este banquero reconvertido a gerente del restaurante temático The Hush Rock en Vigo.

Fernández decidió ser su propio jefe, una opción "arriesgada" que le llevó a estar unos meses buscando la fórmula adecuada. Su mujer también se quedó en el paro y le tocó mover ficha para seguir a flote.

En ese momento de limbo fue cuando le llegó el encargo de la editorial Quarentena de Barcelona para que hiciese un libro con ellos sobre el grupo de hard rock británico Deep Purple. "Foi un subidón de moral durante uns meses", afirma. Y el resultado se titula "Deep Purple. Made in Japan: El directo que cambió la historia del rock", editado en 2014.

A Fernández siempre le había gustado la música, tiene una revista y ha colaborado con distintas publicaciones a lo largo de los años. Entonces fue cuando se le ocurrió mezclar su pasión por la música en directo con el negocio de la hostelería. "É un local de estilo americano, unha especie de restaurante-pub con música en directo", explica.

The Hush Rock está pensado, según explica su dueño, como un espacio abierto a la gastronomía, a la cultura y a la música, con la ventaja de que en él se crea un ambiente muy variado y heterogéneo que atrae también a los turistas que pasan por la ciudad. "Era un risco porque a hostelería sempre o é, ademais non tiven axudas de ningún tipo, nin sequera neste momento de crise", critica Fernández.

El vigués cuenta con una cerveza artesanal propia para su local. "Somos o único bar cunha cervexa propia elaborada en Ponteareas, etiquetada co noso nome. Isto está a atraer a moita xente, incluso a persoas que están de paso en Vigo", cuenta sobre su alianza con el colectivo cervecero Galician Brew.

"O balance final é positivo pola aceptación do negocio nestes dous anos en Vigo, tanto dos clientes como dos músicos que pasaron por aquí a tocar, que son moitos tendo en conta que temos mínimo dous concertos á semana", asegura Fernández.

Isidro Dozo - Publicista y responsable de comunicación en una editorial

"Aparte do aspecto romántico, pensamos que era factible"

Isidro Dozo es uno de los fundadores de la editorial Catro Ventos, que nació hace menos de un año en el marco de un local de coworking que dinamiza el Casco Vello Alto, Espacio Nido, donde se conocieron sus miebros: traductores, publicistas y diseñadores gráficos.

Este vigués siempre había trabajado en publicidad pero por cuenta ajena. Hasta el año 2008, cuando tomó la decisión de trabajar por su cuenta. "Na publicidade hai bastante falta de ética e as veces tes que facer cousas non da mellor maneira porque así o din os xefes. Chegou un punto no que pensei que se o sector estaba así eu non quería dedicarme a isto", señala Dozo.

Junto a Alicia Rodríguez fundó la agencia ATDP que ofrece diseño y comunicación. Fue por los precios "desorbitados" de las oficinas por lo que acabaron en este espacio colaborativo y de esta manera conocieron a María Mediero, Miguel Braña y Patricia Buxán, con quienes se lanzaron a formar Catro Ventos.

"Básicamente a fundamos por principios, a publicación en papel agora mesmo é complicada. Todos somos lectores e nos interesa a cultura e o noso idioma. Aparte do aspecto romántico pensamos que era unha posibilidade factible e a acollida está sendo bastante boa porque a xente demanda certos libros", cuenta Dozo.

Catro Ventos publica obras con temática económica y social. "A verdade é que se vende de forma razoable, é certo que non é o noso sustento, é un proxecto paralelo aos nosos traballos que é a nosa aposta", apunta.

Dozo no quiere dejar de lado la "inseguridad" que tiene desde que trabaja por su cuenta: "Non tes a seguridade de que vas cobrar a fin de mes e os impostos e os recibos pasan sempre. Hai que matizar isto no sentido de que semella que o emprendemento é algo moi bonito, é verdade que hai certos apoios ao principio, pero se unha persoa vai traballar por conta propia ten que contar con que non terá a tranquilidade dun soldo ao mes. Por outro lado, quen traballa por conta allea ten que aguntar moitas veces cousas que non están ben e penso que na crise se aproveitou para machacar moito aos empregados", resalta.

Él está contento con su decisión, sobre todo por la gente que ha podido conocer en el camino, pero reconoce que estaría genial saber que a fin de mes va a tener una cantidad determinada en su cuenta bancaria. Esta es la gran barrera para "emprender" ahora mismo.

"Transición ecolóxica" es una de las obras editadas por Catro Ventos y Dozo destaca que en ella se explica por qué es importante reorientar el consumo hacia la sostenibilidad. "Fálase de que estamos a saír dunha crise cando realmente nada vai volver a ser como antes. Foi unha crise que non foi culpa das persoas, que seguiron traballando igual", asevera.

María Rodríguez - Maestra y repostera

"Vi que había un movimiento de repostería creativa e investigué"

La de la viguesa María Rodríguez es una historia de oportunidades inesperadas que llegan cuando ves que no sale trabajo de lo que has estudiado. "Estudié magisterio infantil y estuve trabajando de ello en varios centros haciendo sustituciones y en la ludoteca del ayuntamiento de Gondomar un par de años; después de que este centro cerrase empecé a hacer un poco de todo", relata.

Cuando el trabajo como maestra salía con cuentagotas, un viaje a Nueva York con su familia le dio el empujón que le faltaba para iniciarse en el mundo de la repostería creativa. "Siempre me gustó la repostería porque una de mis tías hace muchos postres y yo ya la ayudaba de pequeña. Es algo que siempre estuvo ahí para mí", cuenta Rodríguez.

Internet fue clave para acceder a todas las posibilidades de esta nuevo forma de convertir los postres en pequeñas (o grandes) obras de arte comestibles. "Supe que había un movimiento de repostería creativa y me puse a investigar en blogs americanos, franceses... Me empecé a interesar en cómo lo hacían y pensé que yo también podría. Aunque al principio me lo planteé más como una afición que como algo a lo que dedicarme profesionalmente", matiza.

Fue su círculo más cercano el que, al ver sus creaciones culinarias, la animó a ver este divertimento como una salida profesional viable pues no hay una gran oferta de esta clase de repostería personalizada en Galicia. "Me dijeron que se me daba bien, que me lo tomase en serio... pero me costaba creérmelo", afirma. El viaje a Nueva York marcó un antes y un después porque en la cultura norteamericana, donde nació esta clase de respostería, está muy normalizado que haya tiendas donde comprar los materiales para hacer estos postres en el centro de las ciudades. "Ver las tiendas de allí para mí fue increíble. Todo era tan bonito que me dio ganas de hacerlo yo misma también", dice.

Ahora mismo, Rodríguez hace todo tipo de tartas, cupcakes, galletas... con diseños originales sobre las peticiones que recibe. Amigos y familiares, y el boca a boca de los "clientes" satisfechos hace que cada vez vaya teniendo más encargos. Ya tiene un nombre como repostera, Sugar Hill Cupcakes -"como el barrio de Harlem del que me enamoré en aquel viaje", asegura- y los perfiles tanto en Facebook como en Instagram ayudan mucho a que otras personas la conozcan.

"Yo pensaba que podría dedicarme a mi profesión", reconoce, aunque también sostiene que con la crisis hay una comunidad de artistas más activa. "El hambre agudiza el ingenio", bromea. "La colaboración entre nosotros es importante, el logo actual de Sugar Hill Cupcakes me lo hizo una amiga ilustradora, Nona Reina", cuenta. El objetivo de esta viguesa ahora es contar con su propio espacio de obrador en la ciudad para llegar a más gente.

Alejandro Montes - Regenta una quesería en Vigo

"Aconsejo a todo el mundo que trabaje por cuenta propia"

La crisis cogió a Alejandro Montes trabajando como director comercial en un gimnasio de Madrid. "De pronto me di cuenta de que no tenía muchas posibilidades de hacer algo más donde estaba y como mi mujer es de Pontevedra ya pensábamos en venirnos a Galicia. Lo que nos complicó la crisis fue que hizo que no hubiese prácticamente movilidad laboral y que no hubiese oportunidades en Galicia", explica Montes.

Como no había oportunidades aquí, Montes buscó y buscó hasta que encontró una vía para mudarse a Galicia y dedicarse a algo que le había apasionado desde siempre, los quesos. "Ya sentía pasión por el mundo de los quesos y conocí a gente relacionada con el sector que me ayudó mucho a estudiar la manera de meterme en este mundo", relata.

Después de recorrerse la Península Ibérica conociendo a los productores y distribuidores de quesos para "ponerle rostro al queso" que él quería vender, llegó el momento de levantar la verja de la Quesería Marqués de Valladares, situada en la céntrica calle viguesa con el mismo nombre, donde desde el 30 de septiembre de 2015 este asturiano cumplió un sueño.

Ahora puede decir que el negocio no le va mal, después de casi dos años en la ciudad olívica ha conseguido asentarse y asegura que esta primavera-verano está siendo mucho mejor que la pasada respecto al volumen de clientes. En la quesería no solo atiende al público en general, también se ha creado un red de distribución para locales de hostelería próximos y pone mesas de quesos en diferentes eventos.

"Creo que lo que nos diferencia es que le ponemos rostros al queso, queremos que haya una trazabilidad del producto pero también de la persona que está detrás de él. Que la gente que viene sepa lo que se va a comer y quién lo ha fabricado, con qué filosofía", cuenta Montes.

Pero la decisión de dejar su trabajo en Madrid tras casi diez años no fue fácil. "Lo pensé mucho porque no era moverme yo solo, mi mujer dejó su trabajo también y ahora trabaja de lo suyo pero como autónoma. Fue muy meditado, hice un análisis del modelo de negocio, pero el papel lo aguanta todo, después nunca sabes cómo te va a ir", apunta. Montes optó por salir de su zona de confort porque sintió la necesidad de evolucionar pero reconoce que para llevarlo bien hay que saber convivir con la incertidumbre.

"Aconsejo a todo el mundo que por lo menos una vez en la vida pruebe a trabajar por cuenta propia porque te da una perspectiva diferente de los empresarios y te ayuda a ponerte en el lugar del otro. Se dice mucho que los empresarios solo quieren ganar dinero pero eso es fácil de decir, yo tengo una responsabilidad social, tengo a dos empleados a mi cargo y si me fuese mejor podría tener más", dice.

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