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Jesús Porta-Etessam: "Los enfermos neurológicos tienen esperanza, y presente y futuro"

"El cerebro es mucho más que unos pequeños ordenadores conectados: es capaz de crear herramientas que superan sus capacidades"

El neurólogo Jesús Porta-Etessam. // Luisma Murías

Jesús Porta-Etessam es jefe de sección en el servicio de Neurología del Hospital Clínico San Carlos de Madrid. Asimismo, es director general de la Fundación del Cerebro, una entidad que promueve la divulgación de la problemática que viven los enfermos neurológicos y sus familias, con el fin último de aumentar su bienestar.

-Usted realiza un viaje por el cerebro y ¿qué es lo que más le sorprende?

-La maravilla del cerebro humano, que nunca deja de sorprendernos. En 1.400 centímetros cúbicos tenemos la estructura más compleja de todo el Universo conocido, capaz de solucionar problemas increíbles, de amar, de cambiar el ambiente. Es único. Lo extraño es que, teniendo una joya, no la cuidemos como se merece.

-¿Qué aspectos destacaría?

-Nuestro cerebro ha sido capaz de entender y crear la poesía, de diseñar tratamientos para las enfermedades, de construir edificios, de producir energía... Si lo miramos desde la distancia, es realmente increíble, pero estamos tan acostumbrados que nos parece algo normal.

-Usted suele subrayar la vertiente social del ser humano.

-Es cierto. Nunca debemos olvidar que el cerebro humano es una estructura social, que mira hacia afuera, que necesita de los demás. Esto nos ha permitido la evolución como sociedad más allá del individuo. La variabilidad del "Homo sapiens", esa realidad de que todos somos iguales pero todos somos distintos, hace el grupo, una ventaja evidente. Este concepto, propio del ser humano, ha permitido no sólo nuestra supervivencia, sino que seamos capaces de modificar el mundo para que se adapte a nuestras necesidades.

-Hace unos años, esos viajes por el cerebro recorrían terrenos menos conocidos.

-A raíz de la década del cerebro, de 1990 a 2000, hemos avanzado mucho, tanto en el conocimiento del funcionamiento del cerebro como en las enfermedades. Disponemos de muchos más tratamientos, que nos permiten hacer un tratamiento individualizado. Los enfermos neurológicos no es que tengan esperanza, es que tienen presente y futuro. Podemos decir que conocemos todo lo que es capaz de hacer el cerebro, pero todavía sabemos poco de los mecanismos con que lo consigue. En ocasiones, resulta difícil entender aspectos que intuitivamente conocemos, como la inteligencia o la capacidad de abstracción. Muchas de estas funciones sabemos donde se localizan en el cerebro, pero el cerebro es mucho más que una serie de pequeños ordenadores conectados, y la mayoría de las capacidades necesitan de la interacción de varias áreas.

-¿Vaticina algún gran avance a medio plazo?

-Sí, uno muy necesario, que afecta a las enfermedades neurodegenerativas, como el alzhéimer, el párkinson o la ELA. Hemos comenzado a pensar distinto y posiblemente esto lleve su fruto desde un punto de vista terapéutico. Es probable que dispongamos de tratamientos que modifiquen la enfermedad. También en la migraña y otros dolores de cabeza. Es posible que en estos cuadros tan incapacitantes consigamos que nuestros pacientes puedan hacer una vida normal. De la misma manera podríamos hablar de la epilepsia o de enfermedades neuromusculares: estamos en un camino nuevo y espero que obtengamos los frutos que los pacientes se merecen. Estamos en un momento fundamental en el avance en el conocimiento de las enfermedades neurológicas, y posiblemente a medio plazo podamos disfrutar de parte de los resultados.

-¿Hablar del cerebro es hablar de una maquinaria perfecta?

-El término perfecto es complejo en medicina. No sé si podríamos decir perfecta, pero sí excepcional. El cerebro humano es una máquina única. No hay nada que se asemeje o se acerque. Cuando ves los avances de la inteligencia artificial, te das cuenta de los sorprendente y único que es el cerebro humano. Con el avance exponencial del conocimiento hemos conseguido dispositivos de gran capacidad de memoria o de reconocimiento de tonalidades específicas de colores, pero nada cercano al funcionamiento del cerebro humano en su conjunto. Además, sorprende lo poco que falla un elemento tan complejo que puede llegar a durar más de 80 años. Es realmente sorprendente. Mezcla sentimientos, emociones, reacciones al medio, lenguaje, comunicación no verbal, empatía, abstracción, juicio, memoria, todo en un volumen pequeño, y con un coste energético muy bajo. Es increíble.

-A su juicio, ¿quién es el artífice de esa máquina?

-Es una pregunta compleja. Es el resultado de la evolución, con "saltos" únicos, como la capacidad de abstracción o el lenguaje humano, que es un proceso creativo. Es sorprendente, pero el cerebro humano nos ha permitido que el conocimiento esté en el "aire" al alcance de nuestra mano. Algo sorprendente y único. En cuanto a una voluntad o actitud propositiva en la aparición de este milagro, es un problema de fe, pero sin duda es una estructura única y sorprendente.

-¿Habrá algún día un ordenador que la iguale o la supere?

-Los ordenadores ya nos superan en algunas funciones, pero en su conjunto, tal y como funciona el cerebro, es complejo que se equipare. Además, ¿para qué queremos crear un cerebro humano? Ya lo tenemos, y está muy bien. Posiblemente debemos buscar elementos que nos faciliten la vida, que no dejan de ser productos del cerebro, como el mando a distancia o las máquinas de resonancia magnética. La necesidad de crecer del cerebro humano le hace que imagine y cree: imagina la telequinesia y crea el mando a distancia; piensa en la telepatía y crea el teléfono; se plantea el mito de Ícaro y crea las aeronaves... Al final, crea herramientas que superan algunas de sus capacidades.

-¿En qué medida deben investigar juntos los neurobiólogos y los informáticos?

-Es fundamental la colaboración. La colaboración con otras especialidades y profesionales nos permite mirar distinto, y si miro distinto puedo obtener resultados diferentes a los habituales. En el siglo XXI la colaboración no es una opción, es una obligación. A día de hoy es absurdo comparar la memoria del ser humano con la de un ordenador, o la capacidad de cálculo. Son estructuras distintas, no siguen el mismo código, ni se parecen en sus funciones. Pero si pudiéramos crear, como se está intentando, un modelo informático que simule el funcionamiento del cerebro humano, podríamos usar ese modelo como "cobaya" de las enfermedades neurológicas y plantear una nueva manera de tratarlas.

-¿Cuál es la enfermedad neurológica que más le impacta?

-A mí me impacta el ictus. Es frecuente y vemos pacientes prácticamente todos los días. En un segundo te cambia la vida, te hace dependiente, te impide hablar. Es desgraciadamente brutal.

-Hay muchos más medios tecnológicos.

-Ahora tenemos la suerte de poder combatirla: si los pacientes están concienciados y acuden con celeridad al hospital, podemos cambiar el curso de la enfermedad y permitir que muchos de los enfermos se recuperen y hagan una vida normal. La fibrinolisis y el rescate con extracción del trombo ha cambiado está enfermedad, y los pacientes deben entender que acudir urgentemente al hospital puede cambiarles la vida.

-¿Cómo están avanzando los tratamientos en las enfermedades neurodegenerativas?

-Hay un salto cualitativo, y esto en medicina es muy importante. Actualmente, pueden verse los depósitos de amiloide en el cerebro de los pacientes con alzhéimer, y esto nos permite un diagnóstico precoz. Se plantean tratamientos diferentes que permiten ralentizar o estabilizar la enfermedad, que es fundamental.

-Frente al alzhéimer, los avances parecen exasperantemente lentos.

-Es una enfermedad muy compleja. No sabemos cómo ni por qué ocurre el inicio de la degeneración en la enfermedad de alzhéimer. Aún así, es posible que muchos de los que nos leen puedan verlo.

-Usted ha dicho que el médico no trata a enfermos, sino a personas. ¿Qué quiere decir?

-Es una nueva manera de entender la medicina. En los años 60 del siglo pasado se hablaba de medicina centrada en el paciente. Esto para la patología no urgente está ya superado. A día de hoy vemos y debemos hablar de personas. No podemos extraer al ser humano de su ambiente, y a la hora de tomar decisiones terapéuticas, aspectos como el trabajo que realiza, la religión que profesa, si tiene hijos o si le gusta practicar deporte, entre otras, pueden ser determinantes. Mirar a la persona es diferente que mirar al enfermo, es un concepto diferenciado que nos obliga a decidir el tratamiento sobre la base de muchos más aspectos.

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