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ESTELAEl linaje gallego del creador de la escuela naval

El monarca Borbón encomendó a José Patiño y Rosales la solución de los asuntos más problemáticos de su reinado, sin embargo el noble de origen gallego falleció casi en la miseria

ESTELAEl linaje gallego del creador de la escuela naval

"Su Majestad me envía sombrero cuando ya no tengo cabeza". Esas fueron las palabras de José Patiño y Rosales cuando, ya en los últimos estertores de la agonía que le condujo a la muerte, recibía, a mediados de octubre de 1736, la notificación de su nombramiento como Grande de España por parte del rey Felipe V. La fina ironía del nominado tiene que ver con el hecho de que, en aquel tiempo, únicamente a los Grandes de España se les otorgaba el permiso de hablar con el Rey de pie y cubierto, lo cual no era poco privilegio para la época. Patiño fallecería poco más de dos semanas después, a los 70 años de edad, el 3 de noviembre, en la madrileña Granja de San Ildefonso. Su cuerpo fue embalsamado y trasladado a El Pardo, recibiendo sepultura en el noviciado de la Iglesia del Salvador. Ante el estado de ruina económica en el que Patiño vivió en sus últimos años, circunstancia sorprendente para quien fuera una las más relevantes y poderosas personalidades del reinado del primer Borbón, el propio Felipe V pagó su entierro y funerales, y encargó que se oficiasen diez mil misas por el eterno descanso de su alma.

De Galicia a Italia

Había nacido en Milán José Patiño y Rosales el 11 de abril de 1666, hijo de Lucas Patiño Ibarra, Veedor de los Grandes Ejércitos españoles en sus dominios de Italia, y de Beatriz de Rosales y Facini. Hay historiadores que atribuyen cuna gallega a Patiño Ibarra, sin embargo las fuentes mayormente acreeditadas apuntan que su nacimiento tuvo lugar, el 18 de octubre de 1631, también en Milán, donde se había asentado esta rama de la familia de los Patiño, la de los Señores de Castelar, desde principios de del siglo XVIII.

El origen gallego de José Patiño se encuentra, no obstante, en los Señores de Patiño, casa cuyo origen nos remite a Roberto Patiño, noble gallego que sirvió a los Reyes Católicos, de quien recibió el título de Señor del Castillo de Patiño y Gobernador de los Puertos y Rías de Arousa, y al que sucedieron su hijo Antonio y su nieto José Lorenzo Patiño. Con este último, tatarabuelo de José Patiño y Rosales, la casa se desgajaría en dos: en Galicia se quedarían los Señores de Patiño y, en Italia, los que un poco más tarde serían conocidos como "de Castelar", saga inaugurada por Diego Patiño, abuelo de José.

Felipe V y la Real Compañía

Una de las prioridades de Felipe V cuando, tras la Guerra de Sucesión, se hizo con el trono del Reino de España, fue el dotar a la Armada española, que en aquellos años estaba sufriendo serios varapalos de la Royal Navy inglesa, de buques más modernos y, aspecto básico, de una oficialidad permanente y entrenada. Es decir, lo que hogaño entenderíamos como profesionalización. En enero de 1717, de la creación de esta "escuela de oficiales" quedó designado, por voluntad del mismísimo monarca, José Patiño y Rosales, que en aquel momento desempeñaba el cargo de Intendente General de Marina.

¿De donde procedía aquella plena confianza en Patiño por parte del rey? Pues de la misma que la familia real tenía en la rama de los Castelar antes citada, reflejada no solo en los importantes cargos desempeñados por su padre en la administración española en Italia, sino en los privilegios de los que también disfrutó su hermano Baltasar, repetidamente "premiado" a lo largo de su vida con altas responsabilidades, entre ellas las de Secretario de Guerra entre los años 1721-1724 y 1725-1730, y antes nombrado primer Duque de Castelar por Carlos II.

Pero la confianza de Felipe V en José Patiño y Rosales no solo estaba basada en los méritos de su progenitor y de su hermano menor. También él, que había servido con fidelidad a la causa borbónica en el conflicto dinástico, los tenía, y a fe que no eran estos ni escasos ni nimios precisamente.

Formado académicamente en los mejores colegios de los jesuitas en Italia (sus padres querían que hiciese carrera en la Iglesia), Patiño y Rosales halló sin embargo en la política, y en los asuntos militares, sus principales vocaciones.

José Patiño llegó a España en 1707, cuando recibió por primera vez en su tan dilatada vida un cargo oficial de responsabilidad política al quedar vacante una de las seis plazas de consejero del Consejo de Órdenes Militares. Según se recoge en La Web de las Biografías, pese a que no era un destino significativo, José Patiño se interesó a lo largo de toda su vida por mantener este puesto. Una vez en el mismo, la presencia en las deliberaciones y reuniones lo formaron en el conocimiento y manejo de los entresijos de la administración del rey. Durante su labor en este Consejo demostró sus cualidades políticas y llamó la atención de los ministros franceses del rey tanto por esas cualidades como por su competencia. Otro aspecto que le posibilitó la presencia en este Consejo fue, curiosamente, la mejora en el conocimiento y uso de la lengua española, ya que si bien en su círculo familiar lo empleó pero tampoco mucho, para las demás circunstancias de la vida usaba el italiano, hasta que llegó a España. Sus cualidades hicieron que subiese un peldaño en la administración pública cuando en 1711 se le nombró intendente, tanto del ejército que estaba en Extremadura como de la misma provincia, que tenía su capital en Mérida. Con el cargo de los intendentes creado en 1702 lo que se pretendía era iniciar el proceso de centralización de la administración real de España.

Patiño se mantuvo en el cargo durante quince meses e inició una labor reformadora que caracterizó el resto de su vida pública. Estableció un impuesto general que se repartió entre todas las poblaciones de tal forma que completó las soldadas y equipamiento de las tropas que estaban asentadas en la región. Este impuesto fue el "servicio de milicias", que luego se extendió a prácticamente todo el Reino.

La reorganización realizada por Patiño permitió que en1712 las tropas españolas se impusieran a las portuguesas con lo que el 7 de noviembre de 1712 se firmó una tregua entre las tropas franco-españolas y las lusas. Este éxito motivó que en diciembre de ese mismo año José Patiño fuera nombrado para el cargo de Superintendente de Cataluña.

De Cataluña a la Armada

Su nombramiento se efectuó en la Real Orden de 21 de marzo de 1713. No obstante no pudo tomar posesión del mismo hasta que finalizó la conquista de Cataluña con la toma de Barcelona en septiembre de 1714.

Con el expreso encargo de aplicar las reformas introducidas en el Principado al abolir las instituciones tradicionales de autogobierno, Patiño aplicó leyes que incluyeron la implantación de un nuevo sistema tributario que hiciera que los reinos de la antigua Corona de Aragón contribuyeran a las arcas reales en proporciones similares a los de la antigua Corona de Castilla; para ello, creó en 1716 el Catastro que lleva su nombre, registro de los patrimonios y las rentas de Cataluña para el reparto del cupo tributario exigido por la Corona.

Fue el éxito conseguido en Cataluña el que llevó a Patiño a ser nombrado Intendente General de la Marina y presidente del Tribunal de Contratación de Indias (1717), bajo cuyo mandato se creó la Real Compañía de Guardias Marinas, con sede en Cádiz.

Patiño cayó en desgracia en 1719, pero volvió al poder en 1726 como secretario de Estado de Marina e Indias y de Hacienda (más tarde también de Guerra y de Estado), convirtiéndose en el director de la política exterior española entre 1728 y 1736. Se consagró al fortalecimiento de la Armada y el fomento del comercio con América como pilares del restablecimiento de la potencia internacional de la Monarquía, que procuró hacer realidad mediante una política de influencia en Italia.

En lo concerniente a la Real Compañía de Guardias Marinas, muy lejos estuvo de imaginar José Patiño que su sede, ya con el nombre de Escuela Naval de la Armada, se trasladaría en 1943 a la villa de Marín, en la misma ría en la que habían nacido sus ancestros, los Señores de Patiño.

LOS SEÑORES DE PATIÑO QUE SE QUEDARON EN GALICIA

  • Resulta llamativo que las dos ramas de los Patiño, tanto la que se quedó en Galicia como la que se trasladó a Italia gozasen de los favores de Carlos II y Felipe V, y que lo hiciesen ademas de forma casi paralela.Porque si, en 1693, Carlos II ya había creado el marquesado de Castelar, cuyo primer titular fue el hermano menor de José, Baltasar, en 1713, ya con Felipe V en el trono, Baltasar Patiño de Saavedra era nombrado por decreto real primer Duque de Patiño. Este Baltasar, primo de los Patiño "italianos", era, según refiere la historiadora Milagros Bará, dueño de las casas y solares de Rebel, Anetín, Cadaval, Montillón, Cadaval e Iglesario y, en Portugal, Señor de la Casa Fuerte de Zepegal, de cabeza de los Pereirais, así como de diversos terreros que se perdieron tras la guerra hispano lusa.Baltasart era hijo de Diego Gómez Mariño, juez de la villa de Pontevedra de 1650 a 1654, y de Catalina de Saavedra y Moscoso. Casado con Josefa Lamas y Sotomayor, el matrimonio tuvo cuatro hijos, heredando el título el primogénito Juan Antonio.En aquellos primeros años del ducado, la casa familiar era el Pazo de Rebel, situado en la parroquia de Vilalonga (Sanxenxo). Actualmente reconvertido en un complejo turístico-hostelero, en sus orígenes el pazo estaba compuesto por una casa de rentas y una torre de defensa, cuya función era evitar ataques marítimos, ya que la finca daba a la mismísima playa. Tras ser restituido por Francisco Franco en el año 1964, el título de Duque de Patiño, con la dignidad de marqués, recae hoy en César Novoa.

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