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El hombre que pensaba en línea recta

La reciente demolición de la Casa Guzmán, una de sus obras maestras, recobra la figura del pontevedrés Alejandro de la Sota, uno de los más importantes arquitecto españoles dei siglo XX

"Murió en la brecha", dijo de él su colega y amigo Julio Cano Lasso al conocer, el 14 de febrero de 1996, la noticia del fallecimiento en Madrid de Alejandro de la Sota Martínez (Pontevedra, 20 de octubre de 1913). Y a fe que no en todas las ocasiones en que se pronuncia esta frase se atiene tan exhaustivamente a la realidad como en este caso, porque a De la Sota le sobrevino la muerte mientras estudiaba unos planos de la ampliación del colegio Maravillas de Madrid, donde en 1961 había proyectado el gimnasio, una de sus obras maestras, elogiada incluso por el prestigiso arquitecto Miers van der Rohe durante su visita a la capital de España en el verano de 1965.

La reciente demolición de la Casa Guzmán -todo un sacrilegio artístico según los más importantes arquitectos españoles- ha servido, no obstante, para recobrar la figura de este pontevedrés que desarrolló casi toda su carrera profesional desde Madrid y cuya firma se encuentra en numerosísimos edificios distribuidos en toda España y, por supuesto en Galicia, con obras tan significativas como el Pabellón de Deportes de Pontevedra, el Colegio Residencia de la antigua Caja de Ahorros de Ourense, la Casa Domínguez de Poio o la Biblioteca Universitaria de Santiago.

Su prestigio alcanzó también el ámbito internacional pues su obra fue objeto de exposiciones en universidades como Harvard, la Architectural Association de Londres, la ETH de Zurich, Karlsruhe y Milán.

Tras finalizar sus estudios de arquitectura en Madrid, Alejandro De la Sota no tardaría en adherirse, a partir de la década de los 40 del siglo pasado, al denominado Movimiento Moderno que, surgido en el período de entreguerras, vivió su mayor apogeo en España durante las décadas de 1950, 60 y 70, siendo este pontevdrés uno de sus máximos exponentes. Por Movimiento Moderno se conoce a un conjunto de tendencias que marcaron una ruptura con la tradicional configuración de espacios, formas compositivas y estéticas. Sus ideas superaron el ámbito arquitectónico influyendo en el mundo del arte y del diseño. Los arquitectos del Movimiento Moderno aprovechaban las posibilidades de los nuevos materiales industriales como el hormigón armado, el acero laminado y el vidrio plano en grandes dimensiones. Los espacios interiores son luminosos y diáfanos.

Alejandro de la Sota dedicó los primeros años de su vida profesional a trabajar para del Instituto Nacional de Colonización, una etapa que culminó con la construcción del pueblo de Esquivel (Sevilla, 1952-1963) y la casa Arvesú (Madrid, 1953-1955, demolida). A partir de entonces participó en una serie de concursos que marcaron la línea que precede al Gobierno Civil de Tarragona (1957-1964), considerada por muchos su primera obra maestra. En esa época prolífica realiza varios proyectos de arquitectura moderna industrial, como la central lechera Clesa (Madrid, 1958-1961) y las naves del CENIM en la Ciudad Universitaria (Madrid, 1963-1965) y construye su obra más reconocida y admirada unánimemente, el gimnasio del colegio Maravillas (Madrid, 1960-1962), que el crítico británico William Curtis considera la obra más significativa de la arquitectura española contemporánea.

En 1960 obtiene una plaza de funcionario en la Dirección General de Correos, y a lo largo de esa década explora las posibilidades que ofrecen los nuevos materiales y desarrolla una serie de proyectos con un planteamiento constructivo basado en la utilización de paneles prefabricados de hormigón para muros y forjados, que lleva a cabo en la casa Varela en Villalba (Madrid, 1964-1968).

En 1971 abandona la enseñanza y en 1972 regresa a su puesto de funcionario de la Dirección General de Correos. Durante estos años construye el Colegio Mayor César Carlos en la Ciudad Universitaria (Madrid, 1968-1971), el edificio para aulas y seminarios de la Universidad de Sevilla (1972-1973) y la casa Guzmán en la urbanización Santo Domingo (Madrid, 1972-1974), donde ensayaría cuestiones que abordará más tarde en la casa Domínguez en A Caeira (Poio, 1973-1978). A la etapa como funcionario de Correos pertenecen el Centro de Cálculo para la Caja Postal en La Vaguada (Madrid, 1972-1977) y, años más tarde, el edificio de Correos y Telecomunicaciones en León (1981-1984), una etapa en la que estaba completamente inmerso en las técnicas de prefabricación ligera.

Desde la conferencia que pronunció en la Escuela de Arquitectura de la Technishe Universität de Múnich en 1978, su obra empezó a ser reconocida internacionalmente. En España recibió, entre otros galardones, el Premio Nacional de Aruitectura (1973) y las Medallas de Oro de la Academia de Bellas Artes de San Fernando (1986) y el Colegio Superior de Arquitectos (1988). En Galicia fue distinguido con la Medalla Castelao (1990) de la Xunta y, en su villa natal, con la Medalla de Oro de Pontevedra (1985).

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