Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

NOTICIAS DEL SUBMUNDO

Las malditas horas

Las malditas horas

Los husos horarios y el uso del tiempo: acabaremos ajando los relojes. Es que, bueno, verán: resulta que hay una revuelta en contra del cambio de hora y esas cosas. Imposible saber si la sublevación de Baleares y Levante en contra del atraso invernal del reloj tuvo efecto anoche (ya saben: "a la hora de redactar estas líneas y blablablá?"), pero el caso es que la gente no está contenta con la hora que le ha tocado vivir.

La inclinación del sol, la caída de la hoja, el mosqueo de los gatos, la misma hora en Fisterra que en Roma, el triste ocaso invernal a la hora de la merienda frente al sol de verano que perdura después de la cena: todo mal. Ya nos lo pueden explicar mil millones de veces que nunca entenderemos el ahorro energético que se le supone a este mareo horario. De hecho nos parece que casi es peor, pero no somos expertos, así que nos callamos y procedemos a encender las luces a las cinco de la tarde sin rechistar.

Lo que parece bastante evidente es que España entera debería volver al horario que se cambió allá por la Segunda Guerra Mundial. La intención entonces era que toda Europa estuviera a la misma hora que Alemania y así no hacerse líos con la programación de bombardeos y otras fiestas guerreras. Al acabar el apocalipsis aquel, Portugal e Inglaterra volvieron a su horario lógico de países al oeste del meridiano de Greenwich. España, por alguna extraña razón, no. Quizá influyera el hecho de que en la península siguiese reinando el "fresco general procedente del noroeste" y alguna clase de nostalgia por la Europa que pudo ser y no fue (aunque, visto lo visto, vaya usted a saber quién ganó) le embargó tanto que dejó el horario de la guerra.

El dichoso meridiano que nos trae de cabeza pasa por Zaragoza. Esto podría llevarnos a tener dos husos horarios. Pero el caso es que ya los tenemos, que siempre nos olvidamos de Canarias, y la mayor parte del territorio nacional está al oeste. Lo que resulta bastante extraño es que Galicia no tenga la misma hora que Portugal, pero en fin?

Es todo una cuestión de latitudes. Los venezolanos, por ejemplo, tienen casi exactamente doce horas de sol y doce de luna todo el año: se les haría cuesta arriba vivir con un ritmo distinto. En Europa, bastante más al norte, la diferencia entre verano e invierno es tan grande que hay quien tiene por ahí arriba hasta seis meses de día y seis meses de noche. Por su parte, los astronautas en órbita ven salir el sol varias veces al día. Y los norteamericanos viven tan contentos con ¡nueve! horarios distintos, cuatro en los estados contiguos continentales. En algún sitio hay que poner la división, claro, y Europa está un poco descalabrada al respecto.

Inevitablemente tenemos que hacernos a la idea de que la Tierra es redonda, aunque el electroencefalograma de los humanos sea plano.

Good morning, Vietnam.

Good night, Vienna.

@JulianSiniestro

Compartir el artículo

stats