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Memorias

José Manuel García Piay: "Cuando empecé, los barcos de altura no tenían siquiera electricidad"

"En mis primeros tiempos tener un camarote era un lujo solo para el patrón. Una vez me embarqué con mi mujer embarazada y cuando volví tenía una hija de cinco meses"

Piay en el bacaladero "Gestoso Chicha" en 1964 cubierto de hielo, descargando en Terranova . // Archivo familiar

>> Aprendió García Piay artes de bajura como el palangre, trasmallo, volantas€ por las aguas de Baiona con su padre, Leopoldo; las del cerco con "o Caring", José Vilar Fernández"; del arrastre con Julio Pujales, y otros ... La mar fue desde siempre su medio ambiente,y perteneció a las primeras promociones de patrones de altura de la Escuela de Pesca de Vigo en 1950 y de la primera de capitanes de Pesca de la Escuela de Madrid en 1963 Comenzó en barcos de vapor, así que fue de aquellas generaciones boucenses que tuvieron que contrarestar con cuerpos de hierro sus incursiones en el Gran Sol en barcos de madera y después en las gélidas profundidades de Terranova. Nacido en 1928, a los 14 años ya andaba como aprendiz, en 1950 ya navegaba como patrón de gran altura y hasta 1996, en que se jubiló, recorrió todos los océanos y casi todos los mares, prolongando su jubilación dos tres años como técnico asesor de una multinacional del mar. Pertenece a esa saga de marineros audaces que pasaron de la bajura a la altura desde barcos endebles y sin electricidad siquiera a los más modernos, sorteando frío, lluvias y mares violentos. Fue también armador y Patrón Mayor de la Cofradía de Baiona. Con el libro de los profesores Esperanza Piñeiro y Andrés Gómez "Por todos los mares del mundo" y dos largas entrevistas construimos estas memorias, contadas por él mismo.

>> "Nací en Sabarís de Baiona el 6 de julio de 1928, al lado de la capilla de Santa Marta, hijo y nieto con dos hermanos de pescadores de bajura por parte paterna y agricultores y canteros por la materna. Mi padre, Leopoldo García, andaba a la sardina, se enrolaba en barcos de vapor que durante cinco o seis días faenaban frente a Portugal para regresar a vender a las conserveras. Cuando estos barcos amarraban, iba en su propia gamela a remos y vela, por la costa de Baiona, con redes de xeito y trasmallos. Mis padres vivían también de las tierras que cultivaban, de sus animales que le daban la carne o la leche, de las vides que le daban el vino. Vivíamos por tanto de la pesca pero también cultivábamos el campo y hasta vendíamos pías de vino hecho en casa siguiendo las normas escritas con letra inglesa por mi abuelo materno, un hombre singular y culto que había llegado de Marcón (Pontevedra) para trabajar en las obras de castillo de Monterreal y como maestro cantero participó también en otras como la construcción de la Capitanía Marítima".

>> "La mía fue una infancia sin hambre por ese autoconsumo, pero marcada por la guerra. El primer recuerdo es una manifestación no sé si por la proclamación de la República porque creo que tenía 3 años , ahí por 1931. De lo que sí me acuerdo bien es de cuando estalló la guerra civil en 1936, un día en que tuvimos que meternos bajo las mesas de las aulas porque andaban por los maizales de alrededor unos falangistas buscando a los hijos de Inés, que se decían comunistas, y a los que acabaron matando: a uno junto al cementerio, era profesor de esperanto, y a otro junto al río. Al del cementerio lo vi al salir del colegio, con la cabeza reventada y envuelta en hojas de viña.- Estaban en casa de un vecino llamado Ventura Misa, medio ciego, pero veían a su empleada yendo a comprar el periódico y así los cogieron. También se llevaron al profesor, Julián Álvarez, aunque tuvo la suerte de que no lo fusilaran, como el alcalde entonces de Baiona, Joaquín Mandado, a quien salvó un vecino falangista intercediendo ante el capitán Carreró cuando éste llegó al pueblo, porque a su vez lo había ayudado a él cuando le habían requisado bienes unos anarquistas desmandados. Los mandaron a la isla de San Simón pero no los pasearon, como a aquellos vecinos suyos que mataron en la llamada Volta dos Nove".

>> "Mi bautizo en el mar fue a los 8 años cuando subí por mi cuenta a la gamela de mi padre, fondeada en Santa Marta, solté el rizón, cogí los remos€ menos mal que el viento me llevó a la playa. ¡Vaya bronca de mi padre,! En aquel tiempo unos iban al xeito, otros a la volanta, al trasmallo€ pero toda la familia de mi padre destacaba en el congrio. Su madre era carrexona, vendía pescado primero en la playa, luego el que no vendían en Gondomar. También iban al Berbés, y yo recuerdo que la primera vez que me llevó allí mi padre en su barco a mí me parecía un mundo fascinante".

.>> "Si a los 7 años tuve mi primera experiencia marina cuando quise embarcarme por mi cuenta en la gamela de mi padre, a los 14 empecé a ir al mar con él, de aprendiz de marinero. Teníamos que hacer los anzuelos empatar , poner las plomadas€ Fue ahí, en aguas de Baiona, donde después embarqué en el cerco con patrones experimentados, de modo que a los 17 era marinero, en esos tiempos en que todo era muy artesanal y los barcos no disponían de ayuda a la navegación, ni radio ni por supuesto GPS o radares que detectaran los fondos marinos. Conseguir más capturas era cuestión de maestría".

>> "Por la noche íbamos a la ardora, sin luna, porque con la luna llena no se ve, íbamos a pesca donde se veía la ardentía. Llevábamos un "pandullo", que es una piedra atada a una cuerda colgada por la borda con la que se golpeaba la superficie del mar y se hacía estallar el agua contra el casco, con el fin de que se asustasen los peces y así poder detectarlos. Eso era pescar al "ardente" pero si la mar estaba totalmente en calma, al anochecer, hacíamos el "saltido", que era parar el barco, escuchar y ver donde saltaban, como aquellos indios de nuestras películas infantiles pegaban su oído al suelo para escuchar las pisadas de los caballos del enemigo. Otra de aquellas viejas argucias marineras era observar a unas aves, los mascatos; en función de la altura la que se remontaban para caer en picado sobre el agua mas o menos profundo estaba el pescado".

>> Hice la mili en Marina pero me permitían seguir asistiendo a la Escuela Media Oficial de Pesca de Vigo. Recuerdo que en estos años de mili participé, como especialista de señales, en el salvamento de los náufragos del pesquero Tito (1948), por lo que la Armada me concedió la Cruz de Plata al Mérito Naval con Distintivo Blanco Me titulé en la Escuela de Pesca como patrón de gran altura en 1950, con 22 años, tras otros como José Misa o Chito Armada. Otros lo obtuvieron por méritos ganados sobre los mares, como Edelmiro, "Chaleco", el "Juez", el "malfeito", Iglesias, los Márquez.. : había patrones de bajura, de litoral, de altura y de gran altura. Y soy de la primera promoción de capitanes de pesca de España, en 1963, con otros cuatro entre los 16 presentados.

>> Estuve primero en barcos de vapor, el Clotilde Fernández, Ángel Vilas, Miguel A. Y Andrés G., € luego pasé al Tabeirón y al Tabeirón Juan que eran de hierro y motor Diesel, con los que íbamos a Terranova; luego en los de los Chichas, el Gestosa Chichas y Costas Maravillas, pareja que yo mandaba y con la que íbamos al bacalao. Pasé a los bous de Freire, al Puente San Andrés, Puente Sampayo y después, fletado por Casa Mar, al Barreras Massó. Seguí con los de Pescanova, el Pambre, uno de los primeros congeladores, el Soutomaior, con el que me estrené en caladeros argentinos y sudafricanos. Volví a mis antiguos armadores de Barreras con el Barreras Massó 2 y después,ahí por 1972, me hice armador con el Mareta, sin que por ella dejara misiones especiales que me encargaban como técnico o asesor para cooperación internacional, por ejemplo la Federación de Armadores de España o patronear barcos camaroneros de Huelva con los que pescábamos en Azores, costas de Marruecos€ Ahí me iba a retirar pero me liaron tres años más, de los 65 a los 68, como asesor en una empresa multinacional de suministros de capital judío.

>> Recorrí todos los océanos, Atlántico, Índico y Pacífico, y sabe Dios cuántos mares. La ruta más larga que hice fue pasar por el Cabo de Buena Esperanza hacia el Índico y luego cruzar el Cabo de Hornos hacia Chile. ¿Qué diferencia hay entre el primer barco de altura en el que me embarqué y el último? Lo único parecido es que los barcos flotaban. Empecé en vapores de hierro y madera pescando con fibras naturales como cáñamo que se rompían con facilidad en contraste con las fibras sintéticas actuales. Las condiciones de trabajo a bordo eran primitivas, todo había que hacerlo a mano mientras que hoy casi todo es automático. El primer adelanto importante que yo viví fue la electricidad a bordo, antes llevábamos luces de gas y nosotros con farolillos. Cuando se instalaron las dinamos en los barcos fue una felicidad que aumentó nuestra seguridad con las luces de navegación. Otro adelanto fue la llegada de la radio, que cambió mucho las cosas porque hasta ese momento nos comunicábamos por señales.

>> Las condiciones de vida a bordo eran muy duras. En un pequeño espacio, el rancho, dormían ocho personas en catres de 60 cmts de ancho casi pegados uno sobre otro. No había camarotes. En Terranova el patrón tenía uno pero recuerdo que antes de salir del puerto de Vigo mi mujer vino a traer ropa y, al entrar ella, ya no entraba yo. Tenía 1,20 de ancho por 1,80 de largo. Esos primeros barcos eran muy pequeños, los camarotes eran un lujo. Esa pequeñez tenía la ventaja de que el calor de las máquinas se mantenía mejor en el interior. En el exterior era otra cosa, no había ropas como las de hoy para trabajar en medio de fríos gélidos que a veces congelaban los dedos hasta tener que cortarlos. La comida, antes de llegar los congeladores, era precaria. Podías llevar cuatro cosas cocinadas de puerto que no llegaban más que para los dos primeros días pero luego era lo que pescabas con patatas. Bacalao al mediodía y bacalao por la noche si andabas por Terranova. El agua potable que llevábamos no podía ser malgastada así que para la higiene personal había que contentarse con lavar la cara con agua de mar, lo que no era mucha higiene entre pescado, humo de máquinas o carbón en mareas de 22 días. Ni ducha ni, por supuesto, una taza para hacer las necesidades por un costado, intentando hacerlo a sotavento.

>> "El orden a bordo en esas duras condiciones en que navegábamos al principio nunca fue, de todos modos, un problema. La gente era de otra madera y una vez que entraba en el barco nadie protestaba. Las protestas y huelgas sindicales propias de los años anteriores de la República terminaron con la guerra y el régimen posterior en la que solo mandaba el patrón y el trabajo en la mar estaba militarizado. Yo en los muchos años que mandé barcos no recuerdo ninguna insubordinación y menos un motín. Todos sabían a lo que iban y cuáles eran sus límites. La moral de resistencia y la tolerancia a la frustración eran inmensas. ¿Tenías un accidente a bordo? Hoy te llega un helicóptero pero entonces si había un herido y no podía curarlo el patrón con su botiquín de urgencia se buscaba el puerto más próximo si no conseguías una lancha de la Cruz Roja del país, fuera Irlanda, Canadဠque ya avisabas por radio. Antes de la radio... señales".

>> "A partir de 1945 empezó a modernizarse todo, en esa posguerra que a mí me tocó con más de 20 años, ya patrón de barco. Ahí empezaron a transformase los barcos, a sentir los planes de desarrollo, a fundarse escuelas de pesca al tiempo que los institutos para la educación , como el Santa Inerme en Vigo. Que yo recuerde esa de los 50 y 60 fue la época de mayor desarrollo en España teniendo en cuenta que partíamos de la nada. ¿Echo de menos la mar? Pues la verdad es que no porque cada cosa a su tiempo. Si a mí se me olvidan las cosas hoy ¿qué haría yo ahora en uno de esos barcos en que hay que tomar decisiones a veces al instante? Siempre tuve buena salud, he sido uno de esos hombres de hierro que empezaron en barcos de madera, pero hace unos años tuve un achuche que me ha limitado físicamente. A mis 88 años intento envejecer con dignidad y tener viva mi memoria. Me enorgullece, entre otras cosas, haber enseñado a grandes patrones de palangre que empezaron conmigo".

La dura vida del mar

  • En 1951, febrero, el Atlántico quiso demostrar que era el que mandaba. Estábamos en el Gran Sole y allí se hundió el Freire Piñeiro con 11 hombres. Yo patroneaba el Ángel Vilar y se me rompió la hélice durante el espantoso temporal. Quedé a la deriva y las corrientes me arrastraban hacia los acantilados pero conseguí aguantar. La costera de Vigo me envió un remolcador y nos auxilió también el Julio Vieira. En otra ocasión,en Terranova, se nos averió el motor del barco con 130m toneladas de pesca a bordo.Mi barco vino de remolque cruzando el Atlántico hasta Vigo durante 14 días.Eran tiempos duros. En una marea dejé embarazada a mi mujer y cuando volví mi hija tenía 5 meses de edad.

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